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Ambientación
Estación de la Hoja Caída ⸺ 19°C a 10°C
Los colores del paisaje comienzan a volverse anaranjados y marrones, y las hojas de los árboles comienzan a desprenderse de las ramas, cayendo sobre los territorios del bosque. Los guerreros se ponen más malhumorados de lo normal cuando sienten las frías brisas recorrer sus espinas, con la premisa de una estación más dura que la anterior. Incluso los Cuatro Árboles, que usualmente imponen respeto, ahora lentamente dejan caer sus hojas ante la mirada del Clan Estelar, quien está seguro que esta estación será dura para sus clanes, pero nada fuera de lo normal.Al entrar al campamento, con su paso firme y fuerte, algunos guerreros que se encontraban en la entrada se hicieron a un lado al ver como este caminaba decidido hacia delante cual toro afilando sus cuernos. Si alguien intentaba ponerse en su camino estaba claro que iba a ser empujado y pisado por las fuertes patas de Pantanoso. Tronaba su cuello conforme caminaba, de un lado al otro, liberandose de la presion de las burbujas de aire entre sus huesos. Eventualmente se quedo parada en el centro del claro, levantando tierra cuando piso fuerte.
Con sus palidos ojos grisaceos busco con la mirada el llamativo pelaje dorado de la guerrera Hoja Soleada, tranquilo y estoico no la encontro a la vista. No recordaba haberle pedido salir en ninguna patrulla de caza, por lo que deberia estar aqui, en alguna parte.
Sin ganas de perder mas tiempo, llamo a una guerrera longeva que estaba disfrutando del sol unas largas colas de distancia de donde él estaba. — Rabo de Salmon ¿Puedes buscarme a Hoja Soleada y traerla aqui conmigo? —. Pregunto, aunque era una clara orden directa, no iba a ser rudo con una guerrera que habia dado lunas de servicio al clan. — Necesito hablar con ella —. Termino.
Estaba claro que hoy no iba a ser el mejor dia de Hoja Soleada.
Rabo de Salmón se encontraba sentada cerca del centro del campamento, y un poco lejos de los sauces. Últimamente, por el sofocante calor de la Hoja Verde, prefería estar bajo la sombra de sus largas e inclinadas ramas, pero no hacía mal disfrutar un poquito de la cálida luz del sol sobre su denso pelaje.
De repente, empezó a percibir unos pasos apresurados desde la entrada del campamento, así como también a los demás gatos apartándose para dejar pasar a quien los emitía. El pelaje de la guerrera veterana se erizó levemente desde el lomo hasta la punta de la cola. ¿Qué podía estar sucediendo?
Sintió adrenalina en las patas en cuanto se dio cuenta de que el gato apresurado era nada menos que el lugarteniente, Pantanoso, y se dirigía hacia ella. Ha de ser importante. pensó.
En cuanto el contrario le hizo la petición, Rabo de Salmón asintió sin preguntar ni protestar y se puso de pie para buscar a la joven guerrera.
Se dirigió hacia la guarida de guerreros y se adentró en ella, buscando con la mirada el llamativo pelaje de Hoja Soleada. En un instante, la encontró.
—Ven conmigo.— dijo con un maullido corto y firme.
over the world we knew...
Su ensimismamiento fue interrumpido por el tono firme de Rabo de Salmón. No era tonta, de hecho le había sorprendido que hubieran tardado tanto en ir a por ella. "Cuánto antes dé la cara antes me dejarán en paz" suspiró. Adolorida se levantó de su lecho y con un tono molesto dijo:
— Ya ya, ahórrate ser tan seria o te saldrán más pelos blancos de los que tienes querida -le reprochó saliendo de la guarida. El Sol le golpeó en la cara más duramente de lo que hubiera deseado. Entrecerró los ojos esperando a que su vista se ajustara. Evitó las miradas de sus compañeros y caminó junto a Rabo de Salmón con la cabeza bien alta. ¡Qué se creían! ¿Qué iba a lloriquear como una cachorra recién nacida? ¡Pues se equivocaban!
— Anda vamos empieza de una vez que tengo cosas que hacer -bostezó cansada una vez estuvo delante de Pantanoso. Las "cosas que hacer" eran dormir y afilarse las uñas, tareas importantes para ella. Le hizo algo de gracia la expresión furiosa del lugarteniente, cómo le encantaba sacar de sus casillas a los demás.
Vió al macho de colores oscuros pedirle algo a Rabo de Salmón, quién después se dirigió a la guarida de los guerreros. Levantó las orejas en alto, símbolo de su curiosidad ante la escena que ahora todo el campamento estaba presenciando. No pasó mucho tiempo para que la guerrera experimentada saliera con alguien más siguiéndole por atrás: Hoja Soleada.
–Oh no…– Maulló el líder bajo sus fauces, decepcionado de ver a la gata ponerse enfrente de Pantanoso.
Sacudiendo la cabeza en desaprobación un par de veces, levantándose de su lugar cojeando hacia donde surgía la conmoción que ahora tenía tan intrigado al Clan. Al llegar a la par de los tres guerreros, uno ciertamente de rango superior, miró de reojo a Hoja Soleada, sus cicatrices no le dieron ningún gusto, claramente había pasado algo que no era de agrado a Pantanoso, y si esa escena que daba indicios de pelea no era de agrado al lugarteniente, menos lo era para Estrella de Serpiente.
–¿Qué está pasando aquí?.– Demandó saber el líder, su voz mantenía la calma a pesar de la tensión sofocante en el aire. Mirada fija en su primo, esperando una respuesta que no prometía nada bueno.
Sentándose a la par de Pantanoso, la Roca del Líder donde suele dar anuncios se encontraba a sólo unos pasos de distancia, si la situación era tan grave como temía que lo fuera, repuso que sería mejor que el Clan entero supiera la reprimenda que pronto recibiría la joven guerrera, esperando que al menos tuviera la dignidad de tragarse su orgullo antes de poner su nombre en vano por lo que sea que fuese que haya hecho.
¿Acaso creía que iba a salirse con la suya luego de lo sucedido?
No era una falta "menor" como no hacer tareas o pelear entre compañeros, no. Estaban hablando de una falta muy grave, una que de no ser por la paciencia, o quizás el respeto de Estrella Rota hacia el lugarteniente, habrían terminado mal. Al menos agradecía que la ocurrencia no haya sido contra el Clan del Viento, Estrella Helada no era tan paciente como el líder del Clan del Trueno con los guerreros jóvenes.
Cuando la guerrera llego frente suyo, vociferando sin importancia y faltandole el respeto como si no fuera su superior es cuando Pantanoso perdió la cordura, pero al menos sabía controlarse todavía. Abrió su boca cuando Estrella de Serpiente apareció a su lado, sentándose, la situación era perfecta para darle las noticias del accionar de la gata al líder.
— Hoja Soleada tuvo una interesante tarde unos días atrás —. Comenzó, girando su cabeza para dirigir su mirada a Estrella de Serpiente. — Se me ha informado que tuvo la interesante idea de gritarle y faltarle el respeto a Estrella Rota en la frontera —. Agrego, sin importarle la presencia de Rabo de Salmon frente a ellos.
En este momento, poco le importaba que los demas gatos salgan a ver que sucedía, de hecho era lo que buscaba: humillación pública.
Luego de dar las noticias al líder del clan giro sus ojos para ver por el rabillo de estos a la guerrera, añadiendo: — Parece que Hoja Soleada se volvio un perro que ladra —. Pico con una espina el orgullo de la gata, pues que te diga perro no era algo de que estar orgulloso: los perros eran estupidos y sucios.
Por dentro Pantanoso estaba ardiendo de furia, pero no quería demostrarlo aunque sabía que su primo lo sabía, o más bien lo olía a su lado. El olor picante de la furia, a veces acre. Volvió la mirada a su primo por última vez, fugaz, pero profunda, antes de volver a dar vuelta su gran cabeza para fijarla en el cuerpo menudo de Hoja Soleada. Oh... por dentro, tenía tantos castigos en su mente, muchos sobrepasando los límites del Código Guerrero o la propia aceptación del Clan Estelar.
— A mí me parece que el que está ladrando como un perro eres tú Pantanoso, ¿y si te tomas unas semillas de adormidera antes de que pierdas la cordura? Si intentas humillarme públicamente te está saliendo mal... ¿Qué? ¿Te frustra que no me ponga rabiosa como tú, "lugarteniente"? Tal vez un tratamiento contra las pulgas te vendría bien... Mira ese pelaje, necesita algo más de cuidado -poco después se sentó frente a él, sin apartar la mirada- si Estrella Rota es tan buen líder entonces no debería haber perdido los estribos conmigo tan fácilmente, ¿no crees? Ahora que lo pienso me recuerdas a él... -sonrió mostrando las fauces- todos sois iguales, calentándoos por un par de maullidos. No es mi culpa que tengáis el autocontrol de un cachorro recién nacido -clavó sus garras en la tierra.
— En la próxima Asamblea mostraré mis respetos y me disculparé si tanto te preocupa. Ahora apúrate a darme un castigo, estoy harta de perder el tiempo con gatos con tan poca clase -miró sus garras, aparentemente aburrida por todo aquello. Parecía que en el corazón de Hoja Soleada no cabía el arrepentimiento. Incluso cuando era más joven y se metía en peleas con el resto de aprendices, nunca se molestaba en acabar teniendo una buena relación con ellos. Ese comportamiento suyo era lo que había hecho que se ganara una mala reputación en el Clan y que acabase sola. Los únicos con los que era medianamente amable eran su propio aprendiz: Zarpa de Ortiga; y aquel le había hecho de mentor en el pasado: Estrella de Serpiente.
¡Qué importaba si todo el Clan iba en contra suya! ¡Ya estaba acostumbrada! Pantanoso nunca le había agradado, ¿como un gato como él podía haber sido elegido para ser el próximo líder? No era más que fango, fango que más tarde le llevaría a ensuciar su propia estrella. ¡Esperaba que se acabara atragantando con su propia saliva! Hasta su tono de voz la irritaba, era más molesto que... Qué más daba era molesto y punto.
La situación sólo empeoró cuando Hoja Soleada comenzó a hablarle al lugarteniente, como si estuviera dirigiéndose a un aprendiz. Pegó las orejas al cráneo y tensó el cuerpo, no podía creer que aún después de lo que hizo todavía tuviera la gracia suficiente para ahogarse en un río en el que ella misma decidió nadar, el pelaje del macho pasó a erizarse de enojo. Sabía que la guerrera no era ningún cerebro de pez y era perfectamente capaz de reconocer lo que había hecho pero su belleza e inusual carisma estropeaban aquella agilidad para admitir sus errores, un hábito que tristemente se había mal acostumbrado desde aprendiz.
Al escuchar más atentamente a Hoja Soleada era cuando menos podía creer en sus palabras, la impotencia de darle una reprimenda digna a su carencia se acumulaba bajo sus zarpas, podía sentir su vieja herida picarle bajo su piel de la tensión que sentía le presionaba a cada segundo que pasaba. Ante la mención de la Asamblea no pudo evitar sentir una expresión de pánico invadir su rostro, que después corrigió al instante por una de enojo y desespero.
–¡Para la próxima Asamblea estarás muerta, Hoja Soleada!.– Espetó, furia ardiendo en sus fauces. Odiaba gritar, detestaba más que nada ser rudo con sus guerreros – aunque Pantanoso haría totalmente lo contrario – no podía evitar sentir al menos un rasgo de pena por la situación de la guerrera.
Su mente recorría cada rincón que podía tan rápido como era posible, tratando de buscar un castigo que igualara las acciones de la gata. Por un momento, su mente pasó por Zarpa de Ortiga, aquella aprendiz por la que daría más de una de sus vidas, ¿Hizo lo mejor al asignarsela a Hoja Soleada? Quizá era esa misma arrogancia la que creyó sería buena para la menor, aunque ahora sea un problema: tal como lo fue numerosas veces; la aprendiz era bastante inteligente, quizá más que su mentora, era poco probable que le faltara el respeto a sus superiores tal como hacía la ya acostumbrada guerrera.
Los gatos del campamento ya habían salido de sus guardias en una especie de reunión no oficial del Clan, atraídos por la conmoción y quizá aún más por el grito del líder. Agitó su cola de un lado a otro en frustración, no había forma en la que pudieran salir de la situación como si nada, era más que claro para todos que fuese lo que fuese que estuvieran tratando con la guerrera era más que grave si ambos superiores estaban visiblemente molestos. Repuso que era mejor anunciar el castigo de Hoja Soleada, y aún más importante: la falta que hizo al Código. Cojeó hacia la Roca del Líder para después subir a esta con un par de saltos entorpecidos, sus zarpas delanteras ayudándolo en el proceso, una vez ahí miró al claro entero con más facilidad, tristemente no era necesario llamar a una reunión del Clan: la gran mayoría ya estaban ahí, a la espera de sus palabras.
–¡Clan del Río! Hoja Soleada ha faltado el Código Guerrero desafiando la autoría de Estrella Rota. Su arrogancia nos costaría la guerra de no ser por nuestro lugarteniente: Pantanoso, quien defendió nuestro honor con garras y colmillos.– Cada palabra que salía de sus fauces llevaba el sabor de disgusto, aunque su primo se veía bastante contento con la atención del Clan puesta en la guerrera a la que buscaba delatar.
–El castigo de la guerrera será grave, ¿Qué se te ocurre, Pantanoso?.– Preguntó al gato corpulento, finalmente cediendo a las reprimendas sádicas que siempre mencionaba mientras el Clan aguardaba su respuesta.
Espero que Estrella de Serpiente termine de gritarle a la guerrera para hablar: — Sigue hablando, Hoja Soleada —. Incentivo cuando la gata termino. — Yo recuerdo todo —.
No tenía que ni girar su cabeza para saber que Estrella de Serpiente se dirigía hacia las Rocas Altas, simplemente dio unos pasos hacia atrás, sin quitarle la vista a la gata, para luego dar medio giro e ir tras el líder que comenzaba a hablar desde su posición. Estrella de Serpiente estaba colérico, pocas veces lo había visto de esa manera, lo cual era o bueno o malo; tampoco espero que él este completamente cerca de las rocas para hablar.
Más aun, su palabra fue pedida por el líder, preguntándole por un castigo por dicha actitud.
— Hoja Soleada le ha faltado el respeto no solo a Estrella Rota, sino también a nosotros como lugarteniente y líder —. Habló en voz alta, para todos, caminando hacia su posición debajo de las Rocas Altas. — Además de cuestionar el Código Guerrero en varias ocasiones —.
— Esas actitudes son propias de un aprendiz egoísta —. Miro por unos segundos a Estrella de Serpiente, quien le dio la indicación de proseguir, y luego miro al clan frente a él. — Es por eso que Hoja Soleada será degrada a aprendiz nuevamente, se le asignara un mentor que le enseñe los valores del Código Guerrero, la lealtad hacia su clan y el respeto hacia los superiores —. Zanjo, golpeando el suelo con una de sus zarpas.
En términos de lo que es Pantanoso, y de lo que muchas veces escucho su primo salir de su boca, este castigo era propio de alguien que conocía el reglamento de pies a cabeza. Hoja Soleada no era más que una gata que intentaba comer más de lo que podía. Con el paso del tiempo y de los gatos, Pantanoso había desarrollado una capacidad para leer a los demás como libros abiertos, y Hoja Soleada no era difícil de leer.
— Zarpa de Ortiga pasará a estar a cargo de otro gato hasta que se vuelva guerrera u Hoja Soleada vuelva a su puesto —. Miro hacia Estrella de Serpiente unos segundos antes de añadir de nuevo (y por último) — Hoja Soleada tendrá prohibido asistir a Asambleas hasta que demuestre poder controlarse con los demás clanes y tiene estrictamente prohibido salir del campamento sin un acompañamiento, de hacerlo se agravara su castigo —.
Por un momento penso en pedirle a Chapoteo de Sábalo que deje la guarida de los veteranos para entrenar a la guerrera, su antiguo mentor. Aquel que iba a molerlo a golpes con tal de que aprenda. Pero ningun gato (y menos tan joven) merecia semejante violencia en su vida. No, necesitaba a alguien paciente y honorario.
"Qué vergüenza ajena.." pensó, con disgusto y hasta algo de angustia. No sentía pena por ella, no, se lo había buscado.
— Suicídate Pantanoso, le harías un favor al mundo. ¿Queréis llamarme Zarpa Soleada? ¡Bien! ¡No me podría importar menos! Suerte intentando que obedezca a tan siquiera una de vuestras órdenes basadas en vuestro estúpido código guerrero. Si creéis que por ello vais a cambiarme estáis muy equivocados. Estoy harta de este maldito Clan y de luchar por un pedazo de tierra en el cual ni he pedido nacer. Si el Clan Estelar fuera tan amable entonces no estaríamos todos condenados a enfrentarnos una y otra vez, ¡alabado sea Estrella Rota porque él es un líder y no puede haberse equivocado también! No sabéis más que recitar palabras de un par de gatos muertos -escupió con rabia y luego hizo amago de irse, abriéndose paso entre la multitud en dirección a la guarida de aprendices. No quería estar ahí ni un segundo más. En el proceso dio un zarpazo y levantó un montón de tierra hacia Zarpa de Ortiga.
Estaba celosa de la aprendiza, celosa de que Estrella de Serpiente la hubiera acogido bajo su ala. ¿Y ella? ¿Y todos esas lunas que había pasado bajo sus enseñanzas? ¡Se había ido todo a la mierda! Se sentía traicionada por ambos. Por quien casi había considerado una figura paterna y al que le había revelado sus secretos; y por la joven que había estado entrenando y por la que se había estado mordiendo la lengua, cosa que nunca hacía con nadie. ¿Por qué nadie nunca la escuchaba antes de pegar gritos de aquí para allá?
— ¡Apartaos joder! -rugió empujando a un par de gatos.
Cuando finalmente sus risas cesaron, pudo presenciar la ira de la aprendiz, gritando como si ella tuviera la razón de todo y ellos fueron quienes la traicionaron de una forma irremediable, debió admitir que le impactó verla de esa forma, tanto que pegó sus orejas al cráneo y retrocedió un par de pasos, dándole espacio a su desquite de furia y berrinche. Supuso que el problema terminaría ahí en cuanto dió la media vuelta, pero presenció cómo le había tirado un zarpazo de tierra a Zarpa de Ortiga, apartandola de su camino mientras maldecía no solo al Clan del Río, sino también al propio Clan Estelar para después apartar unos cuantos gatos, dirigiéndose a la guarida de los aprendices. Su pelaje se erizó nuevamente de furia ante su comportamiento, no tanto por sus maldiciones o por su comportamiento con los otros guerreros que observaron todo el lío que había armado, si no por su imprudencia hacia la aprendiz mucho más joven que ella.
Cojeó rápidamente hacia Zarpa Soleada, bloqueando con su cuerpo el camino de la gata tricolor, con el pelaje más erizado que un arbusto espinoso y las orejas pegadas al cráneo, alzando su cuerpo sobre la de menor rango imponiendo su superioridad.
–¡Zarpa Soleada! .– Bufó el macho, aún más molesto de lo que había estado segundos atrás.–¿Quieres maldecir al Clan? Adelante, ¿Quieres maldecir a tus ancestros? Me da igual, ¡Pero no tienes derecho alguno de faltarle el respeto a mi hija!.– Siseó el líder, desenvainando las garras listo para corresponder cualquier movimiento que pudiese hacer aquella cerebro de ratón.
Aunque si bien una pelea no resolvería nada, había perdido la paciencia esperando por algún indicio de arrepentimiento en la ex-guerrera y su comportamiento empeoraba cada vez más su ánimo. Le tomó unos cuantos suspiros cargados de ira para recobrar la calma, no estaba agitado pero sí visiblemente sacado de quicio, envainó sus garras nuevamente, sin dejar de mostrarle los dientes a Zarpa Soleada en un símbolo de su desprecio por sus acciones ni tampoco dejar de posar su mirada en ella mientras se apartaba de su camino, era mejor dejarla sóla por el momento, no quería verle la cara después de tomar horriblemente su castigo. Tratando de distenderse relajó el pelaje, cojeando lentamente en la dirección donde se encontraba Zarpa de Ortiga para asegurarse de que estuviese bien.
Poco después siguió su camino y desapareció en la guarida de aprendices, a pesar de todo había aceptado el castigo. En su corazón sabía que se había equivocado pero le costaba admitirlo bajo esas circunstancias y su orgullo se lo impedía. Zarpa Soleada era una gata complicada, de esas que maullaban antes de pensar en lo que decían. Había que tener paciencia con ella y el único gato que la había tenido durante aquellos años parecía haberla perdido.
Al llegar a la guardia se tumbó en una esquina sin molestarse a hacerse un lecho, algo inusual en una gata que estaba obsesionada con el orden y su propio aspecto. Ese día por primera vez no se acicaló antes de irse a dormir.
Pero su sueño se vio interrumpido por el alboroto del mundo exterior.
Pequeña Bosque levanto la cabeza con sus ojos cerrados con fuerza y una de sus orejas volteadas hacia atrás, dio un largo bostezo y a refunfuñones empezó a caminar torpemente a la salida de la maternidad.
El alboroto se empezaba a hacer más audible una vez llego ahí, también había algo familiar ¡Papá estaba ahí! Papá estaba bloqueando la salida de la maternidad, a empujones y gruñidos ella logro salir, Nube de Granizo, mejor conocido como papá, la empujaba gentilmente de regreso a la seguridad de la maternidad, pero la cachorra peleaba por salir de la maternidad.
Hasta que logro salir de ahí y fue entonces cuando una palabra llamo su atención, la cachorra levanto bien sus orejas y la cola, inmediatamente se giró para encarar a su padre, lista para cuestionar el significado de la palabra.
— ¡PAPÁ! ¿QUÉ ES SUICIDARSE?.- Hablo, demasiado alto para el gusto de su padre.
Nube de Granizo miro a su hija con los ojos bien abiertos por la impresión, luego miro en dirección al alboroto, con el cuello erizado y las orejas pegadas al craneo, se acercó a su hija, la tomo del pellejo y la llevo de regreso a la seguridad de la maternidad. — ¡EY! ¡NO QUIERO IR ADENTRO!.- Chillo la cachorra.- ¡QUIERO JUGAR! ¡SOCORRO!