Con paso firme y un cojeo rítmico, se dirigía lentamente a la guarida de los aprendices repasando en su mente un discurso motivacional, quizá uno alentador, hacia Zarpa de Ortiga. Desde que Rabo de Salmón se unió a las filas del Clan Estelar, la aprendiz no había completado su evaluación de guerrera y era su deber como líder completar su entrenamiento como era debido, un sentimiento de tensión crecía en su garganta sin un buen discurso en mente, había estado tan centrado en asuntos más graves que ni siquiera sabía cómo había tomado la muerte de su segunda mentora, esperaba al menos encontrarla con ánimos para otorgarle el nombre que le pertenece… O sacarla del campamento como una madre cargaba a su cría. Una vez llegó a la guarida, le dió cierta sensación de alivio no ver a otros aprendices ahí, no quería llamar la atención en una parte del campamento que rara vez visitaba, sus ojos se enfocaron en su hija y no dudó en acercarse de la forma más calma que podía.

–Zarpa de Ortiga, ¿Cómo va todo?.– Saludó cariñosamente. –¿Te apetece salir un rato? Una...– Hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras adecuadas. No podía simplemente lanzarla a una evaluación, necesitaba una mejor excusa si quería que ella saliera por su cuenta. –Una patrulla, sí. Sólo nosotros dos, quizá sea bueno para despejar la mente.–

Había tomado asiento en el lecho más cercano, sus ojos atentos a la respuesta de la contraria, paciente ante cualquier movimiento o palabra que tuviera para decir.

La joven gata negra se encontraba en la guarida de los aprendices de espaldas a la entrada. Estaba casi apretujada en sí misma, los acontecimientos de las últimas lunas desde que empezó a entrenar habían sido demasiados como para procesarlos. ¿Qué más quería el Clan Estelar? Desde la muerte de Rabo de Salmón no había podido evitar preguntarse si ella también iría a la otra vida como su antigua mentora cuando fuese su turno, aquellos pensamientos la inundaban sin parar hasta que oyó unos característicos pasos acercarse en su dirección.

“Estrella de Serpiente” pensó aún sin moverse mientras efectivamente su nariz comprobaba que se trataba del tricolor sentándose no muy lejos. Al oír su propuesta, suspiró girando la cabeza con desgano apartándose levemente del lecho donde estaba acostada

—Está bien — suspiró con pesadez, no porque no quisiera la compañía del contrario, sino porque odiaba que la viera de esa forma, tan desganada. Aunque sabía que su líder le daría tiempo para hacer el duelo, no podía evitar sentirse poco productiva mientras se levantaba preparada para seguir los pasos del mayor hacia dondequiera que debían ir con tal de tomar un poco de aire..

Sus orejas bajaron en compasión por la falta de entusiasmo que expresaba la gata, ronroneando como muestra de gratitud por aceptar su oferta a una patrulla se dispuso a guiarla a las afueras del campamento. El caminar lento de ambos por el territorio congelado hacía difícil que el tricolor se pudiera concentrar como era debido, no había presas fáciles o de buen gusto, el río estaba demasiado frío como para nadar en él y había zonas que el hielo había cubierto por completo, el motivo inicial de su caminata resultaba más complicado de lo que quería para su desgracia pues esperaba tener un objetivo fácil para que su hija pasara su prueba guerrera. Sabía que la contraria era excelente en sus habilidades y no pensaba subestimarla, pero el tiempo no estaba a su favor y el líder yacía consciente de los eventos que había pasado por alto entre sus tareas, no sería malo tener una tarea simple de vez en cuando, pero si el Clan Estelar deseaba lo contrario él no era alguien para contradecirlos.

Antes de que pudiera darse cuenta habían llegado al río, se encontraba silencioso una vez que se había congelado, algunas partes seguían en movimiento debajo de una fina capa de escarcha provocada por la corriente que desembocaba más abajo del territorio a la inquietante cascada. Sacudió su cola ante la vista, parecía que podía caminar sobre el agua pero sabía perfectamente que era una farsa mortal que ofrecía la frontera.
–Es una pena que no podamos nadar en el río, parece que fue hace pocos días que unos guerreros me habían hablado de exquisitas truchas nadando cerca.– Intentó empezar una charla, inseguro de dónde podía empezar a evaluar a la aprendiz, tal vez era mejor dejar que surgiera por su cuenta. Su mirada resultaba fijarse en el hielo, había algo inquietante de este que nunca pareció gustarle.

–Aunque no nos guste, ¿Sabes qué presas resulta mejor cazar en esta estación?.– Preguntó sonando genuinamente curioso, quería saber si la asquerosidad de las presas secas llegaba a ser suficiente para animar a Zarpa de Ortiga. O bromear con su hija un poco, también era un buen pasatiempo.

El frío hacía de la experiencia algo poco placentero, pero apreciaba la voluntad del tricolor de sacarla un rato fuera de su propia mente. Al oír su pregunta mientras miraba las corrientes heladas, sus orejas se inclinaron levemente hacia atrás.

—Ciertamente no podríamos cazar peces,— maulló con decepción —pero supongo que podríamos arreglarnos con lo que tenemos ahora, como campañoles, ratones— listó mirando hacia el suelo nevado. Había vivido casi toda su vida en el Clan del Río con lo cual el gusto por las presas secas no es algo que había adquirido, pero no siempre se podía tener el río a disposición. Sólo faltaba encontrar alguna presa, esa sería la parte más difícil, y aunque no estaba de ánimo pensó que quizá a su Clan podría servirle más de comer en una estación como esta. Entonces levantándose preguntó sinceramente

—No sé, ¿dices que lo intentemos?— mirando hacia su líder esperaba una respuesta, algo confusa por su mención de una posible cacería en ese momento particular .