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Bienvenido,
Ambientación
Estación sin Hojas ⸺ -3°C a 9°C
El paisaje de esta estación es más lúgubre de costumbre, todo se encuentra bajo una capa blanca de nieve y escarcha. Las presas son más precavidas de lo normal y se esconden de los guerreros que las necesitan para subsistir en esta dura estación: todo escasea, las presas, las hierbas. El frío se apodera de los largos días pero sobre todo de las largas noches donde los guerreros se acobijan en sus lechos, buscando consuelo entre sus compañeros debido a las bajas temperaturas y largas jornadas de cacería sin éxito.Se postea el resultado del Santa Secreto. Click aquí
El Invierno ha llegado
Se abren las inscripciones a los Altos Cargos
El Otoño ha llegado
¡Apertura! Sean bienvenidos
Zarpa de Menta
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Género : Femenino
Rango : Aprendiz de Curandero
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Zarpa de Menta estaba concentrada en su tarea, ordenando cuidadosamente las hierbas medicinales en la guarida del curandero. Su cola blanca y sedosa ondeaba ligeramente mientras sus patas empujaban pequeños montones de hojas hacia sus lugares correspondientes. El aroma fresco de las plantas llenaba el aire, aunque las reservas eran escasas, algo que la joven aprendiz no podía dejar de notar. Más al fondo, Melodía de Brasas descansaba con los ojos cerrados. No parecía tener intención de moverse ni de dejar que alguien interrumpiera su recuperación tras haber trabajado tanto con Zarpa de Bosque. Zarpa de Menta le dedicó una breve mirada antes de continuar con lo suyo, dejando escapar un suspiro.
Cuando estaba colocando el último manojo de hojas, una sombra enorme cubrió la entrada de la guarida. Las orejas de Zarpa de Menta se alzaron, y giró rápidamente la cabeza para ver quién era. Allí, bloqueando la luz de la salida, se encontraba Pantanoso, con su imponente figura y su pelaje oscuro, que contrastaba con la claridad de la guarida.
Zarpa de Menta parpadeó sorprendida antes de inclinar ligeramente la cabeza en señal de respeto.
—Hola, Pantanoso. —saludó con un tono educado y una leve sonrisa—. ¿Puedo ayudarte en algo?
Cuando estaba colocando el último manojo de hojas, una sombra enorme cubrió la entrada de la guarida. Las orejas de Zarpa de Menta se alzaron, y giró rápidamente la cabeza para ver quién era. Allí, bloqueando la luz de la salida, se encontraba Pantanoso, con su imponente figura y su pelaje oscuro, que contrastaba con la claridad de la guarida.
Zarpa de Menta parpadeó sorprendida antes de inclinar ligeramente la cabeza en señal de respeto.
—Hola, Pantanoso. —saludó con un tono educado y una leve sonrisa—. ¿Puedo ayudarte en algo?
I guess I want to be fascinated by the place of dreams
I guess I was drowning somewhere that’s deeper than the sea
Pantanoso
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Rango : Lugarteniente
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La tarde del dia, Pantanoso se encontraba cojeando debido a una herida punsante en su gruesa pata, volviendo con una patrulla pequeña de caza detras suyo. Por suerte, todos cargaban con peces en sus bocas, rebosantes y brillantes, perfectos para alimentar a los felinos y prepararlos para la Estacion de la Hoja Caida.
Desde el suceso con Fronda, Pantanoso seguia siendo el mismo lugarteniente duro, frivolo y a veces cruel que largas lunas atras habia dejado atras. Su primo se preocupaba porque, poco a poco, estaba volviendo a perder a su familiar.
Pantanoso de nuevo se habia acorazado detras del manto del "Fantasma del Clan del Rio", una entidad despiadada.
— Vayan a dejarle algo de comer a las reinas y puede ir a descansar —.
Aviso el lugarteniente, lanzando una mirada dura a sus guerreros, observando que ninguno trate de tomar una pieza de pescado sin que antes las reinas y cachorros hayan comido algo. Él por su parte, tomo un pescado fresco del monton y con un latigazo de cola dejo atras a los integrantes de la patrulla, cojeando hacia la guarida de las curanderas.
Cuando llego se vio sorprendiendo, sin intencion, a la aprendiza de Melodia de Brasas, la pobre Zarpa de Menta se llevo un susto por parte del lugarteniente. Con cuidado, dejo el gran pescado en el suelo, cerca de la aprendiza y con una reverencia saludo a ambas curanderas, siendo mas calmo con ellas. Pantanoso tenia un profundo respeto por los curanderos, especialmente por ambas de su clan.
— Buenas tardes, Zarpa de Menta —. Saludo, y luego levanto la cabeza dirigiendose al fondo, — A ti tambien, Melodia de Brasas —. Saludo a la mayor al fondo.
Con los saludos dados, el lugarteniente se interno aun mas en la guarida de las curanderas, en un lugar donde no estorbara tanto con su tamaño. Sin mediar palabra, se sento en un pequeño espacio que encontro, levantando su pata que ahora tenia pequeños hilos de sangre en la misma.
— Fui atacado por un maldito bagre —. Comento seco.
Desde el suceso con Fronda, Pantanoso seguia siendo el mismo lugarteniente duro, frivolo y a veces cruel que largas lunas atras habia dejado atras. Su primo se preocupaba porque, poco a poco, estaba volviendo a perder a su familiar.
Pantanoso de nuevo se habia acorazado detras del manto del "Fantasma del Clan del Rio", una entidad despiadada.
— Vayan a dejarle algo de comer a las reinas y puede ir a descansar —.
Aviso el lugarteniente, lanzando una mirada dura a sus guerreros, observando que ninguno trate de tomar una pieza de pescado sin que antes las reinas y cachorros hayan comido algo. Él por su parte, tomo un pescado fresco del monton y con un latigazo de cola dejo atras a los integrantes de la patrulla, cojeando hacia la guarida de las curanderas.
Cuando llego se vio sorprendiendo, sin intencion, a la aprendiza de Melodia de Brasas, la pobre Zarpa de Menta se llevo un susto por parte del lugarteniente. Con cuidado, dejo el gran pescado en el suelo, cerca de la aprendiza y con una reverencia saludo a ambas curanderas, siendo mas calmo con ellas. Pantanoso tenia un profundo respeto por los curanderos, especialmente por ambas de su clan.
— Buenas tardes, Zarpa de Menta —. Saludo, y luego levanto la cabeza dirigiendose al fondo, — A ti tambien, Melodia de Brasas —. Saludo a la mayor al fondo.
Con los saludos dados, el lugarteniente se interno aun mas en la guarida de las curanderas, en un lugar donde no estorbara tanto con su tamaño. Sin mediar palabra, se sento en un pequeño espacio que encontro, levantando su pata que ahora tenia pequeños hilos de sangre en la misma.
— Fui atacado por un maldito bagre —. Comento seco.
Zarpa de Menta
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Zarpa de Menta dio un pequeño respingo al ver la figura de Pantanoso bloquear la entrada de la guarida. Su cola se erizó un instante, pero se apresuró a calmarse al reconocer al lugarteniente. Los ojos celestes de la joven aprendiz bajaron un momento hacia el pescado que él había dejado, antes de volver a mirar con cierta timidez al imponente guerrero.
—Buenas tardes, Pantanoso —murmuró, inclinando respetuosamente la cabeza.
Mientras el lugarteniente se adentraba en la guarida, Zarpa de Menta trató de mantener la compostura. Sabía que Pantanoso no era alguien con quien se pudiera cometer un error, y aunque ella era perfeccionista por naturaleza, su mente rápidamente repasó los procedimientos para atender heridas punzantes, asegurándose de que no faltara nada. Cuando él se sentó y levantó la pata herida, Zarpa de Menta no pudo evitar que su nariz se arrugara ligeramente al ver los hilos de sangre. ¿Un bagre? Eso explicaba las pequeñas marcas irregulares en la piel.
—¿Un bagre? —repitió en un susurro, más para sí misma que para él. Ladeó la cabeza y comenzó a acercarse con movimientos elegantes, tratando de no parecer nerviosa—. Debió ser doloroso... y peligroso.
Mientras observaba la herida más de cerca, añadió con un tono firme pero respetuoso:
—Voy a limpiarla primero para evitar una infección, y luego aplicaré una pasta de caléndula. Por favor, trate de no mover la pata, ¿de acuerdo?
Sin esperar respuesta, se giró hacia los estantes donde estaban las hierbas. Cada movimiento era meticuloso, casi obsesivo, mientras seleccionaba las plantas necesarias. A pesar de su juventud y su desarrollo más lento, Zarpa de Menta era consciente de que debía mostrar seguridad, especialmente frente a alguien como Pantanoso.
Volvió con las hierbas y una telita húmeda hecha con musgo. Mientras trabajaba, no pudo evitar preguntar con curiosidad, aunque con cuidado:
—¿Siempre es tan... valiente cuando caza, o fue solo un día especialmente desafortunado?
La pregunta era honesta, sin rastro de burla, pero su tono mostraba un respeto evidente por el lugarteniente.
—Buenas tardes, Pantanoso —murmuró, inclinando respetuosamente la cabeza.
Mientras el lugarteniente se adentraba en la guarida, Zarpa de Menta trató de mantener la compostura. Sabía que Pantanoso no era alguien con quien se pudiera cometer un error, y aunque ella era perfeccionista por naturaleza, su mente rápidamente repasó los procedimientos para atender heridas punzantes, asegurándose de que no faltara nada. Cuando él se sentó y levantó la pata herida, Zarpa de Menta no pudo evitar que su nariz se arrugara ligeramente al ver los hilos de sangre. ¿Un bagre? Eso explicaba las pequeñas marcas irregulares en la piel.
—¿Un bagre? —repitió en un susurro, más para sí misma que para él. Ladeó la cabeza y comenzó a acercarse con movimientos elegantes, tratando de no parecer nerviosa—. Debió ser doloroso... y peligroso.
Mientras observaba la herida más de cerca, añadió con un tono firme pero respetuoso:
—Voy a limpiarla primero para evitar una infección, y luego aplicaré una pasta de caléndula. Por favor, trate de no mover la pata, ¿de acuerdo?
Sin esperar respuesta, se giró hacia los estantes donde estaban las hierbas. Cada movimiento era meticuloso, casi obsesivo, mientras seleccionaba las plantas necesarias. A pesar de su juventud y su desarrollo más lento, Zarpa de Menta era consciente de que debía mostrar seguridad, especialmente frente a alguien como Pantanoso.
Volvió con las hierbas y una telita húmeda hecha con musgo. Mientras trabajaba, no pudo evitar preguntar con curiosidad, aunque con cuidado:
—¿Siempre es tan... valiente cuando caza, o fue solo un día especialmente desafortunado?
La pregunta era honesta, sin rastro de burla, pero su tono mostraba un respeto evidente por el lugarteniente.
I guess I want to be fascinated by the place of dreams
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Pantanoso
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Alli sentado y con la pata al aire, observaba como un mentor a un aprendiz, miraba sus movimientos y como se desenvolvia con su entorno. Al principio creyo que Melodias de Brasas iba a hacerse cargo de su caso, pero al ver que la curandera descansaba a lo lejos mientras con ojo avizor vigilaba a su aprendiza, le hizo saber que Zarpa de Menta podia hacerse cargo de una herida común como lo era una mordedura.
O eso esperaba.
Naturalmente, los aprendices eran bastante parlanchines y curiosos, especialmente con lo que era ataques y batallas. Cuando la aprendiza de curandera comenzo a preguntar acerca de su herida a él no le molesto responder con cordialidad, si bien tambien era frivolo hablando, era notorio que no le molestaba en lo absoluto responder las preguntas de la aprendiza. Especialmente sabiendo que ella no se dedicaba ni a cazar ni a pelear, por lo que no debia conocer ese mundillo, asi como él no conocia, al menos demasiado, el suyo.
Asintio cuando la aprendiza se acerco mencionando que iba a hacerle, — En esta estacion los bagres son mas activos porque el agua es mas calida —. Menciono el pequeño dato que habia recolectado con lunas de pesca, prosiguio, — Quizo venir a arrebatarme mi presa y en el forcejeo me lleve un bocado de su parte —.
Hablaba con calma mientras observaba como se desempeñaba la aprendiza de curandera con la limpieza de las pequeñas heridas punzantes y la colocacion futura de las telarañas.
O eso esperaba.
Naturalmente, los aprendices eran bastante parlanchines y curiosos, especialmente con lo que era ataques y batallas. Cuando la aprendiza de curandera comenzo a preguntar acerca de su herida a él no le molesto responder con cordialidad, si bien tambien era frivolo hablando, era notorio que no le molestaba en lo absoluto responder las preguntas de la aprendiza. Especialmente sabiendo que ella no se dedicaba ni a cazar ni a pelear, por lo que no debia conocer ese mundillo, asi como él no conocia, al menos demasiado, el suyo.
Asintio cuando la aprendiza se acerco mencionando que iba a hacerle, — En esta estacion los bagres son mas activos porque el agua es mas calida —. Menciono el pequeño dato que habia recolectado con lunas de pesca, prosiguio, — Quizo venir a arrebatarme mi presa y en el forcejeo me lleve un bocado de su parte —.
Hablaba con calma mientras observaba como se desempeñaba la aprendiza de curandera con la limpieza de las pequeñas heridas punzantes y la colocacion futura de las telarañas.
Zarpa de Menta
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Rango : Aprendiz de Curandero
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Zarpa de Menta asentía de vez en cuando mientras escuchaba con atención las palabras de Pantanoso, pero mantuvo su enfoque en su trabajo. Su delicada pata tomaba la tela de musgo húmedo, limpiando con precisión alrededor de las marcas punzantes dejadas por el bagre. No hablaba mucho, pues prefería concentrarse en su tarea, pero sus orejas ligeramente alzadas demostraban que seguía cada palabra del lugarteniente. "Debe ser interesante conocer tan bien a los peces" pensó mientras trabajaba, dejando que las palabras de Pantanoso pintaran imágenes en su mente. Por un breve instante, se imaginó a sí misma como una guerrera, con las patas sumergidas en el río y el corazón latiendo rápido mientras luchaba con una presa tan astuta como un bagre. Pero rápidamente esa idea se desvaneció. "Ese no es mi camino..." se recordó a sí misma, volviendo a mezclar con cuidado la caléndula con telarañas para sellar las heridas.
Cuando terminó de aplicar la mezcla en las marcas de su pata, Zarpa de Menta levantó la vista y se detuvo un momento antes de hablar. Su tono fue suave, casi inseguro, pero con una genuina curiosidad que brillaba en sus ojos celestes.
—¿Cómo... se siente? —preguntó finalmente, eligiendo sus palabras con cuidado—. Quiero decir, no la herida, sino usted. Probablemente no muchos gatos le preguntan eso, ¿verdad? Siempre se le ve tan ocupado, cuidando de todos los demás.
Hizo una pausa, bajando un poco la mirada como si temiera haber cruzado un límite.
—Solo... pensé que podría ser importante saberlo, para asegurarme de que también esté bien por dentro.
Cuando terminó de aplicar la mezcla en las marcas de su pata, Zarpa de Menta levantó la vista y se detuvo un momento antes de hablar. Su tono fue suave, casi inseguro, pero con una genuina curiosidad que brillaba en sus ojos celestes.
—¿Cómo... se siente? —preguntó finalmente, eligiendo sus palabras con cuidado—. Quiero decir, no la herida, sino usted. Probablemente no muchos gatos le preguntan eso, ¿verdad? Siempre se le ve tan ocupado, cuidando de todos los demás.
Hizo una pausa, bajando un poco la mirada como si temiera haber cruzado un límite.
—Solo... pensé que podría ser importante saberlo, para asegurarme de que también esté bien por dentro.
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Pantanoso
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Dejaba a la aprendiza trabajar en su herida, sintiendo como las zarpas suaves y calmas de estas agarranban su pata que arraigaba lunas de trabajo. Como un sentimiento fantasmal, se sintio levemente reconfortado por el roce de las zarpa de la aprendiza cuidando las heridas. Quizas, como un pequeño cachorro que anhelaba un poco de cariño, se vio cerrando los ojos por un momento, en silencio dejando a la aprendiza trabajar.
Sintio un leve toque de finalizacion que lo hizo abrir los ojos para ver que su herida se encontraba ya vendada por las telarañas.
Soltando su pata de las zarpas de la platinada, el lugarteniente levanto su pata para ver como se encontraba el vendaje hecho por la aprendiza, probando que tan ajustado estaba cuando movia su pata o apretaba sus musculos.
Rapidamente, la pregunta que Pantanoso creia que se dirigia al vendaje fua cambiada a otra, a como se sentia realmente.
Suspiro pesadamente, parece que era costumbre que todos lo ataquen con preguntas sobre su estado, pero no podia mostrarse molesto con ninguna de las dos curanderas.
— Estoy bien, Zarpa de Menta, solo algo cansado —. Comento simple, volviendo a colocar su zarpa en el suelo. — Supongo que es mejor que vaya a ver que necesita Estrella de Serpiente —.
Cambio rapidamente de conversacion, levantandose de su lugar y agradeciendo con una reverencia de cabeza las aptitudes de la aprendiza de curandera. Estaba seguro que esta aprendiza podria volverse una curandera muy buena, su manejo con las telarañas y hierbas habia sido realmente bueno.
— Gracias, Zarpa de Menta —. Maullo el mayor, y luego levanto su cabeza, — Que descanses, Melodia de Brasas —. Añadio.
Sintio un leve toque de finalizacion que lo hizo abrir los ojos para ver que su herida se encontraba ya vendada por las telarañas.
Soltando su pata de las zarpas de la platinada, el lugarteniente levanto su pata para ver como se encontraba el vendaje hecho por la aprendiza, probando que tan ajustado estaba cuando movia su pata o apretaba sus musculos.
Rapidamente, la pregunta que Pantanoso creia que se dirigia al vendaje fua cambiada a otra, a como se sentia realmente.
Suspiro pesadamente, parece que era costumbre que todos lo ataquen con preguntas sobre su estado, pero no podia mostrarse molesto con ninguna de las dos curanderas.
— Estoy bien, Zarpa de Menta, solo algo cansado —. Comento simple, volviendo a colocar su zarpa en el suelo. — Supongo que es mejor que vaya a ver que necesita Estrella de Serpiente —.
Cambio rapidamente de conversacion, levantandose de su lugar y agradeciendo con una reverencia de cabeza las aptitudes de la aprendiza de curandera. Estaba seguro que esta aprendiza podria volverse una curandera muy buena, su manejo con las telarañas y hierbas habia sido realmente bueno.
— Gracias, Zarpa de Menta —. Maullo el mayor, y luego levanto su cabeza, — Que descanses, Melodia de Brasas —. Añadio.