Las presas comenzaban a escasear y eso afectaba el rendimiento del clan, Pantanoso lo sabia y era por eso que todos los dias se sumergia horas tras horas en busqueda de presas para alimentar a las reinas, veteranos y sus guerreros. Se adentraba a las profundades del rio, buscando peses que nunca llegaban o eran demasiado pequeños como para saciar el hambre. Sabia que no debia comer antes que los demas, pero a veces las tentaciones instintivas aparecian por su cuerpo, sus fauces hechas saliva al sentir el sabor salado de los peces que lograba capturar.

Pero hoy... no tenia tanta suerte.

Desde el alba se encontraba nadando en el rio, sumergido como un salmon preparado para saltar la cascada, para este paso ya era pasada el mediodia y él seguia nadando. No tuvo la suerte de encontrar nada, era como si los rios se hubieran quedado con peces.
Cansado de tanto nadar, decidio que no lograria nada agotando sus fuerzas para nada. Salio del agua dandose cuenta que a pocas colas de zorro se encontraba la cascada que marcaba el limite con la frontera del Clan del Viento. La admiro un momento, tan imponente y agraciada.

Decidio acercarse mas a ella desde la orilla, no iba a morir ahogado nacio en un clan donde los cachorros nadaban, no iba a morir por una cascada. Necesitaba acallar su cabeza con el trueno de la cascada, con su sonido caotico de agua golpeando agua. Se acerco a ella y se echo al suelo un rato para poder recuperar fuerzas y seguir en su mision de caza.

El guerrero se encontraba dando un paseo como era de costumbre, mantener las patas activas le hacía olvidar momentáneamente sus problemas y la mejor forma de enmascarar su preocupación era hacer pasar su caminata como una patrulla de frontera en solitario, si bien prefería hacer sus actividades acompañado y levantarse sus propios ánimos con un buen trabajo en equipo, también requería sus tiempos a solas en momentos donde le era difícil conservar una buena sonrisa a causa de los malestares de su mente, trataba de hacer lo mejor que podía con sus deberes de guerrero y esperaba estarlos cumpliendo como era debido pero con el hambre aún rondando en su territorio sentía el mal augurio que le traía la época a su Clan.
Había llegado hasta el río y el aroma húmedo pudo darle algo nuevo con qué distraerse mientras intentaba distinguir algún aroma peculiar del otro lado de la frontera, a medida que seguía a paso lento, divisó la silueta corpulenta de nada más y menos que el lugarteniente del Clan vecino, se aproximó para saludarle pensando que sería grosero pasar de largo con la esperanza de también llevarse una buena charla que lo distraiga de su hambre.
–Buenas, Pantanoso.– Saludó con respeto al mayor con la cola en alto. –¿Cómo va todo?.– Maulló de buen humor, intentando sacarle un poco de conversación al superior.