Zarpa de Ortiga se encontraba pensativa en el campamento del Clan del Río. No tenía idea de cómo proseguir: ya había intentado de todo. Caza, incluso una escapada fronteriza, pero nada mejoraba sus ánimos. Parece que hoy simplemente no era su día, se dijo a sí misma. Pensó en si hablarlo con Estrella de Serpiente, pero quizá era tiempo de buscar otro hombro en el qué apoyarse cuando las cosas salieran mal.. pensó en otro miembro de su familia, examinando los alrededores.

Pantanoso, su lugarteniente, no era precisamente el gato más idóneo para ofrecer consuelo, pero en realidad la aprendiz sí confiaba mucho en él y admiraba su fuerza. Quizás sólo necesitaba que alguien la contemplara, y resolvería sus problemas sola..

“Sí” se dijo tomando la decisión y caminando lentamente hacia el corpulento gato, mucho más alto que ella. Debía admitir que la intimidaba un poco. Dudó por unos momentos, pero maulló respetuosamente

—Pantanoso — alzó su cabeza —me preguntaba si podrías ayudarme con..algunas cosas de mi entrenamiento que no entiendo. Rabo de Salmón no está, y pues..—

El lugarteniente del clan se encontraba sentado cerca de la orilla del río que cruzaba por el campamento, hacía poco que había dado un chapuzón en el agua para refrescarse y ahora se encontraba acicalando su pelaje oscuro que se pegaba a su cuerpo musculoso y robusto. Pasaba una de sus zarpas sobre sus orejas para peinarlas. Así podría haber estado largos minutos, en silencio peinando su pelaje. Pero la voz reconocía de su sobrina le hizo dejar de lado su pelaje mojado para prestarle atención.

De hecho, ya la había olido cuando entro a una distancia de 2 colas de zorro de su cuerpo, con su olfato como sabueso. Abrió los ojos cuando escucho su nombre salir de las fauces de la aprendiza calica

— Por supuesto —. Comento. Sus ojos siempre apagados y frívolos parecían tener un extraño brillo poco visto: un brillo familiar, cálido de hecho. — ¿Qué es lo que no entiendes? —.

La pregunta fue suave, cuando otras veces podría salir como una pregunta apática, pero esta era calmada, genuinamente interesado por ayudar a resolver las dudas de Zarpa de Ortiga. Pantanoso de hecho estaba mucho más contento que Zarpa de Ortiga entrene con Rabo de Salmón y no con la ahora Zarpa Soleada, a quien jamás la vio apta para entrenar a su sobrina.

Su cabeza estaba algo agachada para poder ver a la aprendiza oscura, su cola descansando placidamente detrás de su cuerpo, donde nadie podría pisarla, ni siquiera él mismo.

Pareció notar por un momento las ganas de enseñanza que tenía el lugarteniente, aunque según ella no era muy fanático de esas cosas. Se preguntaba si había algún motivo por el que la recibía con calidez, quizá la consideraba más una familiar suyo de lo que ella pensaba, y, en ese caso, Zarpa de Ortiga sintió alivio y una pizca de orgullo. Se sentía especial tener parentesco con dos de los gatos más importantes del Clan, como si le subiera la autoestima de algún modo.

Contestó, un poco menos cohibida —Pues, no puedo lograr que los peces no detecten mis movimientos en la orilla antes de pescar. He tratado una y otra vez, pero son muy escurridizos— clamó en un tono algo infantil, producto de su inexperiencia. Aunque reconocía su falencia para la caza, le resultaba muy molesto. —¿Podrías darme algún consejo? O alguna demostración, aunque no seas mi mentor.— pidió.

Esperando la respuesta del contrario, se preguntó qué asuntos estaba atendiendo su líder. Incluso cuando no estaba en el campamento no podía evitar pensar en él, era su lugar seguro en días como ese en donde su mente divagaba a lugares no muy placenteros.

La punta de su cola se movia calmamente de arriba a abajo, escuchando las dudas de su sobrina sobre la pesca. Se suponia que para este momento de sus lunas ya debia saber como pescar sin ser detectada. Eso le hizo pensar que quizas Zarpa Soleada no estuvo haciendo bien su trabajo de mentora. Arrugo su nariz cuando penso en aquello, las cicatrices de su cara le picaron y tuvo que aligerar su nariz.

— Si quieres cazar desde la orilla debes agazaparte y quedarte en el lugar largos minutos hasta que un pez se acerque —. Explico y luego continuo. — Una vez que un pez se acerco lo suficiente debes contener la respiracion para no crear hondas en el agua y poco a poco levantar una zarpa —.

Mientras hablaba, no pudo evitar levantar su gran zarpa como si se encontrara pescando. — No debes hacer sombra en el agua o los peces la veran, debes levantarla al lado de tu cabeza y luego lanzarla sobre el pez —. Dejo caer su pata sobre el pasto de nuevo.

Por lo general él no solia pescar de dicha manera, preferia quedarse quieto y lanzar sus fauces sobre el pez, pero no iba a negar que era mas dificil aprender a moder un pez que clavarle las garras como un anzuelo. De cualquier forma, Zarpa de Ortiga encontraria su forma de pescar personal.

Agradecida de que Pantanoso se tomara el tiempo de explicar, considerando que primero no era su mentor, y segundo, sus deberes como lugarteniente lo ocupaban, Zarpa de Ortiga prestaba atención y conforme lo escuchaba, imaginaba los movimientos que describía. Quizá estaba siendo demasiado impulsiva a la hora de cazar, pensó. A decir verdad, sentía un poco de vergüenza porque por su edad, ya se suponía que hubiera perfeccionando la técnica. En realidad, su aprendizaje había sido algo rocoso, hasta ahora.

—Gracias, Pantanoso — bajó la cabeza a modo de agradecimiento. En voz más baja, con confidencialidad, añadió —Sé que probablemente es una pérdida de tiempo para tí, ya que eres lugarteniente.— su tono reflejaba vergüenza. —Se me está haciendo difícil aprender — miró a un lado. Agradecía también que tanto él como Estrella de Serpiente eran flexibles, de diferentes formas, al menos..

—Tengo un poco de temor de decirle esto a Estrella de Serpiente, pero — soltó impulsivamente —tengo miedo de que mi ceremonia de guerrera se atrase, sabes, con todos estos cambios de mentoría.— A medida que pronunciaba las palabras, comenzaba a balbucear, la vergüenza y sensación de vulnerabilidad se hacían más evidentes. Estrella de Serpiente quizá le ofreciera palabras de apoyo también, pero no quería ser una carga constante para él. La aprendiz veía a Pantanoso como alguien más racional, en cambio, que quizá se viera menos responsabilizado por sus problemas actuales.