Fronda se estiró con un perezoso bostezo al salir de la guarida de los guerreros, disfrutando del cálido sol que iluminaba el campamento del Clan del Río. Sus ojos ámbar, que solían brillar con determinación y energía, se suavizaron al captar la figura de Zarpa Soleada, quien estaba sentada cerca de la entrada del campamento. Fronda había oído hablar de lo que había sucedido mientras ella estaba fuera en una patrulla. Zarpa Soleada había sido degradada de guerrera a aprendiz por faltarle el respeto tanto al lugarteniente como al líder del clan. Era un castigo severo y humillante, y Fronda no podía evitar sentir compasión por la joven gata. Con paso decidido, Fronda se acercó a Zarpa Soleada, su cola esponjosa ondeando detrás de ella.

— Hola, Zarpa Soleada. — saludó con una voz suave pero llena de calidez. Se sentó a su lado, su pelaje dorado rozando ligeramente el de Zarpa Soleada en un gesto de apoyo. — Me enteré de lo que pasó. Debe ser muy difícil para ti. — Fronda le ofreció una sonrisa comprensiva. — Quiero que sepas que todos cometemos errores, y lo importante es cómo nos levantamos después.— Fronda hizo una pausa, observando a Zarpa Soleada con atención. — Me preguntaba si te gustaría que te acompañara a cazar. Sé que no puedes salir sola del campamento ahora, y pensé que podría ser bueno tener algo de compañía. Además, una buena caza siempre ayuda a despejar la mente."