La aprendiza del Clan del Río estaba en su propia aventura, se había aventurado siguiendo el río, ocasionalmente la aprendiza se sacudía las patas debido a la humedad de la zona, no era la mayor fanática del agua, de hecho no le gustaba el agua.

Termino por ir saltando de a poco a poco en el suelo hasta llegar a un lugar que la intrigaba, esa cosa de piedra que se extendía sobre el rio y llegaba al otro lado, papá le había dicho que no se acercará a ese lugar.

Pero Zarpa de Bosque era tonta y curiosa, y como no podía mantenerse quieta mucho rato, la anaranjada puso una pata en aquella roca, estaba fría pero aunque era curiosa, era algo nuevo y a Zarpa de Bosque le aterrorizaba lo nuevo, lo desconocido.

Tan rápido como puso su pata, la quito y se alejó.

Su cola se erizo mientras olfateaba la roca extraña ¿Qué rayos era esa cosa? ¿Qué había más haya de esa roca? ¿Eso era el territorio del Clan del Trueno? ¿Sería mala idea acercarse a olfatear? Quería saber como olían, quería saber si su pasto era distinto al de el territorio que ya conocía ¿Sería seco? ¿Húmedo? ¿Se sentiría como pasto?

...

Claro que se sentiría como pasto, pasto era pasto.