Llamado Glacial se encontraba estirando las patas luego de tantas lunas relegándose a la maternidad. Ciertamente no había sido lo más productivo, al menos no bajo su criterio..de todas maneras esperaba que su decisión de haber traído nada más y nada menos que seis crías al mundo no hubiese sido en vano. Especialmente porque, conforme el bosque se transformaba con el paso de las estaciones, dichos jóvenes comenzaban a crecer y querer explorar el campamento. ''Extraño un poco cuando todavía no podían hablar''pensó la reina, frustrada por la cantidad de palabras que salían de tantas bocas. Ni hablar de alimentarlas, la tarea se volvía tediosa mientras más apetito ganaban.

Desperezándose, se dispuso a disfrutar un poco del sol, al menos del calor que quedara antes de la próxima estación. El silencio que por ahora reinaba en sus oídos le parecía exquisito, esperaba que durara al menos unos minutos más mientras lo aprovechaba al máximo acicalándose cada mechón de su cuello peludo.

La tenue luz de la mañana penetraba por la entrada de la maternidad, Chubasquillo abre sus ojos en lo que pareciera una montaña peluda que formaban el y todos sus hermanos al dormir. Él estira un poco desperezándose sobre uno de sus hermanos, al terminar se prepara para saciar su apetito saliendo de la maternidad, a lo lejos ve a su madre disfrutando del sol en su cara, con los ojos cerrados y murmurando algo por lo cabizbajo.Chubasquillo trata de ser lo más cuidadoso al acercarse, ya que conoce bien el carácter de su madre. "Espero que no se enfade solo por saludar, y por preguntar que comeré" pensó la pequeña cría, hambriento por no tener su almuerzo matinal.

Con un paso aminorado, trato de mostrarse serio pero resuelto, pretendiendo ser como su padre. Con un plan en mente, saludo a su madre con un corto mensaje. "Buenos días madre, hermosa mañana ¿verdad?" Forzando una voz más adulta.