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Bienvenido,
Ambientación
Estación sin Hojas ⸺ -3°C a 9°C
El paisaje de esta estación es más lúgubre de costumbre, todo se encuentra bajo una capa blanca de nieve y escarcha. Las presas son más precavidas de lo normal y se esconden de los guerreros que las necesitan para subsistir en esta dura estación: todo escasea, las presas, las hierbas. El frío se apodera de los largos días pero sobre todo de las largas noches donde los guerreros se acobijan en sus lechos, buscando consuelo entre sus compañeros debido a las bajas temperaturas y largas jornadas de cacería sin éxito.Se postea el resultado del Santa Secreto. Click aquí
El Invierno ha llegado
Se abren las inscripciones a los Altos Cargos
El Otoño ha llegado
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Plateado
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Género : Masculino
Rango : Solitario
Moderador
El sol de la cálida tarde bañaba con su luz melada las ramas de los cuatro árboles, proyectando sombras alargadas que bailaban con el viento sobre las raíces y parches de hierba que cubrían en el suelo. Zarpa de halcón respiraba con dificultad mientras recuperaba el aliento tras su persecución, El conejo que lo había traído hasta aquí y con tanto empeño había perseguido se había desvanecido por completo, alejándose con facilidad lejos de sus zarpas. el aroma de la presa, tan claro antes, se empezaba a diluir con la brisa que soplaba sol sorpresivamente cercano territorio del clan del trueno.
El aprendiz se quedó inmóvil un momento. ponderando que debía hacer. Había cruzado la línea de su deber al perseguir a su presa hasta un punto tan lejano de su clan. Para el, había algo solemne y casi sagrado en las fronteras de los clanes. Pero la emoción de la caza, la ilusión de poder regresar al campamento con una pieza como esa para demostrar su valía como cazador, le había cegado. Ahora estaba allí, en un lugar que no debía, golpeado por la culpa
Pero antes de que pudiera abandonar ese lugar y volver a la seguridad, un crujido suave lo sacó de sus pensamientos, zarpa de halcón levantó la cabeza, sus orejas se giraron hacia el sonido, y tras un instante que pareció eterno, la vio.
Apareciendo entre la espesura con pasos seguros, una gata se detuvo justo al otro lado de la frontera, le miró con ojos azules que le parecieron tan o más profundos que el cielo del manto plateado justo antes de que se ponga el sol. Su pelaje era de color canela atigrado y parecía brillar bajo los últimos rayos del sol, Cada uno de sus movimientos parecía deliberado, controlado y grácil. Como si todo a su alrededor se hubiese detenido para contemplarla. Había algo en su porte que le llenaba de autoridad, pero su mirada reflejaba una chispa de curiosidad especial en la forma en que ladeaba ligeramente la cabeza al verlo.
—¿Es que el Clan del Viento está tan necesitado que sus aprendices ya no respetan las fronteras? —preguntó con un tono burlón, en el que el joven no pudo notar hostilidad.
Zarpa de halcón, irguió la espalda con rapidez, intentando recuperar un poco la compostura. No era de los que se dejaban intimidar fácilmente, pero algo en esa gata hacía tambalear su seguridad y confianza.
—No estaba cazando aquí... perseguía un conejo que escapo desde nuestro territorio —Replicó defendiéndose con seriedad, incluso con más firmeza de la que realmente sentía. Sus ojos ámbar se encontraron con los de ella y por un solo instante, todo a su alrededor pareció detenerse. Zarpa de Halcón ya era un aprendiz avanzado, había aprendido analizar las situaciones y a observar los detalles con detenimiento, pero ahora lo único que podía hacer era mirarla.
La gata arqueó una ceja y sus bigotes temblaron levemente, mientras una leve sonrisa juguetona se dibujaba en su rostro. Dio un paso al frente, aunque se mantuvo justo dentro de los límites de su territorio
—Ah, claro... solo perseguías un conejo. qué típico para el clan del viento — Respondió, aunque su tono carecía de la dureza de una acusación. Era como si estuviera probando el terreno, evaluando como respondía.
—Es la verdad —Insistió el aprendiz, levantando la barbilla. Aunque su tono seguía serio, había un leve rubor debajo de su pelaje. La mirada de la gata le hacía sentir vulnerable, como si pudiera ver a través de sus palabras.
Ella se limitó a soltar una suave risa, que pareció resonar en el claro de la misma forma que lo haría el murmuró de una cascada lejana.
-Eres muy serio para ser un aprendiz. ¿siempre eres así? —pregunto, esta vez con un matiz más suave y cercano.
Zarpa de Halcón abrió la boca para replicar, pero cerró el hocico antes de hablar. En el fondo era cierto, tendía a ser algo serio, incluso para su edad. Su mentor a menudo lo alababa por su concentración, nadie lo había señalado de esa forma. tras esa pequeña pausa, murmuro finalmente con una mezcla de interés y diversión.
—No creo que sea algo malo —Desviando la mirada un instante, solo para casi de inmediato volver a encontrarse con los ojos azules de la gata.
—No lo es —Concedió ella, dando otro paso hacia la frontera. Su cola ondulaba detrás de ella, con movimientos que parecían deliberados para llamar su atención. —Pero no es malo relajarse un poco. Después de todo, solo estamos charlando.
La brisa que cruzaba el claro arrastró su aroma hacia él, llenándole con un olor cálido y herbal, lleno de vida y frescura. El joven sintió que como sus patas se clavaban más firmemente en el suelo, como si un movimiento en falso pudiera romper el frágil momento.
—¿qué hay de ti? —se aventuró a preguntar, con más audacia de la que el mismo esperaba. —¿Patrullas siempre por aquí... o acaso fue suerte que nos cruzaremos?
La sonrisa de la gata se ensanchó, por un momento, Zarpa de halcón pensó que había dicho algo muy tonto. Pero en lugar de una burla, ella inclinó ligeramente la cabeza, como si evaluara la pregunta
—Supongo que podrías decir que hoy, fue suerte —respondió, con un brillo travieso en sus ojos —Pero... quizás de ahora en adelante me pase más seguido por aquí
El corazón del aprendiz se aceleró. No sabía qué decir, siquiera si debía decir algo. Siempre había sido un joven dedicado al clan y al código, pero en ese momento, las certezas de esas las lecciones parecían desvanecerse. Lo único claro era la presencia de aquella felina color canela, cuya mirada parecía arrancar una parte de su alma que el mismo no sabía que existía.
mientras es sol empezaba a descender, pintando de tonos dorados el cielo, Bajo las alargadas sombras de los árboles, Zarpa de Halcón sintió algo nuevo, algo que jamás había sentido. Una necesidad que no podía explicar con palabras, quería quedarse ahí mismo, perdido en los ojos de esa guerrera, aunque fuera un poco más.
Un silencio cómodo se instaló entre los dos, mientras ambos grababan el rostro del otro en su memoria, mientras la luz del día se esfumaba.
Fue ella la primera en romper el hechizo
—Deberías regresar antes de que alguien te empiece a extrañar —dijo, su tono se mantuvo con la misma ligereza de antes, aunque ahora con un rastro de seriedad. Dio un paso atrás, en dirección a su territorio, aunque aún si apartar su mirada del aprendiz
Zarpa de Halcón sintió una mezcla de gratitud y algo más que no llegaba a identificar aún. Asintió, pero se quedó en el lugar un instante.
—Tienes... Tienes razón —Respondió, su voz ahora sonaba más suave. Miro hacia el territorio de su clan, atravesando los cuatro robles, donde la maleza cedía al espacio abierto de la llanura. Sabía que debía marcharse, pero sus patas parecían clavadas al suelo
La gata notó su vacilación y dejó escapar un ronroneo risueño
—No te pongas así, cazador de conejos. Esto no es un adiós para siempre. Si el destino quiere que nos encontremos de nuevo, lo hará —dijo ladeando lentamente la cabeza con una sonrisa traviesa, pero sincera.
Él parpadeó, sorprendido por la seguridad de sus palabras, decidido a creer realmente en ellas. Finalmente, sus patas empezaron a moverse, aunque cada paso que le alejaba parecía más difícil
—Entonces, espero que el destino decida pronto... —murmuro, girándose una última vez antes de alejarse demasiado.
Ella sonrió y asintió ligeramente, dando un salto atrás. pero antes de desaparecer por completo entre el follaje, levantó la voz lo suficiente para asegurarse de que la oyera
—Me llamo Torrentera. No lo olvides.
Zarpa de halcón se detuvo en seco. volviéndose a mirarla con los ojos abiertos de par en par. no sabía si debía responder con su propio nombre, pero algo en su interior le dijo que de alguna forma ella ya lo sabía. en lugar de eso, asintió con fuerza. sin confiar en su voz para no quebrarse.
Y entonces se fue, el eco de su nombre reverberando en su mente, tan claro como si ella lo hubiera grabado en el viento que ahora soplaba contra su pelaje.
Mientras se alejaba, zarpa de Halcón no pudo evitar sentir que algo en él había cambiado. No podía decir qué era exactamente, pero la sensación le acompañaba, un calor extraño que se mantuvo, incluso cuando el campamento del Clan del Viento apareció ante él, vio a su hermano y su mentor cerca de la entrada, curiosos por verlo regresar con las zarpas vacías, pronto tendría que pensar en una excusa, pero ahora la mente del aprendiz estaba ocupada
Torrentera.
El nombre quedó atrapado en su corazón como una promesa, una que le ataba a los Cuatro Árboles con el horizonte lejano. Sin importar cuánto tiempo pasara, supo en lo más profundo del el que volvería a verla.
El aprendiz se quedó inmóvil un momento. ponderando que debía hacer. Había cruzado la línea de su deber al perseguir a su presa hasta un punto tan lejano de su clan. Para el, había algo solemne y casi sagrado en las fronteras de los clanes. Pero la emoción de la caza, la ilusión de poder regresar al campamento con una pieza como esa para demostrar su valía como cazador, le había cegado. Ahora estaba allí, en un lugar que no debía, golpeado por la culpa
Pero antes de que pudiera abandonar ese lugar y volver a la seguridad, un crujido suave lo sacó de sus pensamientos, zarpa de halcón levantó la cabeza, sus orejas se giraron hacia el sonido, y tras un instante que pareció eterno, la vio.
Apareciendo entre la espesura con pasos seguros, una gata se detuvo justo al otro lado de la frontera, le miró con ojos azules que le parecieron tan o más profundos que el cielo del manto plateado justo antes de que se ponga el sol. Su pelaje era de color canela atigrado y parecía brillar bajo los últimos rayos del sol, Cada uno de sus movimientos parecía deliberado, controlado y grácil. Como si todo a su alrededor se hubiese detenido para contemplarla. Había algo en su porte que le llenaba de autoridad, pero su mirada reflejaba una chispa de curiosidad especial en la forma en que ladeaba ligeramente la cabeza al verlo.
—¿Es que el Clan del Viento está tan necesitado que sus aprendices ya no respetan las fronteras? —preguntó con un tono burlón, en el que el joven no pudo notar hostilidad.
Zarpa de halcón, irguió la espalda con rapidez, intentando recuperar un poco la compostura. No era de los que se dejaban intimidar fácilmente, pero algo en esa gata hacía tambalear su seguridad y confianza.
—No estaba cazando aquí... perseguía un conejo que escapo desde nuestro territorio —Replicó defendiéndose con seriedad, incluso con más firmeza de la que realmente sentía. Sus ojos ámbar se encontraron con los de ella y por un solo instante, todo a su alrededor pareció detenerse. Zarpa de Halcón ya era un aprendiz avanzado, había aprendido analizar las situaciones y a observar los detalles con detenimiento, pero ahora lo único que podía hacer era mirarla.
La gata arqueó una ceja y sus bigotes temblaron levemente, mientras una leve sonrisa juguetona se dibujaba en su rostro. Dio un paso al frente, aunque se mantuvo justo dentro de los límites de su territorio
—Ah, claro... solo perseguías un conejo. qué típico para el clan del viento — Respondió, aunque su tono carecía de la dureza de una acusación. Era como si estuviera probando el terreno, evaluando como respondía.
—Es la verdad —Insistió el aprendiz, levantando la barbilla. Aunque su tono seguía serio, había un leve rubor debajo de su pelaje. La mirada de la gata le hacía sentir vulnerable, como si pudiera ver a través de sus palabras.
Ella se limitó a soltar una suave risa, que pareció resonar en el claro de la misma forma que lo haría el murmuró de una cascada lejana.
-Eres muy serio para ser un aprendiz. ¿siempre eres así? —pregunto, esta vez con un matiz más suave y cercano.
Zarpa de Halcón abrió la boca para replicar, pero cerró el hocico antes de hablar. En el fondo era cierto, tendía a ser algo serio, incluso para su edad. Su mentor a menudo lo alababa por su concentración, nadie lo había señalado de esa forma. tras esa pequeña pausa, murmuro finalmente con una mezcla de interés y diversión.
—No creo que sea algo malo —Desviando la mirada un instante, solo para casi de inmediato volver a encontrarse con los ojos azules de la gata.
—No lo es —Concedió ella, dando otro paso hacia la frontera. Su cola ondulaba detrás de ella, con movimientos que parecían deliberados para llamar su atención. —Pero no es malo relajarse un poco. Después de todo, solo estamos charlando.
La brisa que cruzaba el claro arrastró su aroma hacia él, llenándole con un olor cálido y herbal, lleno de vida y frescura. El joven sintió que como sus patas se clavaban más firmemente en el suelo, como si un movimiento en falso pudiera romper el frágil momento.
—¿qué hay de ti? —se aventuró a preguntar, con más audacia de la que el mismo esperaba. —¿Patrullas siempre por aquí... o acaso fue suerte que nos cruzaremos?
La sonrisa de la gata se ensanchó, por un momento, Zarpa de halcón pensó que había dicho algo muy tonto. Pero en lugar de una burla, ella inclinó ligeramente la cabeza, como si evaluara la pregunta
—Supongo que podrías decir que hoy, fue suerte —respondió, con un brillo travieso en sus ojos —Pero... quizás de ahora en adelante me pase más seguido por aquí
El corazón del aprendiz se aceleró. No sabía qué decir, siquiera si debía decir algo. Siempre había sido un joven dedicado al clan y al código, pero en ese momento, las certezas de esas las lecciones parecían desvanecerse. Lo único claro era la presencia de aquella felina color canela, cuya mirada parecía arrancar una parte de su alma que el mismo no sabía que existía.
mientras es sol empezaba a descender, pintando de tonos dorados el cielo, Bajo las alargadas sombras de los árboles, Zarpa de Halcón sintió algo nuevo, algo que jamás había sentido. Una necesidad que no podía explicar con palabras, quería quedarse ahí mismo, perdido en los ojos de esa guerrera, aunque fuera un poco más.
Un silencio cómodo se instaló entre los dos, mientras ambos grababan el rostro del otro en su memoria, mientras la luz del día se esfumaba.
Fue ella la primera en romper el hechizo
—Deberías regresar antes de que alguien te empiece a extrañar —dijo, su tono se mantuvo con la misma ligereza de antes, aunque ahora con un rastro de seriedad. Dio un paso atrás, en dirección a su territorio, aunque aún si apartar su mirada del aprendiz
Zarpa de Halcón sintió una mezcla de gratitud y algo más que no llegaba a identificar aún. Asintió, pero se quedó en el lugar un instante.
—Tienes... Tienes razón —Respondió, su voz ahora sonaba más suave. Miro hacia el territorio de su clan, atravesando los cuatro robles, donde la maleza cedía al espacio abierto de la llanura. Sabía que debía marcharse, pero sus patas parecían clavadas al suelo
La gata notó su vacilación y dejó escapar un ronroneo risueño
—No te pongas así, cazador de conejos. Esto no es un adiós para siempre. Si el destino quiere que nos encontremos de nuevo, lo hará —dijo ladeando lentamente la cabeza con una sonrisa traviesa, pero sincera.
Él parpadeó, sorprendido por la seguridad de sus palabras, decidido a creer realmente en ellas. Finalmente, sus patas empezaron a moverse, aunque cada paso que le alejaba parecía más difícil
—Entonces, espero que el destino decida pronto... —murmuro, girándose una última vez antes de alejarse demasiado.
Ella sonrió y asintió ligeramente, dando un salto atrás. pero antes de desaparecer por completo entre el follaje, levantó la voz lo suficiente para asegurarse de que la oyera
—Me llamo Torrentera. No lo olvides.
Zarpa de halcón se detuvo en seco. volviéndose a mirarla con los ojos abiertos de par en par. no sabía si debía responder con su propio nombre, pero algo en su interior le dijo que de alguna forma ella ya lo sabía. en lugar de eso, asintió con fuerza. sin confiar en su voz para no quebrarse.
Y entonces se fue, el eco de su nombre reverberando en su mente, tan claro como si ella lo hubiera grabado en el viento que ahora soplaba contra su pelaje.
Mientras se alejaba, zarpa de Halcón no pudo evitar sentir que algo en él había cambiado. No podía decir qué era exactamente, pero la sensación le acompañaba, un calor extraño que se mantuvo, incluso cuando el campamento del Clan del Viento apareció ante él, vio a su hermano y su mentor cerca de la entrada, curiosos por verlo regresar con las zarpas vacías, pronto tendría que pensar en una excusa, pero ahora la mente del aprendiz estaba ocupada
Torrentera.
El nombre quedó atrapado en su corazón como una promesa, una que le ataba a los Cuatro Árboles con el horizonte lejano. Sin importar cuánto tiempo pasara, supo en lo más profundo del el que volvería a verla.