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Bienvenido,
Ambientación
Estación de la Hoja Caída ⸺ 19°C a 10°C
Los colores del paisaje comienzan a volverse anaranjados y marrones, y las hojas de los árboles comienzan a desprenderse de las ramas, cayendo sobre los territorios del bosque. Los guerreros se ponen más malhumorados de lo normal cuando sienten las frías brisas recorrer sus espinas, con la premisa de una estación más dura que la anterior. Incluso los Cuatro Árboles, que usualmente imponen respeto, ahora lentamente dejan caer sus hojas ante la mirada del Clan Estelar, quien está seguro que esta estación será dura para sus clanes, pero nada fuera de lo normal.Se abren las inscripciones a los Altos Cargos
El Otoño ha llegado
¡Apertura! Sean bienvenidos
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Pantanoso
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Como un dia normal de tareas, Pantanoso se encontraba armando otra patrulla fronteriza para la caida del dia, el clima de hoy manifestaba unos posibles chubascos que el lugarteniente queria evitar, muchas veces a causa de estos el río subia su caudal y se volvia peligroso hasta para los gatos del Clan del Río. Junto un par de gatos y se encamino a la salida con ellos, sintiendo bajo sus patas un augurio de mala suerte.
Se detuvo detras de la patrulla, mirando a sus alrededores, sintiendo que algo malo iba a suceder, se sentia apresado, como una presa siendo vigilada por un depredador mas grande. No le gustaba, le sentaba mal cuerpo. Cuando la patrulla llamo su atencion, Pantanoso volvio a ellos en silencio observando todo a su alrededor.
Al llegar al sendero de los dos patas que dividia el territorio, un inicio de llovizna comenzo a caer sobre los gatos, el sol del atardecer habia desaparecido de golpe y solo reflejos de su luz pasada quedaban en el cielo nublado. La patrulla se dividio en dos, siendo Pantanoso y Fronda quienes se dirigieron a la frontera con el Clan del Viento, a la cascada, su cascada, su lugar de tranquilidad. Cuando Fronda murmuro algo sobre el mal tiempo, Pantanoso contesto:
— No me gusta nada, algo esta mal —. Maullo, sintiendo las gotas volverse cada vez mas pesadas sobre su manto. — Marquemos la frontera y vayamonos —.
Preferiria volver mas rapido, evitando quedarse mas del tiempo necesario, pero a pesar de saber del mal clima y el posible peligro del caudal elevado, sabia que debian hacer el trabajo como todos los dias, con mas precaución. Era normal que Pantanoso permita que sus guerreros pesquen algo en el rio aunque sea una patrulla fronteriza y no de caza, todo alimento posible era necesario en esta epoca de comienzo de hambruna de la hoja caida.
Se detuvo detras de la patrulla, mirando a sus alrededores, sintiendo que algo malo iba a suceder, se sentia apresado, como una presa siendo vigilada por un depredador mas grande. No le gustaba, le sentaba mal cuerpo. Cuando la patrulla llamo su atencion, Pantanoso volvio a ellos en silencio observando todo a su alrededor.
Al llegar al sendero de los dos patas que dividia el territorio, un inicio de llovizna comenzo a caer sobre los gatos, el sol del atardecer habia desaparecido de golpe y solo reflejos de su luz pasada quedaban en el cielo nublado. La patrulla se dividio en dos, siendo Pantanoso y Fronda quienes se dirigieron a la frontera con el Clan del Viento, a la cascada, su cascada, su lugar de tranquilidad. Cuando Fronda murmuro algo sobre el mal tiempo, Pantanoso contesto:
— No me gusta nada, algo esta mal —. Maullo, sintiendo las gotas volverse cada vez mas pesadas sobre su manto. — Marquemos la frontera y vayamonos —.
Preferiria volver mas rapido, evitando quedarse mas del tiempo necesario, pero a pesar de saber del mal clima y el posible peligro del caudal elevado, sabia que debian hacer el trabajo como todos los dias, con mas precaución. Era normal que Pantanoso permita que sus guerreros pesquen algo en el rio aunque sea una patrulla fronteriza y no de caza, todo alimento posible era necesario en esta epoca de comienzo de hambruna de la hoja caida.
Fronda
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Fronda sintió cómo la llovizna comenzaba a empapar su largo pelaje, volviéndolo pesado e incómodo mientras seguía a Pantanoso a lo largo de la frontera. Aunque las nubes oscuras y el ambiente cargado le causaban un ligero nerviosismo, una chispa de emoción brillaba en sus ojos ámbar cada vez que dirigía la mirada hacia el río. Aquel lugar, su lugar especial, siempre lograba hacer que olvidara cualquier temor, incluso en una tarde tan extraña como esta.
Escuchó las palabras de Pantanoso y notó la preocupación en su voz. Con una sonrisa tranquilizadora, maulló:
— Solo será un rápido vistazo, te lo prometo. Un pez o dos y volveremos antes de que el río decida tragarse el bosque entero —. Se alejó de su lado antes de que él pudiera responder, dejando que la determinación tomara el control. "Siempre tan precavido, Pantanoso", pensó, divertida. Pero también sabía que ese era uno de los motivos por los que confiaba tanto en él.
Fronda avanzó por la orilla, subiendo con agilidad por las rocas que llevaban a la parte alta de la cascada. Las lluvias recientes habían acelerado la corriente, pero estaba segura de poder pescar en el borde sin acercarse demasiado al agua turbulenta. Mientras observaba el movimiento de las sombras de los peces bajo la superficie, lanzó un último vistazo hacia Pantanoso, quien estaba más abajo, visiblemente inquieto.
Con un leve ronroneo, pensó: "No te preocupes, grande y serio. Esto lo hago todos los días". Estiró la pata hacia un pez que se movía a contracorriente, concentrada en su presa.
Escuchó las palabras de Pantanoso y notó la preocupación en su voz. Con una sonrisa tranquilizadora, maulló:
— Solo será un rápido vistazo, te lo prometo. Un pez o dos y volveremos antes de que el río decida tragarse el bosque entero —. Se alejó de su lado antes de que él pudiera responder, dejando que la determinación tomara el control. "Siempre tan precavido, Pantanoso", pensó, divertida. Pero también sabía que ese era uno de los motivos por los que confiaba tanto en él.
Fronda avanzó por la orilla, subiendo con agilidad por las rocas que llevaban a la parte alta de la cascada. Las lluvias recientes habían acelerado la corriente, pero estaba segura de poder pescar en el borde sin acercarse demasiado al agua turbulenta. Mientras observaba el movimiento de las sombras de los peces bajo la superficie, lanzó un último vistazo hacia Pantanoso, quien estaba más abajo, visiblemente inquieto.
Con un leve ronroneo, pensó: "No te preocupes, grande y serio. Esto lo hago todos los días". Estiró la pata hacia un pez que se movía a contracorriente, concentrada en su presa.
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Pantanoso
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Escucho a la guerrera anaranjada tomar confianza de poder pescar algo en un clima tan amenazante como lo era la lluvia y en el peligro del ambiente como lo era un río crecido. — Fronda, no —. Logro mascullar rapido, pero Fronda ya se habia separado de su lado, trepando con facilidad a las rocas cercanas a la cascada.
Rocas que algunas veces algunas gatos habilidosos usaban para pescar salmones en temporada de apareamiento de estos. Pero no estaban en temporada de salmones. — Cagarrutas de zorro —. Maldijo viendo tenso a la guerrera.
Confiando ciegamente en las habilidades de la gata, Pantanoso se dedico a marcar las fronteras mientras ella pescaba algo, pero su atencion estaba en ella, evitando irse mas de lo que deberia de su lugar, incluso descuidando las marcas mas alejadas de la cascada. Ya las marcarian cuando Fronda baje de las rocas.
Cuando termino con las marcas mas cercanas, se acerco al rio observando a Fronda. Sus pelos estaban de puntas por la imprudencia de la gata, acercandose al borde de la casacada, viendo el desfiladero bajo ellos.
— Andando, Fronda, he terminado aqui, debemos seguir —. Levanto la voz por lo alto, la corriente rapida del rio y la lluvia que se habia tornado mas fuerte apaciguaban su voz.
Volvio a ver una vez mas debajo del desfiladero, no queriendo averiguar que sucederia si algun gato cayera por el mismo. Sacudio su cabeza, girando de vuelta para enfrentar a la gata anaranjada, caminando hacia el rio y metiendose levemente en él. Sin ir mas profundo, su nerviosismo silencioso golpeaba todo su cuerpo, y a pesar de ver una expresion seria o de profecionalismo en su rostro, los ojos de Pantanoso brillaban con preocupacion, sus bigotes moviendose, su lengua relamiendo sus fauces. Aplanaba las orejas levemente para evitar que el agua de la lluvia cada vez mas fuerte entrara en ellas.
Rocas que algunas veces algunas gatos habilidosos usaban para pescar salmones en temporada de apareamiento de estos. Pero no estaban en temporada de salmones. — Cagarrutas de zorro —. Maldijo viendo tenso a la guerrera.
Confiando ciegamente en las habilidades de la gata, Pantanoso se dedico a marcar las fronteras mientras ella pescaba algo, pero su atencion estaba en ella, evitando irse mas de lo que deberia de su lugar, incluso descuidando las marcas mas alejadas de la cascada. Ya las marcarian cuando Fronda baje de las rocas.
Cuando termino con las marcas mas cercanas, se acerco al rio observando a Fronda. Sus pelos estaban de puntas por la imprudencia de la gata, acercandose al borde de la casacada, viendo el desfiladero bajo ellos.
— Andando, Fronda, he terminado aqui, debemos seguir —. Levanto la voz por lo alto, la corriente rapida del rio y la lluvia que se habia tornado mas fuerte apaciguaban su voz.
Volvio a ver una vez mas debajo del desfiladero, no queriendo averiguar que sucederia si algun gato cayera por el mismo. Sacudio su cabeza, girando de vuelta para enfrentar a la gata anaranjada, caminando hacia el rio y metiendose levemente en él. Sin ir mas profundo, su nerviosismo silencioso golpeaba todo su cuerpo, y a pesar de ver una expresion seria o de profecionalismo en su rostro, los ojos de Pantanoso brillaban con preocupacion, sus bigotes moviendose, su lengua relamiendo sus fauces. Aplanaba las orejas levemente para evitar que el agua de la lluvia cada vez mas fuerte entrara en ellas.
Fronda
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Fronda había logrado pescar una trucha pequeña, una que apenas le dio una leve resistencia antes de quedar atrapada entre sus garras. Con una sonrisa de satisfacción, se inclinó para darle un rápido mordisco. El agua se arremolinaba a su alrededor, y aunque sentía el frío colarse entre las rocas, la emoción de pescar en un lugar tan alto y arriesgado la llenaba de una vitalidad inigualable.
Giró la cabeza hacia Pantanoso, intentando captar su expresión desde aquella distancia. Parecía inquieto, pero aquello solo la hizo querer impresionarlo aún más. "Ya pesqué uno pequeño... ahora vamos por algo que realmente valga la pena", pensó, con una chispa en sus ojos. Sabía que Pantanoso tenía razón en preocuparse, pero Fronda siempre había sido de espíritu libre, y en esos momentos, la adrenalina y el deseo de demostrar su habilidad eran más fuertes que cualquier precaución.
Fronda, orgullosa de su captura, dejó el pez cuidadosamente a un lado, en un lugar seguro y algo alejado del borde del río, pensando en cómo se vería a los ojos de Pantanoso al regresar con algo extra para el clan. Pero su mirada regresó una vez más al agua. Un movimiento bajo la superficie capturó su atención: un pez más grande y robusto, luchando contra la corriente, brillando como plata viva bajo la luz tenue.
"Esto es perfecto. Esto va a impresionar a Pantanoso", pensó con una chispa de determinación. "Un último pez y podré demostrarle de lo que soy capaz". Casi podía imaginar su mirada aprobatoria, y eso era justo el impulso que necesitaba.
Tensó sus músculos y se acercó aún más al borde, cada nervio de su cuerpo enfocado en el gran pez que nadaba a su alcance. Sin apartar la vista de su objetivo, Fronda se inclinó hacia adelante, sintiendo el latido acelerado de su corazón. Extendió una pata, dispuesta a aferrar su presa en el momento exacto. El pez se movió nuevamente, y en un acto impulsivo, Fronda lanzó ambas patas al agua, apenas rozando las escamas relucientes de su objetivo.
Pero el pez, en un movimiento inesperado, se giró bruscamente, y Fronda perdió el equilibrio. Sintió cómo la roca mojada se deslizaba bajo sus patas, traicionándola. Intentó recuperar el control, pero su cuerpo ya se tambaleaba peligrosamente hacia adelante. Al darse cuenta de que estaba a punto de caer, intentó aferrar con sus garras el borde rocoso, pero la corriente crecida la arrastraba hacia la cascada con una fuerza abrumadora.
Con un último esfuerzo desesperado, Fronda logró asirse de una roca saliente a medio camino hacia el vacío, jadeando y sintiendo el frío de las aguas golpear su cuerpo. Su corazón latía frenético mientras miraba hacia abajo, el rugido de la cascada llenando sus oídos. Sus patas resbalaban y apenas podía mantener el agarre. "No puedo… no puedo soltarme…"
— ¡Pantanoso! ¡Ayúdame! — gritó, su voz ahogada por la fuerza del río y el sonido de la cascada. Su cuerpo temblaba, y cada segundo que pasaba sentía cómo sus fuerzas disminuían. Sabía que no podía resistir mucho más tiempo.
Giró la cabeza hacia Pantanoso, intentando captar su expresión desde aquella distancia. Parecía inquieto, pero aquello solo la hizo querer impresionarlo aún más. "Ya pesqué uno pequeño... ahora vamos por algo que realmente valga la pena", pensó, con una chispa en sus ojos. Sabía que Pantanoso tenía razón en preocuparse, pero Fronda siempre había sido de espíritu libre, y en esos momentos, la adrenalina y el deseo de demostrar su habilidad eran más fuertes que cualquier precaución.
Fronda, orgullosa de su captura, dejó el pez cuidadosamente a un lado, en un lugar seguro y algo alejado del borde del río, pensando en cómo se vería a los ojos de Pantanoso al regresar con algo extra para el clan. Pero su mirada regresó una vez más al agua. Un movimiento bajo la superficie capturó su atención: un pez más grande y robusto, luchando contra la corriente, brillando como plata viva bajo la luz tenue.
"Esto es perfecto. Esto va a impresionar a Pantanoso", pensó con una chispa de determinación. "Un último pez y podré demostrarle de lo que soy capaz". Casi podía imaginar su mirada aprobatoria, y eso era justo el impulso que necesitaba.
Tensó sus músculos y se acercó aún más al borde, cada nervio de su cuerpo enfocado en el gran pez que nadaba a su alcance. Sin apartar la vista de su objetivo, Fronda se inclinó hacia adelante, sintiendo el latido acelerado de su corazón. Extendió una pata, dispuesta a aferrar su presa en el momento exacto. El pez se movió nuevamente, y en un acto impulsivo, Fronda lanzó ambas patas al agua, apenas rozando las escamas relucientes de su objetivo.
Pero el pez, en un movimiento inesperado, se giró bruscamente, y Fronda perdió el equilibrio. Sintió cómo la roca mojada se deslizaba bajo sus patas, traicionándola. Intentó recuperar el control, pero su cuerpo ya se tambaleaba peligrosamente hacia adelante. Al darse cuenta de que estaba a punto de caer, intentó aferrar con sus garras el borde rocoso, pero la corriente crecida la arrastraba hacia la cascada con una fuerza abrumadora.
Con un último esfuerzo desesperado, Fronda logró asirse de una roca saliente a medio camino hacia el vacío, jadeando y sintiendo el frío de las aguas golpear su cuerpo. Su corazón latía frenético mientras miraba hacia abajo, el rugido de la cascada llenando sus oídos. Sus patas resbalaban y apenas podía mantener el agarre. "No puedo… no puedo soltarme…"
— ¡Pantanoso! ¡Ayúdame! — gritó, su voz ahogada por la fuerza del río y el sonido de la cascada. Su cuerpo temblaba, y cada segundo que pasaba sentía cómo sus fuerzas disminuían. Sabía que no podía resistir mucho más tiempo.
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Pantanoso
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Una trucha.
Era suficiente. Penso. En este momento, Pantanoso no queria mas que otra cosa que Fronda se encuentre a su lado, lejos del peligro y a salvo con él. La actitud determinada y la capacidad de pescar en esas aguas tan turbulentas llenaban de orgullo a Pantanoso por la fuerza de sus guerreros, pero tambien incrementaban su temor por el lazo que los unia a él con todos ellos. Era su responsabilidad cuidar que no les suceda nada, aun cuando las situaciones en las que Fronda se encontraba ahora mismo eran a causa de ella. O eso pensaba él, jamas se le habria cruzado por la cabeza que Fronda intentaba fuertemente impresionarlo, para que la vea con otros ojos.
— Esta perfecto, Fronda. Ahora vamos —. Grito desde su lugar, dando unos pasos mas hacia el fondo, sintiendo mas y mas la fuerza del caudal.
Pero Fronda no se detuvo, iba por algo mayor, algo que capto su vista, pues pudo observar como dejaba la trucha a un lado cerca suyo y observaba con fiereza el río bajo ella. Un pez mas grande, penso él. Comenzo a caminar hacia ella desde el borde del rio, rapido y pesado, su paciencia y su cordura se estaban acabando. Debia sacar a Fronda de esa situacion ya.
Pero él fue lento, sus decisiones fueron lentas porque confiaba en la fuerza y habilidades de sus guerreros. No deberia haberlo hecho y estaba seguro que nunca lo volveria a hacer.
— ¡FRONDA! —.
Grito cuando vio como la gata anaranjada desaparecia dentro del río. La gata habia resbalado de la roca intentando pescar un pez mas grande de lo que deberia. No lo penso demasiado y Pantanoso se lanzo al rio como un sabalo, nadando rapidamente al mismo movimiento del agua. Su rostro, antes serio, ahora tenia una expresion de temor y preocupacion plasmada en él.
Al levantar la cabeza para respirar del turbulento caudal, vio como Fronda desaparecia bajo él, siendo tragada por la cascada. Con temor, logro subir levemente su cuerpo a una piedra en el salidero de la cascada, como un fantasma tenue, escucho la voz de Fronda clamando su ayuda.
Al mirar abajo, vio como la gata se aferraba a una roca saliente de la cascada, su cuerpo colgando hacia abajo, solo aferrada con sus garras sobre una roca mojada. Sin pensarlo bien, Pantanoso salto a una roca cerca de ella, golpeando su cuerpo con fuerza sobre la misma, imposible de caer de buena manera sobre la roca saliente. Sin darse cuenta, un hilo de sangre cayo sobre un corte provocado en su "ceja", arriba del ojo derecho.
— ¡Fronda! No mires abajo, mirame a mi y solo a mi —. Hablo rapidamente el lugarteniente, evitando que la gata mire debajo de ella y se ponga nerviosa. — Vas a estar bien ¿Si? Vas a salir de esta, te lo prometo —.
Con cuidado, se deslizo como un zorro hasta llegar a una roca un poco mas cerca de donde se encontraba Fronda, incapaz de saltar a la pequeña roca saliente que Fronda se aferraba por su vida. Era demasiado chica y él no cabia en ella para saltar. Se acomodo donde estaba, aferrando su cola lo maximo posible al suelo y preparando sus zarpas traceras mientras extandia ambas patas delanteras hacia la gata anaranjada.
Su corazon palpitando fuertemente sobre su pecho, incapaz de soportar perder a un guerrero mas... por su culpa.
— Va a dolerte, pero debes extender una de tus patas hacia mi y la aferrare con mis uñas —. Advirtio, esperando la accion de la gata.
Era suficiente. Penso. En este momento, Pantanoso no queria mas que otra cosa que Fronda se encuentre a su lado, lejos del peligro y a salvo con él. La actitud determinada y la capacidad de pescar en esas aguas tan turbulentas llenaban de orgullo a Pantanoso por la fuerza de sus guerreros, pero tambien incrementaban su temor por el lazo que los unia a él con todos ellos. Era su responsabilidad cuidar que no les suceda nada, aun cuando las situaciones en las que Fronda se encontraba ahora mismo eran a causa de ella. O eso pensaba él, jamas se le habria cruzado por la cabeza que Fronda intentaba fuertemente impresionarlo, para que la vea con otros ojos.
— Esta perfecto, Fronda. Ahora vamos —. Grito desde su lugar, dando unos pasos mas hacia el fondo, sintiendo mas y mas la fuerza del caudal.
Pero Fronda no se detuvo, iba por algo mayor, algo que capto su vista, pues pudo observar como dejaba la trucha a un lado cerca suyo y observaba con fiereza el río bajo ella. Un pez mas grande, penso él. Comenzo a caminar hacia ella desde el borde del rio, rapido y pesado, su paciencia y su cordura se estaban acabando. Debia sacar a Fronda de esa situacion ya.
Pero él fue lento, sus decisiones fueron lentas porque confiaba en la fuerza y habilidades de sus guerreros. No deberia haberlo hecho y estaba seguro que nunca lo volveria a hacer.
— ¡FRONDA! —.
Grito cuando vio como la gata anaranjada desaparecia dentro del río. La gata habia resbalado de la roca intentando pescar un pez mas grande de lo que deberia. No lo penso demasiado y Pantanoso se lanzo al rio como un sabalo, nadando rapidamente al mismo movimiento del agua. Su rostro, antes serio, ahora tenia una expresion de temor y preocupacion plasmada en él.
Al levantar la cabeza para respirar del turbulento caudal, vio como Fronda desaparecia bajo él, siendo tragada por la cascada. Con temor, logro subir levemente su cuerpo a una piedra en el salidero de la cascada, como un fantasma tenue, escucho la voz de Fronda clamando su ayuda.
Al mirar abajo, vio como la gata se aferraba a una roca saliente de la cascada, su cuerpo colgando hacia abajo, solo aferrada con sus garras sobre una roca mojada. Sin pensarlo bien, Pantanoso salto a una roca cerca de ella, golpeando su cuerpo con fuerza sobre la misma, imposible de caer de buena manera sobre la roca saliente. Sin darse cuenta, un hilo de sangre cayo sobre un corte provocado en su "ceja", arriba del ojo derecho.
— ¡Fronda! No mires abajo, mirame a mi y solo a mi —. Hablo rapidamente el lugarteniente, evitando que la gata mire debajo de ella y se ponga nerviosa. — Vas a estar bien ¿Si? Vas a salir de esta, te lo prometo —.
Con cuidado, se deslizo como un zorro hasta llegar a una roca un poco mas cerca de donde se encontraba Fronda, incapaz de saltar a la pequeña roca saliente que Fronda se aferraba por su vida. Era demasiado chica y él no cabia en ella para saltar. Se acomodo donde estaba, aferrando su cola lo maximo posible al suelo y preparando sus zarpas traceras mientras extandia ambas patas delanteras hacia la gata anaranjada.
Su corazon palpitando fuertemente sobre su pecho, incapaz de soportar perder a un guerrero mas... por su culpa.
— Va a dolerte, pero debes extender una de tus patas hacia mi y la aferrare con mis uñas —. Advirtio, esperando la accion de la gata.
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Fronda temblaba, sus garras cada vez más débiles sobre la roca resbaladiza, y su cuerpo colgaba peligrosamente hacia el vacío. Pero al escuchar el grito de Pantanoso llamándola, una chispa de esperanza encendió en su pecho. "Él está aquí", se dijo, y levantó la cabeza como pudo, buscando su mirada.
La figura de Pantanoso se distinguía entre la lluvia y la niebla de la cascada, su expresión tensa y determinada mientras extendía sus patas hacia ella. Sus palabras, llenas de seguridad, resonaron en su mente, apartando momentáneamente el miedo que la había paralizado.
— ¡Pantanoso...! — jadeó, aferrándose aún más fuerte, aunque cada fibra de su cuerpo comenzaba a resentir el esfuerzo. La presencia del lugarteniente, su seguridad y el destello de su mirada la ayudaban a resistir. Sabía que tenía que confiar en él, en que no la dejaría caer.
El frío y el peso de la corriente dificultaban cada movimiento, pero, tomando una respiración profunda, asintió con un leve temblor en su voz: — Confío en ti.
Fronda estiró su pata hacia Pantanoso, sintiendo el sudor frío en su frente y el temblor en sus músculos. Pero, en un instante fatídico, la roca mojada resbaló por completo bajo su garra, y no pudo sostenerse más. "¡No!" fue lo único que pudo gritar mientras su cuerpo caía hacia el vacío.
El aire se le escapó de los pulmones en un grito silencioso cuando golpeó las rocas que sobresalían del agua, el impacto le hizo perder el aliento. Con un golpe sordo, el agua la envolvió, y todo se volvió confuso y oscuro. Las corrientes la arrastraron, desorientándola mientras luchaba por volver a la superficie. Con cada intento de nadar, sentía cómo las fuerzas la abandonaban, y su cuerpo se movía más lento, cada vez más pesado.
La desesperación se apoderó de ella mientras trataba de mantenerse a flote, mirando hacia arriba, donde la luz se filtraba a través del agua agitada. "Debo... debo salir..." pensó, sus patas moviéndose en un esfuerzo inútil. Pero el frío calaba en sus huesos, y cada vez se sentía más débil. Las burbujas de aire a su alrededor se disipaban rápidamente, y las sombras de las rocas que la rodeaban parecían acercarse.
Finalmente, cuando el agotamiento fue demasiado, su cuerpo se hundió. Fronda cerró los ojos y, en su mente, las imágenes de su clan y de Pantanoso la invadieron, como un eco lejano de esperanza. Pero pronto, esa esperanza se desvaneció mientras el agua la envolvía por completo, llevándola hacia el fondo, donde ya no pudo luchar más contra la corriente y terminó por perder la conciencia.
La figura de Pantanoso se distinguía entre la lluvia y la niebla de la cascada, su expresión tensa y determinada mientras extendía sus patas hacia ella. Sus palabras, llenas de seguridad, resonaron en su mente, apartando momentáneamente el miedo que la había paralizado.
— ¡Pantanoso...! — jadeó, aferrándose aún más fuerte, aunque cada fibra de su cuerpo comenzaba a resentir el esfuerzo. La presencia del lugarteniente, su seguridad y el destello de su mirada la ayudaban a resistir. Sabía que tenía que confiar en él, en que no la dejaría caer.
El frío y el peso de la corriente dificultaban cada movimiento, pero, tomando una respiración profunda, asintió con un leve temblor en su voz: — Confío en ti.
Fronda estiró su pata hacia Pantanoso, sintiendo el sudor frío en su frente y el temblor en sus músculos. Pero, en un instante fatídico, la roca mojada resbaló por completo bajo su garra, y no pudo sostenerse más. "¡No!" fue lo único que pudo gritar mientras su cuerpo caía hacia el vacío.
El aire se le escapó de los pulmones en un grito silencioso cuando golpeó las rocas que sobresalían del agua, el impacto le hizo perder el aliento. Con un golpe sordo, el agua la envolvió, y todo se volvió confuso y oscuro. Las corrientes la arrastraron, desorientándola mientras luchaba por volver a la superficie. Con cada intento de nadar, sentía cómo las fuerzas la abandonaban, y su cuerpo se movía más lento, cada vez más pesado.
La desesperación se apoderó de ella mientras trataba de mantenerse a flote, mirando hacia arriba, donde la luz se filtraba a través del agua agitada. "Debo... debo salir..." pensó, sus patas moviéndose en un esfuerzo inútil. Pero el frío calaba en sus huesos, y cada vez se sentía más débil. Las burbujas de aire a su alrededor se disipaban rápidamente, y las sombras de las rocas que la rodeaban parecían acercarse.
Finalmente, cuando el agotamiento fue demasiado, su cuerpo se hundió. Fronda cerró los ojos y, en su mente, las imágenes de su clan y de Pantanoso la invadieron, como un eco lejano de esperanza. Pero pronto, esa esperanza se desvaneció mientras el agua la envolvía por completo, llevándola hacia el fondo, donde ya no pudo luchar más contra la corriente y terminó por perder la conciencia.
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Lo peor sucedio.
Lo que Pantanoso queria evitar que sucediera, eventualmente sucedio.
El lugarteniente quedo en silencio luego de ver como Fronda desaparecia ante sus ojos. Tan cerca, sus zarpas estuvieron tan cerca de sostenerla, sintiedo la fantasmagorica sensacion del pelaje calido de Fronda sobre sus almohadillas. Tan cerca... habia estado tan cerca de salvarla pero a la vez tan lejos.
Sus ojos se abrieron como rendijas al ver como el cuerpo de la guerrera chocaba con fuerza contra las rocas salientes antes de hundirse en el río. Él se quedo alli, en su lugar, inmovil por la sorpresa, de pronto una frase de su mentor se le vino a la mente:
Las decisiones tienen consecuencias...
Deciones. Sus decisiones. La frase se clavo en su pecho como una daga, era el responsable de la muerte de Fronda. No, no era culpa de ella, fue él quien deberia haberla bajado del pescueso de la roca, cegado por la confianza en las habilidades de sus guerreros. Se levanto por fin de su lugar, la sangre bajando mas por su cara, invadiendo mas su rostro, la lluvia y la escarcha del agua solo provocaban que su herida siga sangrando.
Era demasiado tarde, no habi podido salvarla. ¿Que le diria al clan? ¿A su padre, Rabo de Salmon? Que el lugarteniente que juro cuidarlos, cuidarla a ella, fue el causante de su muerte.
— Lo lamento mucho —. Murmuro hacia la cascada. — Fue mi culpa, lo siento, Fronda —.
Su cuerpo salio desprendido del agua, sus pulmones clamando aire. Pero su boca era incapaz de dar una bocanada de aire tan grande, asi que su nariz tuvo que hacerlo por ella misma. En sus fauces colgaba el inerte cuerpo de Fronda, agarrada del pescueso, aferraba sus dientes a la piel saliente de la guerrera no queriendo dejarla ir.
Era lo que deberia haber hecho en un principio, pero ahora caragaba con el cuerpo frio de ella.
Nado hacia la orilla del rio, alejados lo suficiente de la cascada para que esta no hundiera mas su cuerpo anaranjado y a él con ella. Aferrandose al barro de la orilla por la lluvia.
Pantanoso nunca le ha temido a la muerte, no era reacio a ella, ha matado y volveria a hacerlo.
Pero al ver el cuerpo inerte de Fronda en el suelo, su mente le debolvio las imagenes del cruel fallecimiento de su madre, de vuelta. Del fallecimiento de su abusivo padre y su hermano. De como Chapoteo de Sabalo, su mentor, lo golpeaba hasta la medula cuando fallaba en algo. Oh... como queria ser golpeado hasta desmayarse en este momento.
A pesar de todo, Pantanoso lo intento, se acerco a la gata anaranjada que yacia en el suelo fangoso y gentilmente pero con fuerza, comenzo a sacudirla de lado a lado, intentando reanimarla de alguna forma. Tenia algo de conocimientos sobre tratar heridas leves y hasta un poco mas graves, pero no tenia ni idea como reanimar una gata.
— Fronda, despierta, vamos —. Pidio a la guerrera. — Es hora de volver a casa, con tu padre, tienes que ir a visitar a Rabo de Salmon y contarle lo valiente que eres —.
Cuando movio a la gata para reanimarla, pudo sentir sus huesos quebrados y rotos bajo su piel. Por primera vez se sintio asqueado de la sensacion, era como tocar una presa luego de que esta sea cazada por él y su brutalidad. Solo que los huesos de Fronda eran mas grandes, mas notorios... y estaban rotos. Gruño por la sensacion, alejandose un paso hacia atras mientras sacudia su zarpa para quitarsela.
La lluvia, antes fuerte y potente, comenzaba a apaciguarse en un chaparron pasado.
Lo que Pantanoso queria evitar que sucediera, eventualmente sucedio.
El lugarteniente quedo en silencio luego de ver como Fronda desaparecia ante sus ojos. Tan cerca, sus zarpas estuvieron tan cerca de sostenerla, sintiedo la fantasmagorica sensacion del pelaje calido de Fronda sobre sus almohadillas. Tan cerca... habia estado tan cerca de salvarla pero a la vez tan lejos.
Sus ojos se abrieron como rendijas al ver como el cuerpo de la guerrera chocaba con fuerza contra las rocas salientes antes de hundirse en el río. Él se quedo alli, en su lugar, inmovil por la sorpresa, de pronto una frase de su mentor se le vino a la mente:
Las decisiones tienen consecuencias...
Deciones. Sus decisiones. La frase se clavo en su pecho como una daga, era el responsable de la muerte de Fronda. No, no era culpa de ella, fue él quien deberia haberla bajado del pescueso de la roca, cegado por la confianza en las habilidades de sus guerreros. Se levanto por fin de su lugar, la sangre bajando mas por su cara, invadiendo mas su rostro, la lluvia y la escarcha del agua solo provocaban que su herida siga sangrando.
Era demasiado tarde, no habi podido salvarla. ¿Que le diria al clan? ¿A su padre, Rabo de Salmon? Que el lugarteniente que juro cuidarlos, cuidarla a ella, fue el causante de su muerte.
— Lo lamento mucho —. Murmuro hacia la cascada. — Fue mi culpa, lo siento, Fronda —.
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Su cuerpo salio desprendido del agua, sus pulmones clamando aire. Pero su boca era incapaz de dar una bocanada de aire tan grande, asi que su nariz tuvo que hacerlo por ella misma. En sus fauces colgaba el inerte cuerpo de Fronda, agarrada del pescueso, aferraba sus dientes a la piel saliente de la guerrera no queriendo dejarla ir.
Era lo que deberia haber hecho en un principio, pero ahora caragaba con el cuerpo frio de ella.
Nado hacia la orilla del rio, alejados lo suficiente de la cascada para que esta no hundiera mas su cuerpo anaranjado y a él con ella. Aferrandose al barro de la orilla por la lluvia.
Pantanoso nunca le ha temido a la muerte, no era reacio a ella, ha matado y volveria a hacerlo.
Pero al ver el cuerpo inerte de Fronda en el suelo, su mente le debolvio las imagenes del cruel fallecimiento de su madre, de vuelta. Del fallecimiento de su abusivo padre y su hermano. De como Chapoteo de Sabalo, su mentor, lo golpeaba hasta la medula cuando fallaba en algo. Oh... como queria ser golpeado hasta desmayarse en este momento.
A pesar de todo, Pantanoso lo intento, se acerco a la gata anaranjada que yacia en el suelo fangoso y gentilmente pero con fuerza, comenzo a sacudirla de lado a lado, intentando reanimarla de alguna forma. Tenia algo de conocimientos sobre tratar heridas leves y hasta un poco mas graves, pero no tenia ni idea como reanimar una gata.
— Fronda, despierta, vamos —. Pidio a la guerrera. — Es hora de volver a casa, con tu padre, tienes que ir a visitar a Rabo de Salmon y contarle lo valiente que eres —.
Cuando movio a la gata para reanimarla, pudo sentir sus huesos quebrados y rotos bajo su piel. Por primera vez se sintio asqueado de la sensacion, era como tocar una presa luego de que esta sea cazada por él y su brutalidad. Solo que los huesos de Fronda eran mas grandes, mas notorios... y estaban rotos. Gruño por la sensacion, alejandose un paso hacia atras mientras sacudia su zarpa para quitarsela.
La lluvia, antes fuerte y potente, comenzaba a apaciguarse en un chaparron pasado.