Moira caminaba lentamente mientas notaba como la tarde caía y llegaba al granero, sus garras arañaban el suelo en un ritmo pausado, casi como si meditara, mientras el irritante aroma del Clan del Viento llenaba sus sentidos. Había algo particularmente molesto en cómo esos gatos habían logrado alterar sus planes, obligándola a dejar a algunos escapar. Pero, aunque la contrariedad aún le molestaba, no podía evitar sentir una punzada de satisfacción. Sus gatos habían demostrado ser tan capaces como era esperado, y eso merecía ser recompensado... aunque no ahora. Ahora, algo más demandaba su atención.

El olor era inconfundible: alguien del Clan del Viento la había seguido. Podía sentir su presencia, incluso antes de verla. ¿Descuido? ¿Audacia? Fuera cual fuese la razón, Moira no iba a desperdiciar esta oportunidad. Con un rápido movimiento de la cola, ordenó a Ronnie que no se alejara demasiado, sin siquiera girarse hacia él. Sus ojos amarillos brillaban con una mezcla de intriga y desafío mientras se giraba lentamente y, con una elegancia estudiada y delicada, saltaba sobre uno de los fardos de heno frente al granero. Allí, se sentó, una figura oscura bañada por la tenue luz del ocaso que se filtraba por detrás del granero.

El viento nocturno soplaba suavemente, agitando los mechones oscuros de su pelaje, pero Moira no se inmutó. Si su Persecutor deseaba algo, tendría que enfrentarse a ella en sus propios términos.

Con la luz de rojiza bañándole desde las aberturas entre las tablas del granero, Moira parecía un espectro más que un ser de carne y hueso. Todo estaba en su lugar: el escenario, su postura, y el aire de control absoluto que desprendía. Ahora solo faltaba ver qué jugada haría su invitado indeseado.

Pasando por una nueva dificultad para el clan, todos debían estar alertas. No pasó mucho tiempo desde que se tuvo que dirigir una patrulla a buscar el cuerpo inmóvil de la líder del clan del Viento, así como también vigilar la zona. Un par de gatos, entre ellos Amapola Azul, se dividieron para rastrear a los culpables. Los rastros llevaban hacia el granero, por lo cual quien fuera hacia allá debía ser más cauteloso de lo usual, para no tener un mal encuentro con perros, ratas o Dos Patas.

La gata gris, determinada, siguió los rastros, hasta que el aroma se empezó a acentuar con bastante intensidad. Si bien era tenue, como si lo hubiera intentado ocultar en un crimen perfecto, todavía olía a sangre fresca, sangre del clan del Viento. Amapola Azul entrecerró los ojos y se agazapó para moverse con más sigilo. Olfateó el aroma de la gata mezclado con la fragancia dulce y terrosa del heno, y ahí estaba sentada, difícil de ver por, además de su ojo ciego, el contraste de luz ocasionado por la enorme estrella dorada descendiente. No muy lejos también podía percibir el aroma de otro gato. Estaban preparados ante cualquier visita indeseada, pero Amapola Azul tenía toda la seguridad en sí misma, actuando más temeraria de lo usual.

Era el momento perfecto para volver y notificar al clan que el posible hogar de la amenaza había sido finalmente localizado, así que sin pensarlo más dio media vuelta, lista para marcharse. Sin embargo... Parecía raro que todo haya sido tan fácil, el haber podido llegar tan lejos sola sin que le sucediera nada. Pero algo no le permitía notarlo. Los últimos sucesos -la hambruna del clan, la muerte de su sobrino, peleas internas, el trágico asesinato de su líder- causaron un desbalance mental y emocional en Amapola Azul. No era consciente de algo tan grave como haber caído en una trampa.

Moira observó con atención cada movimiento de la gata gris, como su único ojo bueno se movía le observaba con sigilo, pero el ligero temblor en su respiración y la tensión en su cuerpo hablaban de algo más que simple cautela. Estaba distraída. ¿Cansancio? ¿Pérdida? Moira entrecerró los ojos mientras la veía detenerse un momento, dudar y luego girarse como si ya hubiese tomado su decisión de retirarse.

"Interesante", murmuró para sí misma, apenas un susurro que se perdió en el aire entre las vigas del granero.

Cuando la figura de Amapola Azul comenzó a retroceder, Moira hizo un movimiento medido, con una elegancia y delicadeza deliberada. Su cola se balanceaba a un lado mientras se levantaba del fardo de heno.

—¿De verdad te vas tan rápido? —su voz resonó, mantuvo su tono suave pero afilado como una garra oculta, llevando consigo un aire de desafío.

Sin esperar respuesta de su interlocutora, bajó de un salto, aterrizando con la misma gracia que un susurro en el suave suelo cubierto de paja. Caminó hacia la entrada del granero, sin prisa y sin miedo, alejándose de la sombra, revelando lentamente su silueta oscura. Sus ojos amarillos brillaban como brasas vivas, fijos en la gata.

—Me sorprende que alguien como tú esté aquí sola... Especialmente cuando el aroma a miedo y dolor todavía mancha tu pelaje —continuó, su tono no tenia intención de ocultar la provocación. Dio un paso más cerca, lo suficiente para que ambas gatas pudieran estudiarse sin necesidad de palabras.

Moira ladeó ligeramente la cabeza, sus ojos recorrieron a la guerrera del Clan del Viento. La cicatriz que atravesaba su rostro captó su atención por un breve segundo, antes de volver a centrar su mirada en el único ojo que podía verla.

—Debe ser frustrante, ¿no? Cargar con el peso de un clan que parece desmoronarse. Su líder, su fuerza... Y ahora tú, aquí, sola.. enfrentándote a quién sabe qué. ¿Qué dirían los tuyos si supieran que viniste hasta aquí para fracasar? —Se inclinó apenas, como si estuviera compartiendo un secreto.

La voz de Moira bajó aún más, volviéndose casi hipnótica, pero sus palabras seguían siendo veneno envuelto en miel.

—O tal vez no tienes a dónde más ir. Tal vez estás tan rota como ellos.

Hizo una pausa calculada, dejando que el silencio y el peso de sus palabras flotaran en el aire. dando un pequeño vistazo a Ronnie, sabía perfectamente que estaba esperando pacientemente en la sombra, solo necesitaba una señal de ella, preparado para intervenir si la situación lo demandaba.

Moira dio un último paso hacia adelante, con las garras apenas sobresaliendo de sus patas, pero sin dar intenciones evidentes de atacar.

—Pero... a diferencia de ustedes, soy una buena anfitriona. Y tú... bueno, pareces alguien interesante. ¿Por qué no entras y me cuentas un poco sobre tu clan y lo que buscas aquí?

Amapola Azul sintió su pelaje erizarse desde su cuello hasta la punta de su cola en cuanto la otra gata se acercó, revelando que ya la había avistado. ¿No me di cuenta...? pensó para sí misma, perpleja. Aunque intentaba ocultarlo, la presencia de la contraria la intimidaba, forzándola a dar pasos involuntarios hacia atrás, junto a gestos similares de nerviosismo como su cola batiéndose de lado a lado. Ya había lidiado con este tipo de gatos antes, gatos de especial inteligencia, que atacan cualquier vulnerabilidad emocional antes que física. Y Amapola Azul no se dejaba engañar tan fácil. Pero esta vez era costoso. La cabeza le daba vueltas y vueltas sin agotamiento, al punto de casi ni sentirla puesta.

Respiró profundamente, tratando de concentrarse, y corrigió su postura parándose más recta y firme. Mientras tanto, escuchaba cada palabra que salía de entre los dientes de la gata, cada una a propósito punzante y venenosa. Siempre fue desgastante hablar con animales así, pero esta vez era un especial estorbo para Amapola Azul.

Cuando percibió las garras de la contraria sobresaliendo, sus ojos rápida y ansiosamente se dirigieron hacia ellas, buscando predecir sus movimientos, sus propios tendones tensándose y causando que sacara las garras por completo, evidentemente a la defensiva. "No voy a perder tiempo contigo. Tampoco tengo algo qué demostrar." Conozco a gatos de tu mismo calibre, no sirve la diplomacia con ustedes. agregó silenciosamente en sus pensamientos.

Aún sintiendo la sangre latir dentro de sus zarpas, retrocedió, con sus largas patas levemente flexionadas, preparada por si fuera atacada por la enemiga. No debía dejar ir ni un segundo más en ese lugar, y pronto advertir a su clan, incluso a los demás clanes, de la amenaza que podría significar esta gata y fuera cual fuera el número de demás gatos que la acompañaban.

"Tú" pausó, rezongando. "no eres bienvenida entre nosotros. Cuanto menos lo sepas, tendrás a cuatro clanes detrás tuyo." tragó saliva tensamente, mirándola fijo mientras se alejaba a pasos firmes. Y a una distancia lo suficientemente segura bajo su percepción, nuevamente dio media vuelta, marchándose del granero y en dirección hacia su territorio.

Moira observó a la guerrera retroceder, notando la tensión en cada músculo de la guerrera del Clan del Viento. Su nerviosismo, aunque bien disimulado, no escapó a los ojos de Moira. Era un espectáculo fascinante: ver cómo una gata tan aparentemente firme y determinada titubeaba bajo el peso de su propia inseguridad. Hubiera sido un espectáculo enfrentarse a una gata tan asertiva en su mejor momento... pero era claro que hace mucho que ese tiempo había terminado para quien tenia enfrente.

Cuando Amapola Azul pronunció su advertencia, Moira inclinó ligeramente la cabeza, bajando las orejas levemente como si realmente estuviera considerando sus palabras. Entonces, una sonrisa apareció en su rostro. Era una expresión calculada, cargada de una calidez fingida que solo lograba aumentar la incomodidad en el aire.

—Cuatro clanes detrás de mí... —murmuró suavemente, casi como si estuviera saboreando la idea. —Es un pensamiento encantador, como si esos tontos pudieran poner de lado sus diferencias para pensar en algo más que en robarse territorios. Pero... —hizo una pausa, dejando que el silencio hiciera el trabajo de sembrar la duda —En ese caso, querida, me temo que tendré que seguir las normas de su preciado Código del Guerrero Verdad?.

Su mirada se endureció, brillando con un destello peligroso mientras ladeaba la cabeza hacia un lado.

—¿Y qué dice su Código sobre el territorio? Ah, sí... —su voz descendió a un susurro cargado de malicia. —"Protege tu territorio de intrusos..."

Con un movimiento fluido y deliberado, Moira giró su cuerpo, empujando con fuerza a Amapola Azul hacia adelante, aprovechando el momento de confusión de la guerrera. Se aseguro de que la gata del Clan del Viento apenas tuviera tiempo de girar su único ojo funcional hacia Moira antes de sentir el impacto detrás de ella.

Desde las sombras, Félix emergió como un relámpago, su expresión fría y determinada, las garras extendidas y los colmillos brillando bajo la luz de la luna. En un instante, su ataque fue certero, brutal y silencioso. Tal como Moira esperaba. Las garras del gato desgarraron la garganta de Amapola Azul en un solo movimiento, cortando cualquier grito antes de que pudiera nacer.

El cuerpo de la guerrera cayó al suelo con un golpe sordo, su sangre comenzando a teñir el polvo y el heno del granero. Moira observó la escena con una calma inquietante, sus ojos brillando con una mezcla de satisfacción y desapego. Dio un paso hacia el cuerpo inmóvil, inclinándose ligeramente para susurrar en un tono suave:

—Una lástima. Realmente parecías una rival interesante.

Tras lo cual miro a los dos hermanos y levantó su tono, fingiendo pena en su voz

—Ambos son testigos... Venimos aquí en paz, agradecidos por la comida y refugio de este hermoso granero. —Hizo una pausa arañando el suelo con cierta teatralidad delicada y profundamente calculada, mientras seguía hablando con un tono que crecía en intensidad y convicción.

—Pero ya la escucharon... los traicioneros clanes de gatos salvajes, no se detendrán hasta arrebatarnos todo lo que tanto hemos trabajado por construir... y no planeo dejarlos. —hizo una pausa calculada, para asentar aún más sus palabras —Bastante han abusado de este bosque con sus hipócritas fronteras y códigos... yo digo, que es tiempo de que alguien les demuestre lo que los gatos buenos podemos hacer por defender lo que es nuestro.

Moira movió la cola con un gesto casual, mirando el cuerpo de la guerrera un ultimo instante —No la entierren... llevenla a las rocas altas, donde los clanes puedan encontrarla... vivió una vida de hambre y promesas vacías, que al menos su muerte... tenga valor —indico con un tono que se esforzó por que sonara amable y compasivo, tras lo cual giró lentamente, regresando al interior del granero con una elegancia calculada, ya pensando en su próximo movimiento.

El juego había comenzado, y Moira sabía que ahora el mensaje sería claro para todos los clanes: Si alguien se interponía en su camino, nadie estaría a salvo.

Última edición por Moira el Sáb Ene 11, 2025 12:17 am, editado 2 veces (Razón : fix falta ortográfica)

Aunque no quisiera, Amapola Azul se detuvo momentáneamente para escuchar las palabras de la gata enemiga, sin voltear por completo, pero con la oreja inclinada hacia atrás. Con el comentario de la gata sobre los clanes, se tomó un par de segundos para pensar si tenía razón en lo que decía o no. Verificó que no la tenía cuando se acordó de su alianza con el clan del río. Los clanes SÍ son capaces de superar las diferencias para pelear en conjunto. reafirmó para sí misma.

Pero, de repente, fue sorprendida por el ataque de la enemiga, quien con poco esfuerzo pudo tirarla al duro suelo. Y en menos de cinco segundos, sintió a otro de los gatos que había olfateado antes abalanzarse sobre ella, junto con el ardor de un corte fuerte y preciso en su garganta. Antes de poder siquiera reaccionar, no tardó en sentir su mirada nublarse por completo, y repentinamente la sensación ligera en su cabeza comenzaba a sentirse menos molesta, sino más bien agradable, aliviadora de cierta forma.

Intentó tomar aire, y en su lugar se ahogó con su propia sangre, escupiéndola dolorosamente. Más rápido de lo que esperaba, fue perdiendo el calor. Sintió su cuerpo temblar por última vez, casi semblante a aquella vez en que abrió los ojos por primera vez. Su mente, jugando en su contra, le recordó las cosas que no logró hacer antes de llegar a este momento, antes de morir. Deseos profundos sin cumplir. Nadie más a quién amar, una familia sin formar.

Y, casi como si el Clan Estelar intentara consolarla, unas imágenes veloces pasaron delante de sus ojos, por última vez. Claro... Sí que tuvo una familia. Las imágenes retrataban a sus padres, su hermano y su sobrino. Su clan.

Finalmente, su único ojo capaz de ver, perdió brillo, y el último aliento se escapó de su boca.