Zarpa de Jazmín estaba demasiado ansiosa por comenzar su entrenamiento. Sus orejas le ardían, y su pecho se sentía hinchado del orgullo aún, ¡No podía dormir en absoluto! Casi podía sentir su destino pisándole la cola, estaba destinada a ser una excelente guerrera, lo sentía en su sangre; la misma sangre que tenía su mentor, sangre del Clan del Trueno. La aprendiza daba vueltas en su lecho, aún sin conciliar el sueño desde la noche anterior, pues no sabía qué tal iría su entrenamiento, ¿Qué tipo de mentor sería Chaparrón para ella?
Cuando las primeras luces de la mañana atravesaron los helechos de su guarida, Zarpa de Jazmín pegó un salto sobre su lecho, y esquivó a toda velocidad al resto de aprendices de la guarida, pisando al menos dos colas hasta llegar a la salida. La gata blanquecina atravesó el campamento a zancadas hasta llegar a la guarida de los guerreros, dispuesta a ser quien sorprendiera a su mentor esa mañana, seguramente estaría orgulloso de que su aprendiz estuviese lista para comenzar su entrenamiento, y no holgazaneando como los demás aprendices.
Su cola se agitó, dubitativa, ¿Estaría dispuesta a irrumpir en la guarida de los guerreros sin permiso directo? Zarpa de Jazmín tragó saliva con fuerza, y su energía característica se drenó. Despertar a su mentor no parecía tan buena idea ahora, así que se limitó a guardar la entrada de la guarida, con la mirada firme en el firmamento.

—¿Y qué tipo de aprendiz seré yo? —murmuró para sí misma— ¿Me formaré para ser líder, algún día?— la aprendiz suspiró. Quería ser alguien importante para su Clan.
Su estómago rugió con fuerza, 《Supongo que debo acostumbrarme al hambre. Ahora que soy aprendiz, tendré que comer luego de que todos ya hayan comido》 ese tipo de problemas no los tenía cuando era una cachorra, con la barriga rebozando de leche; esta era su nueva vida, y estaba lista para servir con orgullo.