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Ambientación
Estación de la Hoja Caída ⸺ 19°C a 10°C
Los colores del paisaje comienzan a volverse anaranjados y marrones, y las hojas de los árboles comienzan a desprenderse de las ramas, cayendo sobre los territorios del bosque. Los guerreros se ponen más malhumorados de lo normal cuando sienten las frías brisas recorrer sus espinas, con la premisa de una estación más dura que la anterior. Incluso los Cuatro Árboles, que usualmente imponen respeto, ahora lentamente dejan caer sus hojas ante la mirada del Clan Estelar, quien está seguro que esta estación será dura para sus clanes, pero nada fuera de lo normal.Se abren las inscripciones a los Altos Cargos
El Otoño ha llegado
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Llamado Glacial
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Llamado Glacial regresaba de una patrulla de caza poco exitosa, lo cual se hacía evidente por su andar cabizbajo y su ceño fruncido. Su pelaje bicolor estaba algo erizado de la frustración, sus pasos bruscos haciendo una gran cantidad de ruido. Ese día, todo parecía frustrarle. Cuando entró al campamento, era claro que su lenguaje corporal indicaba poca amabilidad, menos de la usual.
Ojeó los alrededores, tratando de divisar algún otro guerrero que se interpusiera en su camino. Ser parte del Clan del Trueno le era beneficioso bajo condición, a veces sólo le irritaba más formar parte de ese sistema en donde se cometían transgresiones sin sentido alguno. La más reciente, para su disgusto, era la inclusión de cierto cachorro desconocido al Clan. Incluso, podría llegar a tratarse de un gato casero, y a Estrella Rota parecía no importarle absolutamente nada. Qué desgracia, pensó haciendo una mueca. Ella era de los pocos guerreros de sangre explícitamente pura que quedaban en el Clan del Trueno, o al menos eso le gustaba pensar.
Ojeó los alrededores, tratando de divisar algún otro guerrero que se interpusiera en su camino. Ser parte del Clan del Trueno le era beneficioso bajo condición, a veces sólo le irritaba más formar parte de ese sistema en donde se cometían transgresiones sin sentido alguno. La más reciente, para su disgusto, era la inclusión de cierto cachorro desconocido al Clan. Incluso, podría llegar a tratarse de un gato casero, y a Estrella Rota parecía no importarle absolutamente nada. Qué desgracia, pensó haciendo una mueca. Ella era de los pocos guerreros de sangre explícitamente pura que quedaban en el Clan del Trueno, o al menos eso le gustaba pensar.
Chaparrón
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Se encontraba observando el campamento una vez acabada la patrulla fronteriza del mediodía, disfrutaba el asolearse momentáneamente en lo que pensaba qué más podría hacer mientras observaba a los demás gatos del campamento todavía ocupados. Cuando la patrulla de caza volvió, notó a Llamado Glacial más malhumorada de lo normal, era imposible pasarla de largo con el estruendo que hacían sus patas al tocar la tierra, levantando un poco de polvo entre cada pisada.
“¿Cuál es su problema?” Pensó acercándose a ella, aún si no era la mejor opción, al menos le daba placer no ser lo único que la ponía de malas. Una vez su paso se encontró a un lado de la guerrera sin estorbar su camino, decidió lanzar su duda al aire, esperando gritos en respuesta ante el enojo de la contraria.
—Hey, ¿Todo bien?.— Preguntó casualmente cortante, sabía lo rápido que era de hacerla enojar y realmente no tenía muchas ganas de escuchar sus berrinches, pero su compañerismo y corazonada le decían que debía cuanto menos intentar reconocer su ira. Su cola se movía de lado a lado lentamente, desde su patrulla con ella hace unos días se habían evitado mutuamente, después de todo no eran más que compañeros de Clan y no tenían ninguna razón para entablar conversaciones fuera del deber que los ataba a ambos.
“¿Cuál es su problema?” Pensó acercándose a ella, aún si no era la mejor opción, al menos le daba placer no ser lo único que la ponía de malas. Una vez su paso se encontró a un lado de la guerrera sin estorbar su camino, decidió lanzar su duda al aire, esperando gritos en respuesta ante el enojo de la contraria.
—Hey, ¿Todo bien?.— Preguntó casualmente cortante, sabía lo rápido que era de hacerla enojar y realmente no tenía muchas ganas de escuchar sus berrinches, pero su compañerismo y corazonada le decían que debía cuanto menos intentar reconocer su ira. Su cola se movía de lado a lado lentamente, desde su patrulla con ella hace unos días se habían evitado mutuamente, después de todo no eran más que compañeros de Clan y no tenían ninguna razón para entablar conversaciones fuera del deber que los ataba a ambos.
Llamado Glacial
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Narrador
La guerrera alzó la cabeza bruscamente al oír la pregunta de Chaparrón. En su cabeza parecía haber un hilo cerca de cortarse, con un gesto que indicaba estar a punto de detonar. —¡¿Te parece que todo está bien?!— chilló —Estas malditas presas— gruñó en voz baja
—A este paso el Clan del Trueno quedará casi tan flaco como el del Viento. ¡Ojalá tener la suerte de un minino casero para estar relleno todo el día!— espetó burlonamente, continuaba quejándose y quejándose, respirando pesado.
Malditos mininos caseros. Eran una peste, la rabia no cesaba de circular en su cabeza, ¡Débiles, débiles, débiles!
—Y tú, Chaparrón. ¿No que yo debía avergonzarme por ser como soy? Eso me dijiste la última patrulla. ¿Qué haces preguntándome tanto?— cuestionó con desconfianza, ya más o menos curada de su gran explosión. No duraban mucho, pero se exacerbaba cuando sentía el fracaso, trepándole por el lomo como un horripilante parásito que nublaba su juicio y sus emociones.
—A este paso el Clan del Trueno quedará casi tan flaco como el del Viento. ¡Ojalá tener la suerte de un minino casero para estar relleno todo el día!— espetó burlonamente, continuaba quejándose y quejándose, respirando pesado.
Malditos mininos caseros. Eran una peste, la rabia no cesaba de circular en su cabeza, ¡Débiles, débiles, débiles!
—Y tú, Chaparrón. ¿No que yo debía avergonzarme por ser como soy? Eso me dijiste la última patrulla. ¿Qué haces preguntándome tanto?— cuestionó con desconfianza, ya más o menos curada de su gran explosión. No duraban mucho, pero se exacerbaba cuando sentía el fracaso, trepándole por el lomo como un horripilante parásito que nublaba su juicio y sus emociones.
Chaparrón
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Con una esperada reacción explosiva, se limitó a escuchar a Llamado Glacial con una expresión inerte en su cara, viendo cómo se desquitaba con él por una pregunta tan simple que había hecho. Ante la mención de la falta de presas se inclinó un poco apartando su vista de la gata para verificar la pila de presas, que para él gusto de Chaparrón seguía bastante llena, haciendo una mueca de extrañeza cuando la guerrera bicolor los comparaba con lo que habían visto –o, más bien, les habían informado– en la última Asamblea, los gatos del Clan del Viento la tenían difícil según las palabras de los guerreros que pudieron ver la escena, pero si Llamado Glacial los estaba comparando con un chisme revoltoso que había tomado lugar hace no mucho cuando todavía no llegaban a los límites de escasez, supuso que se trataba de su palabrerío incoherente a raíz de su frustración.
“Supongo que unos no toleran un poco de mala suerte…” Pensó todavía ajeno al malhumor de la guerrera corpulenta. Volviendo su mirada a ella con su postura nuevamente recta para escuchar el resto de lo que sea que estuviese diciendo, alzó las orejas ante dos cosas: su disgusto hacia los mininos caseros, que era bastante comprensible y sorprendentemente compartía el sentimiento, y la mención de la patrulla anterior, tomó un suspiro cansado viendo cómo sus palabras habían sido malinterpretadas… O quizá no tanto, teniendo en cuenta el comportamiento de la gata.
—Dije que tu agresividad ante un cachorro era algo sobre qué avergonzarte, no que estés gritando tan temprano. Además, sólo te hice una pequeña pregunta.— Respondió tan calmo como podía, aún si la paciencia a otros guerreros no era lo suyo. —Aunque estoy de acuerdo que los gatos que apestan a Dos Patas la tienen demasiado fácil, ¿Tanto te molesta tener una mala cacería?.— Cuestionó sin más, no hacía daño una charla entre compañeros de Clan por más insoportables que estos sean, aunque sí le hacía daño a su paciencia tener que tolerar su propia curiosidad.
“Supongo que unos no toleran un poco de mala suerte…” Pensó todavía ajeno al malhumor de la guerrera corpulenta. Volviendo su mirada a ella con su postura nuevamente recta para escuchar el resto de lo que sea que estuviese diciendo, alzó las orejas ante dos cosas: su disgusto hacia los mininos caseros, que era bastante comprensible y sorprendentemente compartía el sentimiento, y la mención de la patrulla anterior, tomó un suspiro cansado viendo cómo sus palabras habían sido malinterpretadas… O quizá no tanto, teniendo en cuenta el comportamiento de la gata.
—Dije que tu agresividad ante un cachorro era algo sobre qué avergonzarte, no que estés gritando tan temprano. Además, sólo te hice una pequeña pregunta.— Respondió tan calmo como podía, aún si la paciencia a otros guerreros no era lo suyo. —Aunque estoy de acuerdo que los gatos que apestan a Dos Patas la tienen demasiado fácil, ¿Tanto te molesta tener una mala cacería?.— Cuestionó sin más, no hacía daño una charla entre compañeros de Clan por más insoportables que estos sean, aunque sí le hacía daño a su paciencia tener que tolerar su propia curiosidad.
Llamado Glacial
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Llamado Glacial aún conservaba la expresión tensa en su rostro, podía jurar que le fastidiaba aún más la cara inerte de Chaparrón. No iba a contestar la pregunta sobre la caza, su orgullo se lo impedía. Una gata fuerte como ella no debía permitirse fallar jamás, pensó, un gruñido formándose levemente en la comisura de su boca ante aquella afirmación interna.
Sorprendentemente, estaban de acuerdo en algo: los mininos caseros eran una desgracia para la fuerza del Clan del Trueno. Esas alimañas podían soñar con que tenían su sangre y aún no sería suficiente para compensar. —Pues claro estás de acuerdo. Tus padres eran respetados, e igual los míos. A eso deberíamos aspirar todos, especialmente tú y yo, somos los únicos capaces.— su pecho se infló de ego, como era de costumbre. Luego, con un poco de confidencialidad, añadió —Estrella Rota está loco si cree que voy a aceptar la estadía de esa..cosa.— esbozó una mueca refiriéndose a la pequeña Eclipsa, a quien habían traído al Clan hace poco.
Sorprendentemente, estaban de acuerdo en algo: los mininos caseros eran una desgracia para la fuerza del Clan del Trueno. Esas alimañas podían soñar con que tenían su sangre y aún no sería suficiente para compensar. —Pues claro estás de acuerdo. Tus padres eran respetados, e igual los míos. A eso deberíamos aspirar todos, especialmente tú y yo, somos los únicos capaces.— su pecho se infló de ego, como era de costumbre. Luego, con un poco de confidencialidad, añadió —Estrella Rota está loco si cree que voy a aceptar la estadía de esa..cosa.— esbozó una mueca refiriéndose a la pequeña Eclipsa, a quien habían traído al Clan hace poco.
Chaparrón
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Infló el pecho con un orgullo que cargaba con seriedad ante la mención de sus padres, agradecido de por fin tener algo en lo que estar de acuerdo con la guerrera siendo que ambos eran de sangre pura del Clan del Trueno y era evidente que también ese estatus les daba cierto ego , no había muchos de sus compañeros que compartieran el beneficio de tener a sus ancestros en el mismo Clan tal como ellos y aún si eso no importaba, había un punto que realmente le alzaba la cabeza como si se tratara de un símbolo de honor.
Escuchando más atento a Llamado Glacial ahora que el tema le había ganado a su curiosidad, rápidamente entendió de lo que se trataba el enojo de la contraria en cuanto mencionó la más reciente adición al campamento: Eclipsa, una gatita de pocas lunas de edad… O eso le habían contado, no tenía razones para ir a verla en persona y la verdad tampoco tenía ganas de ver otro felino que no era de sangre del Clan del Trueno, podía tolerar a otros siendo que al menos eran de los Clanes o mínimo sabían la dificultad que conllevaba la supervivencia en el bosque, ¿Pero una mínima casera? ¡Estaban locos! Aunque no podía oponerse a las decisiones de Estrella Rota, podía mantener su orgullo en alto y no meter su hocico donde no le incumbía. Movió la cola ligeramente mostrando su desagrado antes de hablar.
—Vaya que hacen falta crías si ahora cualquiera puede entrar al Clan, ¡Solíamos tener honor!.— Expresó con una pizca de desdén. —Pero claro, no hay de dónde tener crías… Y menos de sangre fiel al Clan del Trueno si de por sí somos tan pocos.— Añadió más reflexivo, frustrado por meter su mente en el asunto.
Escuchando más atento a Llamado Glacial ahora que el tema le había ganado a su curiosidad, rápidamente entendió de lo que se trataba el enojo de la contraria en cuanto mencionó la más reciente adición al campamento: Eclipsa, una gatita de pocas lunas de edad… O eso le habían contado, no tenía razones para ir a verla en persona y la verdad tampoco tenía ganas de ver otro felino que no era de sangre del Clan del Trueno, podía tolerar a otros siendo que al menos eran de los Clanes o mínimo sabían la dificultad que conllevaba la supervivencia en el bosque, ¿Pero una mínima casera? ¡Estaban locos! Aunque no podía oponerse a las decisiones de Estrella Rota, podía mantener su orgullo en alto y no meter su hocico donde no le incumbía. Movió la cola ligeramente mostrando su desagrado antes de hablar.
—Vaya que hacen falta crías si ahora cualquiera puede entrar al Clan, ¡Solíamos tener honor!.— Expresó con una pizca de desdén. —Pero claro, no hay de dónde tener crías… Y menos de sangre fiel al Clan del Trueno si de por sí somos tan pocos.— Añadió más reflexivo, frustrado por meter su mente en el asunto.
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La guerrera pudo notar que Chaparrón estaba de acuerdo, como era debido, según ella. Se alimentaba del desagrado mutuo que se había generado entre los dos ante aquella minina, no podía creer que finalmente concordaban en algo puesto que siempre había visto al contrario como un raro, o al menos ajeno a ella, pese a su estatus ya mencionado.
Sus padres, en realidad, nunca habían sido motivo de orgullo más que por la sangre que le heredaron. Llamado Glacial estaba consciente que para ella, Mirada Silenciosa y Pluma Acechante eran básicamente extraños, más ahora que estaban muertos, pero eso no le impedía sacar provecho de los privilegios. Frondosa y Corazón de Aulaga tampoco se quedaban atrás: ambos eran guerreros respetados en el Clan igualmente. La diferencia era que los padres de Chaparrón no eran cagarrutas de zorro, como los suyos, al menos cuando de cuidar crías se trataba. Aunque no le afectaba cómo habían sido sus padres en la actualidad, reconocía que había impactado su desarrollo. Al igual que el del inútil de su hermano Ébano.
Sacudió la cabeza, para volver al momento presente. Finalmente Chaparrón decía cosas coherentes, pero supo que estaba mordiéndose la lengua con tal de respetar las decisiones de Estrella Rota. Ella no tenía en mente esas “cordialidades” pero tampoco era estúpida, con lo cual, maulló aún confidencial —Te dije que está loco. Nos hace quedar como corazones de ratón, invitando a cualquiera que se le plazca. Lo único que falta es que invite un Dos Patas.— rió burlonamente. Escuchando la última frase del contrario, su cabeza se puso en marcha. Tenía razón, Llamado Glacial no toleraría esa debilidad que empezaba a formarse en el Clan del Trueno, y ¿quiénes eran los más indicados si no ellos mismos?
Seguro, ser madre era un concepto con el que no estaba muy amigada, casi nada, de hecho. Si bien tenía motivos, no podía dejar pasar la oportunidad que había visto justo enfrente de ellos: otra generación de pureza. ¡Nada era mejor que ser la responsable de otra generación auténtica del Trueno! Todo lo demás le importaba muy poco, la estima de ser responsable de una camada pura era suficiente para eliminar cualquier otro obstáculo. Ante aquella resolución interna, miró al gato muy fijo, indicando que tenía una solución obvia, imposible de desestimar.
—Propongo que continuemos nuestros linajes. Piénsalo, como ya dije sólo nosotros tenemos la capacidad de restaurar al Clan que conocíamos antes de ésto.— su mirada reflejaba determinación y un frívolo entusiasmo.
Sus padres, en realidad, nunca habían sido motivo de orgullo más que por la sangre que le heredaron. Llamado Glacial estaba consciente que para ella, Mirada Silenciosa y Pluma Acechante eran básicamente extraños, más ahora que estaban muertos, pero eso no le impedía sacar provecho de los privilegios. Frondosa y Corazón de Aulaga tampoco se quedaban atrás: ambos eran guerreros respetados en el Clan igualmente. La diferencia era que los padres de Chaparrón no eran cagarrutas de zorro, como los suyos, al menos cuando de cuidar crías se trataba. Aunque no le afectaba cómo habían sido sus padres en la actualidad, reconocía que había impactado su desarrollo. Al igual que el del inútil de su hermano Ébano.
Sacudió la cabeza, para volver al momento presente. Finalmente Chaparrón decía cosas coherentes, pero supo que estaba mordiéndose la lengua con tal de respetar las decisiones de Estrella Rota. Ella no tenía en mente esas “cordialidades” pero tampoco era estúpida, con lo cual, maulló aún confidencial —Te dije que está loco. Nos hace quedar como corazones de ratón, invitando a cualquiera que se le plazca. Lo único que falta es que invite un Dos Patas.— rió burlonamente. Escuchando la última frase del contrario, su cabeza se puso en marcha. Tenía razón, Llamado Glacial no toleraría esa debilidad que empezaba a formarse en el Clan del Trueno, y ¿quiénes eran los más indicados si no ellos mismos?
Seguro, ser madre era un concepto con el que no estaba muy amigada, casi nada, de hecho. Si bien tenía motivos, no podía dejar pasar la oportunidad que había visto justo enfrente de ellos: otra generación de pureza. ¡Nada era mejor que ser la responsable de otra generación auténtica del Trueno! Todo lo demás le importaba muy poco, la estima de ser responsable de una camada pura era suficiente para eliminar cualquier otro obstáculo. Ante aquella resolución interna, miró al gato muy fijo, indicando que tenía una solución obvia, imposible de desestimar.
—Propongo que continuemos nuestros linajes. Piénsalo, como ya dije sólo nosotros tenemos la capacidad de restaurar al Clan que conocíamos antes de ésto.— su mirada reflejaba determinación y un frívolo entusiasmo.
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La propuesta que acababa de escuchar lo dejó atónito, no esperaba que la guerrera fuese a proponer seguir ambos linajes de ese modo, si bien tampoco estaba exactamente en contra siendo que ambos eran buenos candidatos para seguir con una sangre pura del Trueno, y no se le podía ocurrir alguien más que pudiera hacer dicho acto. Pensándolo profundamente, miró a Llamado Glacial de arriba a abajo, era una guerrera bastante fuerte y aunque impulsiva también era dedicada, en cuanto a él mismo era estricto pero confiaba en que su caracter blando que no salía mucho a la luz fuese suficiente para hacer guerreros fuertes y leales, era una combinación de personalidades bastante distintas pero veía una pizca de triunfo en el futuro de esos cachorros hipotéticos.
—Un pequeño intercambio que servirá de recordatorio sobre el orgullo que una vez fue el Clan del Trueno...— Maulló en voz alta, creía que si tuviese crías una vez sería con alguien que quisiera pero no sentía ningún interés hacia la gata en absoluto, sin embargo, la propuesta de continuar con el hilo de sangre pura lo tentaba, no necesitaban ser pareja aún si le gustaba la idea de tener cachorros y, si eso era lo que tomaba, estaba dispuesto a hacer su propia paz con un compañerismo que no era más que una formalidad. No estaría de acuerdo con Llamado Glacial en muchas cosas, sobre todo en el tono brusco que tomaba casi siempre, si bien la idea de un linaje puro era lo único que los uniría bajo ciertos términos entonces esperaba al menos poder criar a uno o dos a su propio modo.
—Acepto tu propuesta, Llamado Glacial. Que nuestra sangre sea un honor de portar.— Agachó la cabeza a modo aprobatorio, satisfecho con el estatus que tendrían las futuras crías viniendo de dos guerreros igualmente formidables y respetados.
—Un pequeño intercambio que servirá de recordatorio sobre el orgullo que una vez fue el Clan del Trueno...— Maulló en voz alta, creía que si tuviese crías una vez sería con alguien que quisiera pero no sentía ningún interés hacia la gata en absoluto, sin embargo, la propuesta de continuar con el hilo de sangre pura lo tentaba, no necesitaban ser pareja aún si le gustaba la idea de tener cachorros y, si eso era lo que tomaba, estaba dispuesto a hacer su propia paz con un compañerismo que no era más que una formalidad. No estaría de acuerdo con Llamado Glacial en muchas cosas, sobre todo en el tono brusco que tomaba casi siempre, si bien la idea de un linaje puro era lo único que los uniría bajo ciertos términos entonces esperaba al menos poder criar a uno o dos a su propio modo.
—Acepto tu propuesta, Llamado Glacial. Que nuestra sangre sea un honor de portar.— Agachó la cabeza a modo aprobatorio, satisfecho con el estatus que tendrían las futuras crías viniendo de dos guerreros igualmente formidables y respetados.
Llamado Glacial
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Ante la respuesta del guerrero, infló su pecho orgullosa de sí misma. Criarlos sólo sería el primer paso hacia la restauración de la gloria del Trueno, sentenció con confianza segura de que aquello elevaría su estatus aún más, justo como tenía pensado. No cometería los mismos errores que la inepta de su madre, eso lo tenía seguro, era su momento de proclamarse como una madre…diferente. Mejor.
El prospecto de aquello hizo que sonriera de forma dientuda,como era de costumbre. Con los deberes realizados y su propósito cumplido, se limitó a saludar a su compañero con la cola para luego marcharse a hacer otras cosas. Divertirse, quizás. Tenía mucho tiempo para pensar en las crías y en su futuro después, faltaban dos lunas después de todo.
Llamado Glacial caminó hacia la pila de presas y tomó un ratón algo gordo. Después de todo, la cacería anterior la había dejado con hambre, y si quería divertirse necesitaba saciar su apetito primero, se dijo. Llevó su pieza a algún lugar lejano del campamento, donde acostumbraba a comer en soledad.
El prospecto de aquello hizo que sonriera de forma dientuda,como era de costumbre. Con los deberes realizados y su propósito cumplido, se limitó a saludar a su compañero con la cola para luego marcharse a hacer otras cosas. Divertirse, quizás. Tenía mucho tiempo para pensar en las crías y en su futuro después, faltaban dos lunas después de todo.
Llamado Glacial caminó hacia la pila de presas y tomó un ratón algo gordo. Después de todo, la cacería anterior la había dejado con hambre, y si quería divertirse necesitaba saciar su apetito primero, se dijo. Llevó su pieza a algún lugar lejano del campamento, donde acostumbraba a comer en soledad.