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Bienvenido,
Ambientación
Estación de la Hoja Caída ⸺ 19°C a 10°C
Los colores del paisaje comienzan a volverse anaranjados y marrones, y las hojas de los árboles comienzan a desprenderse de las ramas, cayendo sobre los territorios del bosque. Los guerreros se ponen más malhumorados de lo normal cuando sienten las frías brisas recorrer sus espinas, con la premisa de una estación más dura que la anterior. Incluso los Cuatro Árboles, que usualmente imponen respeto, ahora lentamente dejan caer sus hojas ante la mirada del Clan Estelar, quien está seguro que esta estación será dura para sus clanes, pero nada fuera de lo normal.Se abren las inscripciones a los Altos Cargos
El Otoño ha llegado
¡Apertura! Sean bienvenidos
No hay nada nuevo por aquí
Estrella de Serpiente
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Cuando el Sol ya se encontraba en su punto más alto, el movimiento en el interior del campamento empezaba a calmarse a medida que transcurría el día, había distintos grupos de guerreros y aprendices compartiendo lenguas, veteranos relatando sus historias a quien pudiera escucharlos o simplemente cuchicheando entre ellos. Las patrullas correspondientes ya habían partido y no había señal alguna de sorpresas indeseadas, sin más obligaciones o tareas que abrumaran a Estrella de Serpiente por un momento considerable.
El macho decidió dirigirse a la maternidad con paso calmo, quería despejar su mente de los problemas lentamente crecientes que acechaban su mente y estar rodeado de la felicidad inocente de los más jóvenes le levantaba los ánimos, no hacía daño convivir con sus futuros guerreros o curanderos que algún día serían tan feroces y leales como podría imaginar. Disfrutaba del sonido risueño acompañado de chirridos y maullidos, de los juegos creativos tan simples y a la vez complejos que cada tanto podían hacerse lugar en la agitada vida de cualquier cachorro.
Finalmente, recostándose en la entrada de la maternidad, soltó un suspiro de alivio escuchando lo que posiblemente podría estar pasando dentro, no se atrevía a entrar con tal de no verse interrumpiendo o incluso preocupando a las reinas con su repentina entrada. Prefería asolearse donde escuchara la armoniosa melodía producida por varias conversaciones tomando lugar a lo largo del campamento, aunque no pudiera hacerse de las palabras dichas por cada miembro algo en su corazón latía con confianza sobre la paz que traía un hecho tan pequeño como la ausencia de conflicto entre las numerosas charlas. El tricolor podrá no admitirlo por el resto de sus nueve vidas, pero han existido veces en las que desearía volver a ser un cachorro, joven y curioso de lo que transcurría más allá del campamento, todos los misterios que se alzaban contemplando la entrada imaginando cada detalle del territorio, disfrutar de lo menos complicado con juegos tontos y espontáneos, escuchando las historias o rumores de los veteranos sobre los tiempos alegres, resguardandose en ellos cuando contaban alguna historia de sus tiempos de batalla; soltó un suspiro aún más profundo cargado de alivio recordando lo sencilla que era la vida para él, si bien no significaba que ahora era más miserable, por el contrario, trataba de llevar un ritmo tranquilo del camino que le fue concebido entre sus zarpas.
Sacudiendo la cabeza para librarse de todo pensamiento, cerró los ojos por un momento, meditando para sí sintiendo el cálido abrazo del Sol en su pelaje, respirando a un ritmo adormilado dando paso a la serenidad que no tardaría mucho en destensar sus músculos. Si bien relajado, aún lo suficientemente atento a sus alrededores por si algún gato requería su ayuda o resultaba preferir su compañía.
El macho decidió dirigirse a la maternidad con paso calmo, quería despejar su mente de los problemas lentamente crecientes que acechaban su mente y estar rodeado de la felicidad inocente de los más jóvenes le levantaba los ánimos, no hacía daño convivir con sus futuros guerreros o curanderos que algún día serían tan feroces y leales como podría imaginar. Disfrutaba del sonido risueño acompañado de chirridos y maullidos, de los juegos creativos tan simples y a la vez complejos que cada tanto podían hacerse lugar en la agitada vida de cualquier cachorro.
Finalmente, recostándose en la entrada de la maternidad, soltó un suspiro de alivio escuchando lo que posiblemente podría estar pasando dentro, no se atrevía a entrar con tal de no verse interrumpiendo o incluso preocupando a las reinas con su repentina entrada. Prefería asolearse donde escuchara la armoniosa melodía producida por varias conversaciones tomando lugar a lo largo del campamento, aunque no pudiera hacerse de las palabras dichas por cada miembro algo en su corazón latía con confianza sobre la paz que traía un hecho tan pequeño como la ausencia de conflicto entre las numerosas charlas. El tricolor podrá no admitirlo por el resto de sus nueve vidas, pero han existido veces en las que desearía volver a ser un cachorro, joven y curioso de lo que transcurría más allá del campamento, todos los misterios que se alzaban contemplando la entrada imaginando cada detalle del territorio, disfrutar de lo menos complicado con juegos tontos y espontáneos, escuchando las historias o rumores de los veteranos sobre los tiempos alegres, resguardandose en ellos cuando contaban alguna historia de sus tiempos de batalla; soltó un suspiro aún más profundo cargado de alivio recordando lo sencilla que era la vida para él, si bien no significaba que ahora era más miserable, por el contrario, trataba de llevar un ritmo tranquilo del camino que le fue concebido entre sus zarpas.
Sacudiendo la cabeza para librarse de todo pensamiento, cerró los ojos por un momento, meditando para sí sintiendo el cálido abrazo del Sol en su pelaje, respirando a un ritmo adormilado dando paso a la serenidad que no tardaría mucho en destensar sus músculos. Si bien relajado, aún lo suficientemente atento a sus alrededores por si algún gato requería su ayuda o resultaba preferir su compañía.
Pequeña Bosque
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Las cosas corrían como de costumbre en la pequeña y corta vida de Pequeña Bosque, se despertaba, la alimentaban, papá iba a visitarla y luego se iba a una de esas “patrullas” de las que tanto hablaba, luego, ella se quedaba en la maternidad siendo atendida y ciudada, para luego quedarse dormida.
Sin embargo luego de esa apretada rutina y justo en medio de su tan apreciada siesta, sus orejitas captaron mucho ruido fuera de la maternidad, no era papá, conocía bien sus pasos y su voz, y ese olor definitivamente no era de él.
Abrió los ojos, levanto su cabeza e intento observar desde su lecho, aún adormitada, se tambaleo hasta salir de la zona de los lechos y continuo su camino a paso lento hasta estar a una distancia respetable de la entrada principal de la maternidad, ahí, en la entrada, se podía observar a un gran gato de pelaje tricolor.
Pequeña Bosque se quedo hecha una piedra al ver a ese gato de gran tamaño, su colita se erizo, pego sus orejas al cráneo y torpemente empezó a retroceder luego de chillar del susto.
Primera regla del escape, no hagas ruido.
Pero para ella era todo lo contrario, ese chillido y sus pisadas torpes eran audibles ¿Ese gato las escucharía? Era probable ¿Y si se la comía? ¿Papá vendría a rescatarla?
Sin embargo luego de esa apretada rutina y justo en medio de su tan apreciada siesta, sus orejitas captaron mucho ruido fuera de la maternidad, no era papá, conocía bien sus pasos y su voz, y ese olor definitivamente no era de él.
Abrió los ojos, levanto su cabeza e intento observar desde su lecho, aún adormitada, se tambaleo hasta salir de la zona de los lechos y continuo su camino a paso lento hasta estar a una distancia respetable de la entrada principal de la maternidad, ahí, en la entrada, se podía observar a un gran gato de pelaje tricolor.
Pequeña Bosque se quedo hecha una piedra al ver a ese gato de gran tamaño, su colita se erizo, pego sus orejas al cráneo y torpemente empezó a retroceder luego de chillar del susto.
Primera regla del escape, no hagas ruido.
Pero para ella era todo lo contrario, ese chillido y sus pisadas torpes eran audibles ¿Ese gato las escucharía? Era probable ¿Y si se la comía? ¿Papá vendría a rescatarla?
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Estrella de Serpiente
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Levantó las orejas al escuchar los chirridos peculiares que provenían de la entrada a la maternidad, volviendo su cabeza esperando a ver alguna reina, para su sorpresa sus ojos captaron una pequeña cachorra retrocediendo con pasos torpes a tan sólo una cola de distancia de donde se encontraba. Asombrado de su valor para acercarse tanto, recordó que la pequeña podría no saber bien quién era él, por lo que hizo un intento de parecer menos intimidante dirigiendo una sonrisa un tanto nerviosa y apenada de haber asustado a la menor. Si bien no era el mejor actuando alrededor de cachorros o aprendices jóvenes, hacía un esfuerzo por agradarles fuera del hecho de que su rango era intimidante –o, al menos, para los aprendices que tenían una mejor idea de cómo funcionaban–, después de todo, el macho calico creía fielmente en el liderazgo mediante el cariño y aprecio mutuo más que aquel guiado por intimidación.
Volviendo la calma en sí al reflexionar que su pensamiento iba tan rápido como una trucha escurridiza, perdiendo la noción de lo que pasaba frente sus narices, relajó su cuerpo ligeramente para indicarle a la cachorra anaranjada que no suponía peligro alguno, esperando que sus acciones no se vieran mal interpretadas desde su punto de vista.
Volviendo la calma en sí al reflexionar que su pensamiento iba tan rápido como una trucha escurridiza, perdiendo la noción de lo que pasaba frente sus narices, relajó su cuerpo ligeramente para indicarle a la cachorra anaranjada que no suponía peligro alguno, esperando que sus acciones no se vieran mal interpretadas desde su punto de vista.
Pequeña Bosque
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¡La había escuchado! Ahora estaba en peligro ¿Dónde está papá para defenderla? ¡Probablemente en una de esas patrullas de las que el tanto le contaba!
Sus orejitas se pegaron a su cráneo mientras veía al gato bloqueando la entrada de la maternidad, dio varios pasos rápidos y torpes dentro de la maternidad, todo esto sin quitarle la mirada de encima al gato más grande, termino por quedarse hasta el fondo de la maternidad, pegada a la pared mientras seguía viendo al gato tri-color bloqueando su única vía de escape ¿Podría ir a buscar a papá? No lo sabía, pero podría intentarlo, si tan solo el se quitaba.
Y ahí se quedó, todo un buen rato, un largo rato ahí pero el no se quito de su lugar, así que ella, con el paso del rato, relajo las orejas y calmo su pelaje erizado para posteriormente empezar a caminar despacito por los alrededores de la maternidad, llego hasta su lecho y tomo una de las hojas que lo decoraban, luego regreso su vista al gatote grande y con mucho cuidado empezó a caminar hasta el, cuando llego, lo inspecciono de patas hasta sus orejas.
Dejo la hoja ante sus patas y la empujo con una de sus patitas hasta donde el, no se veía peligroso ¿A caso le gustaría jugar? Esperaba que si.
Sus orejitas se pegaron a su cráneo mientras veía al gato bloqueando la entrada de la maternidad, dio varios pasos rápidos y torpes dentro de la maternidad, todo esto sin quitarle la mirada de encima al gato más grande, termino por quedarse hasta el fondo de la maternidad, pegada a la pared mientras seguía viendo al gato tri-color bloqueando su única vía de escape ¿Podría ir a buscar a papá? No lo sabía, pero podría intentarlo, si tan solo el se quitaba.
Y ahí se quedó, todo un buen rato, un largo rato ahí pero el no se quito de su lugar, así que ella, con el paso del rato, relajo las orejas y calmo su pelaje erizado para posteriormente empezar a caminar despacito por los alrededores de la maternidad, llego hasta su lecho y tomo una de las hojas que lo decoraban, luego regreso su vista al gatote grande y con mucho cuidado empezó a caminar hasta el, cuando llego, lo inspecciono de patas hasta sus orejas.
Dejo la hoja ante sus patas y la empujo con una de sus patitas hasta donde el, no se veía peligroso ¿A caso le gustaría jugar? Esperaba que si.
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El macho observó a la pequeña acercarse con cautela, sorprendido de ver que traía una hoja consigo ¿Será que quería jugar? Hacía lunas que no se tomaba el tiempo de relajarse de tal forma y ciertamente no quería entorpecer la confianza que Pequeña Bosque había ganado para hacerle tal invitación.
Levantó la mirada acercando una de sus zarpas hacia la hoja que yacía cerca de él, alzandola en el aire y dejándola caer nuevamente en la cabeza de la cachorra, dejando salir una risa leve entre sus dientes tratando de recordar cómo juegan los cachorros exactamente o, al menos, cómo incorporarse a sus juegos sin interrumpir el ánimo de los más pequeños.
Tampoco era que no los veía jugar fuera de la maternidad de vez en cuando, algunas veces escuchaba por arriba lo que fuese que estuvieran haciendo y la mayoría sonaba interesante de ver ; era más el hecho de que no participaba en la imaginación infinita de los cachorros, al menos, no tanto como le gustaría. Tomando esta oportunidad para conocer a los futuros aprendices, sabía que había un par de cosas deducibles de un cachorro con tan sólo observar su forma de actuar, algunas más obvias que otras, pero para la pequeña de tan sólo una luna frente a él seguramente le tomará un par de observaciones más antes de tratar de predecir sus habilidades cuando el tiempo de nombrarla aprendiz finalmente se haga presente.
Levantó la mirada acercando una de sus zarpas hacia la hoja que yacía cerca de él, alzandola en el aire y dejándola caer nuevamente en la cabeza de la cachorra, dejando salir una risa leve entre sus dientes tratando de recordar cómo juegan los cachorros exactamente o, al menos, cómo incorporarse a sus juegos sin interrumpir el ánimo de los más pequeños.
Tampoco era que no los veía jugar fuera de la maternidad de vez en cuando, algunas veces escuchaba por arriba lo que fuese que estuvieran haciendo y la mayoría sonaba interesante de ver ; era más el hecho de que no participaba en la imaginación infinita de los cachorros, al menos, no tanto como le gustaría. Tomando esta oportunidad para conocer a los futuros aprendices, sabía que había un par de cosas deducibles de un cachorro con tan sólo observar su forma de actuar, algunas más obvias que otras, pero para la pequeña de tan sólo una luna frente a él seguramente le tomará un par de observaciones más antes de tratar de predecir sus habilidades cuando el tiempo de nombrarla aprendiz finalmente se haga presente.
Pequeña Bosque
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Gatote grande no parecía ser una amenaza, ahora podía confirmarlo por completo; gatote grande parecía disfrutar sus juegos, había lanzado aquella hoja bastante alto la cuál termino por caerle en la cabeza.
Pequeña Bosque pego un salto por la impresión de aquella hoja traviesa posándose en su cabecita, ella dio reversa hasta que se terminó enredando con su misma cola y cayendo de espaldas; chillo por la impresión de tener un e techo de la maternidad como “suelo” y el suelo como “techo”, sus patitas terminaron arriba, estiradas, las cuatro patitas estiradas al igual que todos sus deditos bien estirados.
Se retorció un poco, caderita y cabeza a la izquierda; ahora a la derecha, lo repitió un par de veces más hasta que logro dar media vuelta para quedar boca abajo.
La torpeza era la “cualidad” o más bien, desventaja más notoria de la cachorra anaranjada, la lentitud con la que se adaptaba a una situación le costaba entender el mundo a su alrededor era muy notoria en ella, era chistoso de verla si tenías un buen día; aunque también era preocupante el hecho de que no formulara una frase chica o aunque sea un ligero saludo.
Nube de Granizo lo había notado, se preocupaba por su hija aunque suponía que con el tiempo ella se volvería más centrada y ágil, que el Clan Estelar se apiadara de ella y de aquel gato que se volviera su mentor o mentora.
Aquel juego era divertido en cierto modo, ella le llevaría la hoja y el la lanzaría para ella ¿Verdad? Un muy chistoso “ÑAAAAM” broto de su boca antes de tomar la hoja en su hocico, dio media vuelta y se acercó al líder con la cola en alto, dando saltitos en cada paso mientras se acercaba con ansias de juego, volvía a dejar la hoja a las patas del líder y se sentó a esperar.
Pequeña Bosque pego un salto por la impresión de aquella hoja traviesa posándose en su cabecita, ella dio reversa hasta que se terminó enredando con su misma cola y cayendo de espaldas; chillo por la impresión de tener un e techo de la maternidad como “suelo” y el suelo como “techo”, sus patitas terminaron arriba, estiradas, las cuatro patitas estiradas al igual que todos sus deditos bien estirados.
Se retorció un poco, caderita y cabeza a la izquierda; ahora a la derecha, lo repitió un par de veces más hasta que logro dar media vuelta para quedar boca abajo.
La torpeza era la “cualidad” o más bien, desventaja más notoria de la cachorra anaranjada, la lentitud con la que se adaptaba a una situación le costaba entender el mundo a su alrededor era muy notoria en ella, era chistoso de verla si tenías un buen día; aunque también era preocupante el hecho de que no formulara una frase chica o aunque sea un ligero saludo.
Nube de Granizo lo había notado, se preocupaba por su hija aunque suponía que con el tiempo ella se volvería más centrada y ágil, que el Clan Estelar se apiadara de ella y de aquel gato que se volviera su mentor o mentora.
Aquel juego era divertido en cierto modo, ella le llevaría la hoja y el la lanzaría para ella ¿Verdad? Un muy chistoso “ÑAAAAM” broto de su boca antes de tomar la hoja en su hocico, dio media vuelta y se acercó al líder con la cola en alto, dando saltitos en cada paso mientras se acercaba con ansias de juego, volvía a dejar la hoja a las patas del líder y se sentó a esperar.
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Estrella de Serpiente
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Soltó una risa juguetona viendo la chistosa escena de la cachorra, sonriendo de oreja a oreja por su movilidad, aunque carente de agilidad, bastante activa para su edad.
Contempló por unos segundos más mientras la pequeña luchaba por ponerse de pie, no culpaba su torpeza, era bastante joven aún para reponerse de una caída de espaldas. No podía evitar sentir que su ánimo solamente mejoraba mientras más contemplaba a Pequeña Bosque jugar, o más bien, tratar de volver al juego. Cuando finalmente logró incorporarse, le sorprendió la velocidad con la que pudo traer la hoja de vuelta a sus patas, ¿Habrá entendido el juego después de todo? Le parecía tierna la idea de poder comprender los pasatiempos de la cría, eran bastante simples y a su vez complicados para una barrera incomprensible.
Tomó la hoja entre sus zarpas nuevamente y la alzó de una forma lenta, esperando que la pequeña pudiera seguirla con la mirada, para entonces volver a lanzar la hoja en el aire dejando que el viento hiciera su trabajo guiando a la hoja de un lado a otro, haciendo su caída impredecible mientras él observaba con curiosidad y alegría por lo que haría la gatita anaranjada para atraparla. Adoraba estos pequeños detalles, entretenerse con lo más simple resultaba complicado a medida que crecía, poder experimentar esa sensación de simplitud por unos instantes le relajaba y le causaba cierta admiración hacia la pequeña en su despreocupada vida.
Contempló por unos segundos más mientras la pequeña luchaba por ponerse de pie, no culpaba su torpeza, era bastante joven aún para reponerse de una caída de espaldas. No podía evitar sentir que su ánimo solamente mejoraba mientras más contemplaba a Pequeña Bosque jugar, o más bien, tratar de volver al juego. Cuando finalmente logró incorporarse, le sorprendió la velocidad con la que pudo traer la hoja de vuelta a sus patas, ¿Habrá entendido el juego después de todo? Le parecía tierna la idea de poder comprender los pasatiempos de la cría, eran bastante simples y a su vez complicados para una barrera incomprensible.
Tomó la hoja entre sus zarpas nuevamente y la alzó de una forma lenta, esperando que la pequeña pudiera seguirla con la mirada, para entonces volver a lanzar la hoja en el aire dejando que el viento hiciera su trabajo guiando a la hoja de un lado a otro, haciendo su caída impredecible mientras él observaba con curiosidad y alegría por lo que haría la gatita anaranjada para atraparla. Adoraba estos pequeños detalles, entretenerse con lo más simple resultaba complicado a medida que crecía, poder experimentar esa sensación de simplitud por unos instantes le relajaba y le causaba cierta admiración hacia la pequeña en su despreocupada vida.
Pequeña Bosque
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Aquella hoja parecía tener vida propia; volaba sin preocupación alguna, como ella, pero en hoja.
Pequeña Bosque observo con la boca abierta, siguiendo con la mirada a la hoja de un lado a otro, sus pupilas estaban dilatadas y sus ojos concentrados en aquella hoja danzarina.
Le costó trabajo, pero logro ponerse en dos patitas para intentar golpear a aquella hoja escurridiza, aunque poco le había durado el gusto pues termino por irse hacia atrás logrando sentarse de pura suerte, sin embargo, estaba más concentrada en aquella hoja como para ponerse a llorar, así que estiro una de sus patas para intentar darle zarpazos a la hoja.
Muy chistoso viniendo de una cachorra de una luna, pero para ella, era una guerra declarada por esa malvada hoja que osaba invadir sus aposentos ¡Y no podía permitirlo!
Así que ella logro tomar a la hoja con una pata, golpeándola contra el suelo, se levantó, orgullosa de su logro con las orejas y la cola bien arriba en un claro movimiento para demostrar que había triunfado ante la tiranía de aquella malvada y espantosa hoja.
— Mio. — Susurro para sí misma luego de soltar a la hoja, dándole un momento para disfrutar de su “libertad” hasta que luego ella se agacho para tomar a la hoja en su hocico, la sacudió en un gruñido violento mientras erizaba su pelaje.
Finalmente, la hoja había sucumbido ante el ataque de la cachorra anaranjada, ahora todos estarían a salvo.
Pequeña Bosque observo con la boca abierta, siguiendo con la mirada a la hoja de un lado a otro, sus pupilas estaban dilatadas y sus ojos concentrados en aquella hoja danzarina.
Le costó trabajo, pero logro ponerse en dos patitas para intentar golpear a aquella hoja escurridiza, aunque poco le había durado el gusto pues termino por irse hacia atrás logrando sentarse de pura suerte, sin embargo, estaba más concentrada en aquella hoja como para ponerse a llorar, así que estiro una de sus patas para intentar darle zarpazos a la hoja.
Muy chistoso viniendo de una cachorra de una luna, pero para ella, era una guerra declarada por esa malvada hoja que osaba invadir sus aposentos ¡Y no podía permitirlo!
Así que ella logro tomar a la hoja con una pata, golpeándola contra el suelo, se levantó, orgullosa de su logro con las orejas y la cola bien arriba en un claro movimiento para demostrar que había triunfado ante la tiranía de aquella malvada y espantosa hoja.
— Mio. — Susurro para sí misma luego de soltar a la hoja, dándole un momento para disfrutar de su “libertad” hasta que luego ella se agacho para tomar a la hoja en su hocico, la sacudió en un gruñido violento mientras erizaba su pelaje.
Finalmente, la hoja había sucumbido ante el ataque de la cachorra anaranjada, ahora todos estarían a salvo.
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Estrella de Serpiente
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El macho tricolor no pudo evitar sonreír para sus adentros mientras seguía observando con curiosidad a la pequeña, le sorprendió lo rápido que pudo reintentar el salto de tan sólo unos momentos atrás y conseguir no caer de espaldas, visualizando por una pizca de segundos cómo sería igual de ágil cuando tuviera la edad necesaria para ser una aprendiz y la energía inigualable que tendrá.
Sus ojos brillaban con una tenue luz de determinación a cada movimiento que hacía la cachorra, era costumbre pararse a analizar los movimientos de los demás, fuese la edad que tuviesen, y de ahí evaluar mentalmente todas las características positivas que pudiera rescatar. Creía que un optimismo presente y alentar en base de ello resultaba fundamental para la confianza de cualquier gato, después de todo, lo podía considerar también como un pedazo de compañerismo.
Pensándolo un poco más a fondo, quizá Pequeña Bosque no podría entender bien sus cumplidos elocuentes, después de todo seguía siendo bastante joven, y no creía que una cachorra necesitara de ese “compañerismo adicional” del que tanto dependían tanto aprendices como guerreros para llevarse bien. En unas lunas más tendrá conocimiento de eso, y Estrella de Serpiente esperaba que para entonces el Clan tuviera una mejor estabilidad.
Sus pensamientos volvieron a disiparse en cuanto la gata anaranjada soltaba más chillidos de victoria sobre la exitosa cacería de la hoja, se notaba bastante feliz y convencida de su logro. Esa felicidad definitivamente era contagiosa.
Sus ojos brillaban con una tenue luz de determinación a cada movimiento que hacía la cachorra, era costumbre pararse a analizar los movimientos de los demás, fuese la edad que tuviesen, y de ahí evaluar mentalmente todas las características positivas que pudiera rescatar. Creía que un optimismo presente y alentar en base de ello resultaba fundamental para la confianza de cualquier gato, después de todo, lo podía considerar también como un pedazo de compañerismo.
Pensándolo un poco más a fondo, quizá Pequeña Bosque no podría entender bien sus cumplidos elocuentes, después de todo seguía siendo bastante joven, y no creía que una cachorra necesitara de ese “compañerismo adicional” del que tanto dependían tanto aprendices como guerreros para llevarse bien. En unas lunas más tendrá conocimiento de eso, y Estrella de Serpiente esperaba que para entonces el Clan tuviera una mejor estabilidad.
Sus pensamientos volvieron a disiparse en cuanto la gata anaranjada soltaba más chillidos de victoria sobre la exitosa cacería de la hoja, se notaba bastante feliz y convencida de su logro. Esa felicidad definitivamente era contagiosa.
Hoja Leopardina
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La majestuosa figura del guerrero del Clan del Río se abrió paso entre la tierra húmeda y los sauces, esquivando la vegetación, tratando de no dejarse el pelaje en todas las matas. Hoja Leopardina se detuvo en un tramo despejado, donde el sol permitía que el agua contenida por el suelo se secase, desplegando sombras de hojas y ramas en la superficie forestal. Echó el pecho hacia abajo, estirando las patas delanteras, y disfrutó de la absorción de la luz solar en su pelaje, sintiéndose animado, agradeciendo del calor de la estación de la Hoja Verde. Cerrando los ojos un momento, abre bien las orejas; los trinos de las aves, criaturas correteando entre los juncos, el chapoteo de los peces en la rivera. El bosque, la pradera y la ciénaga, todas llenas de vida.
Al terminar de desperezarse, regresó a sus patas y aferró sus presas bien en el hocico. Cargaba con un pez del ancho de su cabeza, y sujetaba un ratón de agua por la cola, que le colgaba inerte de las fauces por debajo del pescado.
Atravesó los familiares juncos del campamento, agitándose el agua del pelaje, de rápido secado. El campamento, al igual que el bosque, parecía animado y en paz, lo que le llenó de felicidad. Dejando sus presas en el montón, tomó de nuevo el pez que ya había bajado. pensó,
Caminó hasta la maternidad, sus gruesas paredes entretejidas protegiendo a la siguiente generación de guerreros. Se encontró a su líder, Estrella de Serpiente, en la entrada de la maternidad. Carraspeó para llamar su atención, y bajó la cabeza.
— Saludos, Estrella de Serpiente. Acabo de llegar de caza y pensé en traer esta presa para las reinas y, bueno, los cachorros —Afirmó el guerrero dorado, respetuoso, con la boca llena de pescado.
Al terminar de desperezarse, regresó a sus patas y aferró sus presas bien en el hocico. Cargaba con un pez del ancho de su cabeza, y sujetaba un ratón de agua por la cola, que le colgaba inerte de las fauces por debajo del pescado.
Atravesó los familiares juncos del campamento, agitándose el agua del pelaje, de rápido secado. El campamento, al igual que el bosque, parecía animado y en paz, lo que le llenó de felicidad. Dejando sus presas en el montón, tomó de nuevo el pez que ya había bajado.
Caminó hasta la maternidad, sus gruesas paredes entretejidas protegiendo a la siguiente generación de guerreros. Se encontró a su líder, Estrella de Serpiente, en la entrada de la maternidad. Carraspeó para llamar su atención, y bajó la cabeza.
— Saludos, Estrella de Serpiente. Acabo de llegar de caza y pensé en traer esta presa para las reinas y, bueno, los cachorros —Afirmó el guerrero dorado, respetuoso, con la boca llena de pescado.
Fronda
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Fronda se deslizaba con gracia por el campamento, su pelaje largo y dorado resplandecía bajo los rayos matutinos que se filtraban entre las hojas de los altos sauces. Cada movimiento suyo era una danza silenciosa y elegante, sus ojos ámbar brillaban con curiosidad y afecto mientras observaba a Estrella de Serpiente jugar con la vivaz cachorra, Pequeña Bosque.
A medida que Hoja Leopardina se acercaba con las presas, Fronda inclinó la cabeza en señal de respeto hacia el guerrero dorado. Sin embargo, su atención estaba cautivada por la pequeña Pequeña Bosque, cuya energía y alegría eran tan contagiosas como la luz del sol que bailaba sobre su pelaje.
— Buenos días, líder — comenzó Fronda con una voz suave pero llena de vida. — ¿Habrás visto por casualidad a Panta-? ¡Oh, y esta pequeña!— exclamó con entusiasmo, acercándose con ternura hacia la cachorra. — ¡Qué hermosura eres!
Con cuidado y afecto, Fronda tomó a Pequeña Bosque entre sus patas, comenzando a acicalarla con lamidas juguetonas. — Estás muy sucia, pequeña Bosque,— murmuró entre lamidas y suaves caricias. — ¿Tu madre no te acicala? Eres una gatita muy traviesa, ¡pero eso es lo que te hace tan adorable!—
Los gestos de Fronda eran una mezcla encantadora de ternura maternal y un espíritu juguetón que resonaba con los jóvenes del clan, mostrando su amor por los cachorros y su profundo compromiso con la armonía y el bienestar de todos en el Clan del Río.
A medida que Hoja Leopardina se acercaba con las presas, Fronda inclinó la cabeza en señal de respeto hacia el guerrero dorado. Sin embargo, su atención estaba cautivada por la pequeña Pequeña Bosque, cuya energía y alegría eran tan contagiosas como la luz del sol que bailaba sobre su pelaje.
— Buenos días, líder — comenzó Fronda con una voz suave pero llena de vida. — ¿Habrás visto por casualidad a Panta-? ¡Oh, y esta pequeña!— exclamó con entusiasmo, acercándose con ternura hacia la cachorra. — ¡Qué hermosura eres!
Con cuidado y afecto, Fronda tomó a Pequeña Bosque entre sus patas, comenzando a acicalarla con lamidas juguetonas. — Estás muy sucia, pequeña Bosque,— murmuró entre lamidas y suaves caricias. — ¿Tu madre no te acicala? Eres una gatita muy traviesa, ¡pero eso es lo que te hace tan adorable!—
Los gestos de Fronda eran una mezcla encantadora de ternura maternal y un espíritu juguetón que resonaba con los jóvenes del clan, mostrando su amor por los cachorros y su profundo compromiso con la armonía y el bienestar de todos en el Clan del Río.
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Pequeña Bosque
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Luego de aquella gran azaña. La cachorra anaranjada levanto la cola y las orejas en señal de una clara y bien merecida victoria, sin embargo su festejo se vino abajo cuando noto a más gatos de los que ella estaba acostumbrada.
Miro sobre su hombro, metiendo la cola entre las patas la cual estaba completamente erizada al igual que su lomo y su cabeza, pego las orejas al cráneo y miro a esos dos gatos nuevos.
Con olor a su clan, claro, como papá, pero sin duda no los esperaba y se podía ver en su expresión de ¿Miedo? Pues sus ojitos estaban bien abiertos.
Escapar ya no era una opción, estaba entre un potencial atacante y las paredes de la maternidad, cualquier otro cachorro hubiera luchado por su libertad, pero Pequeña Bosque no, en su lugar ella se quedó muy quieta hasta que alguien la agarrara y empezará a hablarle con... ¿Cariño? Como el resto de las reinas, impresionante.
Pasando por alto algunos comentarios, Pequeña Bosque se acomodó a como las reinas de la maternidad le habían enseñado; sentadita y con la barbilla en alto, lista para ser limpiada como todos los días.
Una cachorra educada, bien portada, aunque un poca tonta, distraída y torpe.
Posteriormente luego de un bostezo largo junto con un bonito “Ñaaam” ella comenzó a ronronear con sus ojos cerrados.
Miro sobre su hombro, metiendo la cola entre las patas la cual estaba completamente erizada al igual que su lomo y su cabeza, pego las orejas al cráneo y miro a esos dos gatos nuevos.
Con olor a su clan, claro, como papá, pero sin duda no los esperaba y se podía ver en su expresión de ¿Miedo? Pues sus ojitos estaban bien abiertos.
Escapar ya no era una opción, estaba entre un potencial atacante y las paredes de la maternidad, cualquier otro cachorro hubiera luchado por su libertad, pero Pequeña Bosque no, en su lugar ella se quedó muy quieta hasta que alguien la agarrara y empezará a hablarle con... ¿Cariño? Como el resto de las reinas, impresionante.
Pasando por alto algunos comentarios, Pequeña Bosque se acomodó a como las reinas de la maternidad le habían enseñado; sentadita y con la barbilla en alto, lista para ser limpiada como todos los días.
Una cachorra educada, bien portada, aunque un poca tonta, distraída y torpe.
Posteriormente luego de un bostezo largo junto con un bonito “Ñaaam” ella comenzó a ronronear con sus ojos cerrados.
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Estrella de Serpiente
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Con la llegada de Hoja Leopardina, se alegró al ver que traía un par de presas para las reinas y cachorros en la maternidad, pues su última charla con Pantanoso no se veía tan prometedora en los morales de ciertos guerreros o aprendices en cuanto la jerarquía de presas. Le daba cierta calma pensar que todavía había guerreros que no tomaban su arrogancia en contra del bien mayor del Clan.
–Buenos días , Hoja Leopardina.– Regresó el saludo agachando su cabeza levemente, con la cola en alto indicando gusto por ver al guerrero.
Mientras lo observaba dejar las presas a las reinas y hacer de las suyas, distinguió a un par de colas de distancia el majestuoso pelaje dorado de, en su opinión, la guerrera más reconocible del Clan acercándose con la misma gracia con la que hablaba. Claro, no esperaba nada más ni menos que preguntara por su primo y esperaba que cuando estuviera lo suficientemente cerca para oírla ella dijera aquellas icónicas palabras, ya se había vuelto cierta costumbre verla intentando llamar su atención y Estrella de Serpiente concordaba más que nadie que al lugarteniente le haría bien tener alguien más con quién hablar, después de todo: hacía un gran trabajo en proteger a los suyos, ¿Por qué no confiar en ellos de la misma forma que confía en él?.
–¡Un gusto verte aquí Fronda!.– Saludó con respeto a la guerrera, en su tono se escuchaba la comodidad que sentía, aunque no pudo evitar ser interrumpida por una leve risilla cuando se hizo la inevitable pregunta.
–No he visto a Pantanoso en un rato, ¡Pero no dudo que ande rondando por aquí!.–
Respondió con ánimo a la pregunta de Fronda.
Aunque ella ya estuviera más ocupada acicalando a la cachorra que hacía unos momentos estaba ensuciándose más que un aprendiz en un día de entrenamiento cuando cazaba la quisquillosa hoja que terminó por desarreglar su pelaje anaranjado. Pequeña Bosque parecía empezar a dormitar, quizá todo ese juego drenó toda esa energía que tenía y ser acicalada le recordó todo el esfuerzo que había hecho.
–Algún día será una buena aprendiz.– Afirmó, intentando empezar una conversación con la guerrera.
–¡Y espero que alguno de ustedes quiera tomar la mentoría!.– Ronroneó en un tono bromista, volteando a los adentros de la maternidad para ver si Hoja Leopardina había terminado para unirse a su charla, quizá con algún informe o rumor que haya escuchado últimamente.
–Buenos días , Hoja Leopardina.– Regresó el saludo agachando su cabeza levemente, con la cola en alto indicando gusto por ver al guerrero.
Mientras lo observaba dejar las presas a las reinas y hacer de las suyas, distinguió a un par de colas de distancia el majestuoso pelaje dorado de, en su opinión, la guerrera más reconocible del Clan acercándose con la misma gracia con la que hablaba. Claro, no esperaba nada más ni menos que preguntara por su primo y esperaba que cuando estuviera lo suficientemente cerca para oírla ella dijera aquellas icónicas palabras, ya se había vuelto cierta costumbre verla intentando llamar su atención y Estrella de Serpiente concordaba más que nadie que al lugarteniente le haría bien tener alguien más con quién hablar, después de todo: hacía un gran trabajo en proteger a los suyos, ¿Por qué no confiar en ellos de la misma forma que confía en él?.
–¡Un gusto verte aquí Fronda!.– Saludó con respeto a la guerrera, en su tono se escuchaba la comodidad que sentía, aunque no pudo evitar ser interrumpida por una leve risilla cuando se hizo la inevitable pregunta.
–No he visto a Pantanoso en un rato, ¡Pero no dudo que ande rondando por aquí!.–
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Aunque ella ya estuviera más ocupada acicalando a la cachorra que hacía unos momentos estaba ensuciándose más que un aprendiz en un día de entrenamiento cuando cazaba la quisquillosa hoja que terminó por desarreglar su pelaje anaranjado. Pequeña Bosque parecía empezar a dormitar, quizá todo ese juego drenó toda esa energía que tenía y ser acicalada le recordó todo el esfuerzo que había hecho.
–Algún día será una buena aprendiz.– Afirmó, intentando empezar una conversación con la guerrera.
–¡Y espero que alguno de ustedes quiera tomar la mentoría!.– Ronroneó en un tono bromista, volteando a los adentros de la maternidad para ver si Hoja Leopardina había terminado para unirse a su charla, quizá con algún informe o rumor que haya escuchado últimamente.
Hoja Leopardina
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Hoja Leopardina bajó las orejas, apenado por la atención repentina del líder y las reinas. Dejó la presa que había cazado junto a las agradecidas gatas lactantes. Salió de la maternidad, regresando al claro soleado donde se encontró a sí mismo conmovido por la escena: Fronda acicalando como una madre a Pequeña Bosque. Las miró atentamente un momento, admirando los instintos de la joven guerrera hacia la pequeña cachorra. Pensó entonces en que a él le gustaría ser padre algún día.
Su mente volvió al campamento cuando habló Estrella de Serpiente, escuchando sobre el futuro de Pequeña Bosque. De pronto, sus ojos se iluminaron: ser mentor de un joven e inocente aprendiz también era una muy buena forma de apoyar a su Clan, además de ofrecer algo de guía y sus valores a una mente moldeable. Levantó las orejas con interés.
— Aún no he tenido ningún aprendiz, pero me gustaría conocer la magnitud del reto pronto —Comentó, tratando de no sonar tan emocionado como en realidad estaba por la posibilidad de ser el mentor de la futura aprendiza. —Espero pronto el Clan tenga a suficientes aprendices correteando por ahí; ya nos hacen falta.
Echó un vistazo a la guerrera dorada.
— ¿Tú que dices, Fronda? ¿Prefieres ser una mentora antes de ser una reina? —Preguntó, genuinamente interesado en la respuesta de la guerrera, quizá más interesado de lo que debería.
Su mente volvió al campamento cuando habló Estrella de Serpiente, escuchando sobre el futuro de Pequeña Bosque. De pronto, sus ojos se iluminaron: ser mentor de un joven e inocente aprendiz también era una muy buena forma de apoyar a su Clan, además de ofrecer algo de guía y sus valores a una mente moldeable. Levantó las orejas con interés.
— Aún no he tenido ningún aprendiz, pero me gustaría conocer la magnitud del reto pronto —Comentó, tratando de no sonar tan emocionado como en realidad estaba por la posibilidad de ser el mentor de la futura aprendiza. —Espero pronto el Clan tenga a suficientes aprendices correteando por ahí; ya nos hacen falta.
Echó un vistazo a la guerrera dorada.
— ¿Tú que dices, Fronda? ¿Prefieres ser una mentora antes de ser una reina? —Preguntó, genuinamente interesado en la respuesta de la guerrera, quizá más interesado de lo que debería.
Fronda
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Fronda continuaba acicalando a Pequeña Bosque con delicadeza, sus lamidas eran suaves y llenas de afecto, mientras susurraba palabras cariñosas a la pequeña cachorra. Al escuchar las palabras de Estrella de Serpiente, Fronda levantó la mirada, sus ojos ámbar brillaban con un toque travieso y seductor.
— Será un honor ver crecer a Pequeña Bosque y ayudarla a convertirse en una aprendiz fuerte y capaz,— afirmó — Tomar la mentoría de una joven tan prometedora sería un placer. Después de todo, ¿qué mejor manera de demostrar nuestras habilidades que entrenando a la próxima generación?
Fronda ronroneó suavemente mientras miraba a Hoja Leopardina, sus ojos destellando con un brillo juguetón. — Ser mentora es una responsabilidad que acepto con entusiasmo,— continuó, su tono insinuante y lleno de complicidad. — Quiero asegurarme de que los aprendices del Clan del Río estén preparados para cualquier desafío. Pero, claro, también anhelo tener una familia algún día. ¿No crees que sería encantador ver a nuestros propios cachorros correteando por aquí?
Susurró unas últimas palabras de consuelo a Pequeña Bosque, antes de dirigir su atención completamente a Hoja Leopardina. — Creo que ambas cosas, ser mentora y ser reina, son igualmente importantes para el bienestar del clan. Y estoy dispuesta a asumir cualquiera de esos roles cuando llegue el momento adecuado... — Por un momento, se detuvo a pensar en el futuro que podría tener con Pantanoso, pero rápidamente volvió a la realidad
Con una sonrisa seductora, Fronda añadió — Espero que tú también tengas la oportunidad de ser mentor pronto, Hoja Leopardina. Sé que serías un guía maravilloso para cualquier aprendiz. ¿Quién sabe? Tal vez podríamos entrenar juntos algún día. — Terminó, guiñándole un ojo a el jóven guerrero.
La guerrera dorada se enderezó, su pelaje dorado brillaba con una luz cálida y resplandeciente, y su presencia irradiaba una mezcla de fuerza tranquila y un encanto innegable.
— Será un honor ver crecer a Pequeña Bosque y ayudarla a convertirse en una aprendiz fuerte y capaz,— afirmó — Tomar la mentoría de una joven tan prometedora sería un placer. Después de todo, ¿qué mejor manera de demostrar nuestras habilidades que entrenando a la próxima generación?
Fronda ronroneó suavemente mientras miraba a Hoja Leopardina, sus ojos destellando con un brillo juguetón. — Ser mentora es una responsabilidad que acepto con entusiasmo,— continuó, su tono insinuante y lleno de complicidad. — Quiero asegurarme de que los aprendices del Clan del Río estén preparados para cualquier desafío. Pero, claro, también anhelo tener una familia algún día. ¿No crees que sería encantador ver a nuestros propios cachorros correteando por aquí?
Susurró unas últimas palabras de consuelo a Pequeña Bosque, antes de dirigir su atención completamente a Hoja Leopardina. — Creo que ambas cosas, ser mentora y ser reina, son igualmente importantes para el bienestar del clan. Y estoy dispuesta a asumir cualquiera de esos roles cuando llegue el momento adecuado... — Por un momento, se detuvo a pensar en el futuro que podría tener con Pantanoso, pero rápidamente volvió a la realidad
Con una sonrisa seductora, Fronda añadió — Espero que tú también tengas la oportunidad de ser mentor pronto, Hoja Leopardina. Sé que serías un guía maravilloso para cualquier aprendiz. ¿Quién sabe? Tal vez podríamos entrenar juntos algún día. — Terminó, guiñándole un ojo a el jóven guerrero.
La guerrera dorada se enderezó, su pelaje dorado brillaba con una luz cálida y resplandeciente, y su presencia irradiaba una mezcla de fuerza tranquila y un encanto innegable.
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Pequeña Bosque
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La cachorra seguía ronroneando mientras se concentraba en ser atendida por la felina de pelaje dorado; así como lo hacían el resto de las reinas.
Luego de que ella se detuviera, la cachorra la miro desde abajo con los ojos bien abiertos mientras la veía hablar con el resto de gatos presentes incluido Estrella de Serpiente.
Hablaban de entrenamientos, cachorros y lo más importante; aprendices ¿Aprendices? ¿Quién quería ser aprendiz y trabajar tanto para solo terminar siendo un guerrero y trabajar el doble? Ella veía a papá trabajando mucho y a veces estaba cansado, aun así, él se tomaba el tiempo y la molestia para jugar con ella.
A ella no le entusiasmaba mucho la idea de ser una aprendiza y lo dejo bien claro con otro bostezo para luego intentar limpiarse la cara de manera torpe, al final del día era solo una cachorra disfrutando de una vida simple y sin preocupaciones, aunque faltaba mucho para empezar un entrenamiento formal, Pequeña Bosque no se imaginaba que en algún momento ella terminaría como cualquiera de ellos.
A ella no le apetecía ir a hacer lo que sea que los adultos hacían, solo quería quedarse en su hogar, en la seguridad de la maternidad mientras era alimentada y cuidada por el resto de gatos del Clan.
Se acomodo más en las patas delanteras de Fronda, acostada con las patitas metidas debajo de su pequeño cuerpo y la cabecita arriba mientras seguía ronroneando.
Luego de que ella se detuviera, la cachorra la miro desde abajo con los ojos bien abiertos mientras la veía hablar con el resto de gatos presentes incluido Estrella de Serpiente.
Hablaban de entrenamientos, cachorros y lo más importante; aprendices ¿Aprendices? ¿Quién quería ser aprendiz y trabajar tanto para solo terminar siendo un guerrero y trabajar el doble? Ella veía a papá trabajando mucho y a veces estaba cansado, aun así, él se tomaba el tiempo y la molestia para jugar con ella.
A ella no le entusiasmaba mucho la idea de ser una aprendiza y lo dejo bien claro con otro bostezo para luego intentar limpiarse la cara de manera torpe, al final del día era solo una cachorra disfrutando de una vida simple y sin preocupaciones, aunque faltaba mucho para empezar un entrenamiento formal, Pequeña Bosque no se imaginaba que en algún momento ella terminaría como cualquiera de ellos.
A ella no le apetecía ir a hacer lo que sea que los adultos hacían, solo quería quedarse en su hogar, en la seguridad de la maternidad mientras era alimentada y cuidada por el resto de gatos del Clan.
Se acomodo más en las patas delanteras de Fronda, acostada con las patitas metidas debajo de su pequeño cuerpo y la cabecita arriba mientras seguía ronroneando.
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Al escuchar a Fronda hablar sobre cachorros y la melodiosa forma en la que describía la crianza de estos así como simplemente verlos hacer notar su presencia en el campamento en una que otra ocasión, Estrella de Serpiente no pudo evitar en pensar en Zarpa de Ortiga, en la vez que llegó al campamento con la pequeña entre sus fauces sosteniéndola con gentileza. Adoraba recordar esos momentos recientes a su llegada, no por lo que los demás tenían para decir, si no por los momentos que pasó criándola para que fuese una auténtica aprendiz del Clan del Río, usualmente le dejaría aquella tarea a las reinas pero en su momento la pequeña gata jamás parecía querer alejarse de él; pensaba en las veces en las que simplemente tenía que ceder a qué durmiera en su lecho y las incontables ocasiones en las que le traía alguna piedra del río para decorarlo.
Soltó un suspiro lleno de alivio y amor paternal por la ahora aprendiz, pasando un poco por alto, pero sin dejar de escuchar del todo, el monólogo que la gata dorada estaba dando sobre la importancia del futuro del Clan. Volviendo en sí cuando terminó de hablar, no pudo evitar concordar con la hermosa guerrera.
–Entiendo perfectamente ese sentido de la crianza, Fronda, es un sentimiento bastante conmovedor.– Ronroneó con gusto, su corazón tan cálido ante la memoria vivida de su experiencia.
–El aprendizaje es sólo el siguiente paso después de que dejan la maternidad, los preparan para convertirse en la mejor versión de ellos mismos.– Se detuvo en sus palabras para dirigir su mirada unos momentos a la guarida de los aprendices, imaginando a Zarpa de Ortiga en el interior. –Pero debo admitir que los extrañas y hasta celas ceder esa crianza a otro gato.–
Regresó su mirada a la conversación actual con los guerreros, su atención atraída por los bostezos y quejidos de Pequeña Bosque que estaba visiblemente aburrida de su tema de conversación. Quizá estaban hablando muy a futuro, pero no dudaba que las reinas estaban escuchando desde el interior de la maternidad con gusto al saber que había guerreros más que dispuestos a enseñarle el noble código guerrero a sus futuras generaciones. Él mismo deseaba poder ser capaz de retomar la mentoría nuevamente, aún si se veía imposibilitado por sus heridas permanentes.
–¡Ah, Pequeña Bosque! .– Sonrió con una carcajada entre sus dientes. –Faltan un par de lunas para que entiendas, pero confía en que será igual de divertido que cazar hojas.– Afirmó con gentileza.
Compartiendo unas cuantas risas con los guerreros ante la actitud de la cachorra, tomó un bocado de aire para seguir hablando.
–Eso sí, si algún día tienes crías, Fronda, espero que tengan el don de la belleza tan remarcado como su madre.– Maulló en un gesto de respeto hacia la guerrera. Para después dirigirse al guerrero anaranjado justo a su lado. –Y Hoja Leopardina, espero que cualquier gato, aprendiz o cachorro, adquiera tu valentía y conocimiento.– Asintió con la cabeza reconociendo los valores que, para él, resaltaban más en el guerrero.
Soltó un suspiro lleno de alivio y amor paternal por la ahora aprendiz, pasando un poco por alto, pero sin dejar de escuchar del todo, el monólogo que la gata dorada estaba dando sobre la importancia del futuro del Clan. Volviendo en sí cuando terminó de hablar, no pudo evitar concordar con la hermosa guerrera.
–Entiendo perfectamente ese sentido de la crianza, Fronda, es un sentimiento bastante conmovedor.– Ronroneó con gusto, su corazón tan cálido ante la memoria vivida de su experiencia.
–El aprendizaje es sólo el siguiente paso después de que dejan la maternidad, los preparan para convertirse en la mejor versión de ellos mismos.– Se detuvo en sus palabras para dirigir su mirada unos momentos a la guarida de los aprendices, imaginando a Zarpa de Ortiga en el interior. –Pero debo admitir que los extrañas y hasta celas ceder esa crianza a otro gato.–
Regresó su mirada a la conversación actual con los guerreros, su atención atraída por los bostezos y quejidos de Pequeña Bosque que estaba visiblemente aburrida de su tema de conversación. Quizá estaban hablando muy a futuro, pero no dudaba que las reinas estaban escuchando desde el interior de la maternidad con gusto al saber que había guerreros más que dispuestos a enseñarle el noble código guerrero a sus futuras generaciones. Él mismo deseaba poder ser capaz de retomar la mentoría nuevamente, aún si se veía imposibilitado por sus heridas permanentes.
–¡Ah, Pequeña Bosque! .– Sonrió con una carcajada entre sus dientes. –Faltan un par de lunas para que entiendas, pero confía en que será igual de divertido que cazar hojas.– Afirmó con gentileza.
Compartiendo unas cuantas risas con los guerreros ante la actitud de la cachorra, tomó un bocado de aire para seguir hablando.
–Eso sí, si algún día tienes crías, Fronda, espero que tengan el don de la belleza tan remarcado como su madre.– Maulló en un gesto de respeto hacia la guerrera. Para después dirigirse al guerrero anaranjado justo a su lado. –Y Hoja Leopardina, espero que cualquier gato, aprendiz o cachorro, adquiera tu valentía y conocimiento.– Asintió con la cabeza reconociendo los valores que, para él, resaltaban más en el guerrero.
Hoja Leopardina
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Hoja Leopardina miró atentamente a la coqueta guerrera mientras sentía sus orejas arder de pena bajo el escrutinio de Fronda. Se puso a imaginar por un momento el día en que tuviera sus propios cachorros, sus propios aprendices, y compartió con la gata un brillo cómplice de vuelta.
— Bueno Fronda, sería un gusto compartir mentoría y sesiones de entrenamiento. Realmente creo que podemos aprender una cosa o dos del otro… En cuanto a, uhm… Aprendices, y, uh… tácticas de- ¿acecho? —El guiño de la minina lo puso nervioso, y desvió la mirada, con las orejas gachas por la pena. El guiño no le había ayudado a sentirse menos ansioso.
Escuchó con atención las palabras de Estrella de Serpiente, y devolvió su atención al líder. Abrió mucho los ojos cuando el dirigente lo elogió directamente, y sonrió, bajando de nuevo las orejas. Ahora también las zarpas le ardían. Amasó el suelo ligeramente, deseoso de liberarse de la sensación de timidez.
— Yo creo que todos en el Clan del Río estarían felices si el Clan se engrandece con aprendices o cachorros nuevos. Y, bueno, ahora estoy seguro de que al menos Fronda y yo podemos educar a la siguiente generación de guerreros… como mentores —añadió, parpadeando ansiosamente.
Todo le daba pena.
— Bueno Fronda, sería un gusto compartir mentoría y sesiones de entrenamiento. Realmente creo que podemos aprender una cosa o dos del otro… En cuanto a, uhm… Aprendices, y, uh… tácticas de- ¿acecho? —El guiño de la minina lo puso nervioso, y desvió la mirada, con las orejas gachas por la pena. El guiño no le había ayudado a sentirse menos ansioso.
Escuchó con atención las palabras de Estrella de Serpiente, y devolvió su atención al líder. Abrió mucho los ojos cuando el dirigente lo elogió directamente, y sonrió, bajando de nuevo las orejas. Ahora también las zarpas le ardían. Amasó el suelo ligeramente, deseoso de liberarse de la sensación de timidez.
— Yo creo que todos en el Clan del Río estarían felices si el Clan se engrandece con aprendices o cachorros nuevos. Y, bueno, ahora estoy seguro de que al menos Fronda y yo podemos educar a la siguiente generación de guerreros… como mentores —añadió, parpadeando ansiosamente.
Todo le daba pena.
"Crosses still burn, axes still fall
And down on your knees, you just don't look so tall"
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Fronda
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Fronda sonrió con un brillo juguetón en sus ojos ámbar mientras observaba la reacción de Hoja Leopardina. Sus movimientos nerviosos y la forma en que desviaba la mirada le resultaban entrañables. Con un ronroneo suave, se inclinó hacia él, susurrando con un tono lleno de travesura y encanto.
—Hoja Leopardina, sería un placer compartir esas sesiones de entrenamiento contigo,— dijo, su voz seductora y coqueta, pero con un toque de cordialidad. —Estoy segura de que aprenderemos mucho el uno del otro—
Fronda se enderezó, permitiendo que su pelaje dorado captara la luz del sol y brillara con una calidez resplandeciente. —Y quién sabe,—continuó, mirando a Hoja Leopardina con una sonrisa amable, —tal vez podamos enseñar a nuestros aprendices a ser tan buenos guerreros como tú.—
Sus palabras eran una mezcla perfecta de coquetería ligera y sinceridad, dejando claro que apreciaba la compañía de Hoja Leopardina. Luego, se volvió hacia Estrella de Serpiente, su mirada suavizándose.
—Gracias, Estrella de Serpiente,—dijo con gratitud. —Tu confianza en nosotros significa mucho. Y tienes razón, Pequeña Bosque será una aprendiz maravillosa algún día, incluso si ahora prefiere jugar y ser cuidada.—
Fronda ronroneó, mirando a la pequeña cachorra que descansaba cómodamente en sus patas. —Por ahora, dejemos que disfrute de su inocencia y diversión. El tiempo de entrenamiento llegará, y cuando lo haga, estaré más que lista para asumir la responsabilidad.—
Con una última mirada juguetona hacia Hoja Leopardina, Fronda se acomodó junto a Pequeña Bosque, disfrutando del momento de tranquilidad y camaradería. En su corazón, sin embargo, sus pensamientos vagaban hacia Pantanoso, esperando verlo pronto y compartir más momentos con él.
—Hoja Leopardina, sería un placer compartir esas sesiones de entrenamiento contigo,— dijo, su voz seductora y coqueta, pero con un toque de cordialidad. —Estoy segura de que aprenderemos mucho el uno del otro—
Fronda se enderezó, permitiendo que su pelaje dorado captara la luz del sol y brillara con una calidez resplandeciente. —Y quién sabe,—continuó, mirando a Hoja Leopardina con una sonrisa amable, —tal vez podamos enseñar a nuestros aprendices a ser tan buenos guerreros como tú.—
Sus palabras eran una mezcla perfecta de coquetería ligera y sinceridad, dejando claro que apreciaba la compañía de Hoja Leopardina. Luego, se volvió hacia Estrella de Serpiente, su mirada suavizándose.
—Gracias, Estrella de Serpiente,—dijo con gratitud. —Tu confianza en nosotros significa mucho. Y tienes razón, Pequeña Bosque será una aprendiz maravillosa algún día, incluso si ahora prefiere jugar y ser cuidada.—
Fronda ronroneó, mirando a la pequeña cachorra que descansaba cómodamente en sus patas. —Por ahora, dejemos que disfrute de su inocencia y diversión. El tiempo de entrenamiento llegará, y cuando lo haga, estaré más que lista para asumir la responsabilidad.—
Con una última mirada juguetona hacia Hoja Leopardina, Fronda se acomodó junto a Pequeña Bosque, disfrutando del momento de tranquilidad y camaradería. En su corazón, sin embargo, sus pensamientos vagaban hacia Pantanoso, esperando verlo pronto y compartir más momentos con él.
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Zarpa de Ortiga
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La joven gata entró al campamento algo cansada, parecía que había vuelto de una patrulla..o quizá había salido a tomar aire sola, pero daba la impresión de necesitar tomar una siesta. Sus ojos se agrandaron un poco con algo de nerviosismo al ver a algunos de sus compañeros congregados en el campamento. Parecía que estaban prestándole mucha atención a algo o alguien que no alcanzaba a ver desde allí. Decidiendo pasar desapercibida, trató de hacer el mayor silencio posible, su plan era eludir el encuentro. Al menos hasta que se percató de que su líder también se encontraba compartiendo con ellos, un alivio le recorrió, y por cortesía tomó valor y rápidamente se acercó a Estrella de Serpiente. A pesar de su miedo fatal a ser percibida estaba feliz de verlo, y debía admitir que, ahora que podía notarla un poco mejor, Pequeña Bosque parecía muy dulce, aunque los cachorros no fueran su fuerte.
Pequeña Bosque
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Y seguían hablando sobre esos dichosos aprendices ¿Por qué? ¿Que tenía de especial ser aprendiz? La cachorra paso la mirada por cada uno de los presentes mientras estos hablaban, en un momento frunció el ceño por la situación y el tema de entrenar y más cachorros, bla bla bla.
¡Palabras! Fronda ya había agarrado suficiente confianza como para acomodarse al lado de ella, a lo que Pequeña Bosque la miro y luego miro a Estrella de Serpiente charlando sobre ¡Otra vez! Aprendices ¡UGH!
Se contuvo para no rodar los ojos así que solo miro al frente a donde el claro del campamento, donde al poco rato llego una patrulla, la cachorra anaranjada se emocionó ¿Papá estaría ahí? Para su mala suerte no, no estaba ahí, que decepción.
Sin embargo, algo más llamo su atención ¿Más gatos cerca? Pequeña Bosque miro a donde la nueva integrante que se acercaba a la charla, parecía nerviosa y se mantenía muy cerca de Estrella de Serpiente, tenía curiosidad por la desconocida por lo cual inclino su cabeza a un lado y luego al otro mientras veía a la más joven.
Pero ni loca saldría de la maternidad, se mantendría en ese lugar como si su vida dependiera de ello.
¡Palabras! Fronda ya había agarrado suficiente confianza como para acomodarse al lado de ella, a lo que Pequeña Bosque la miro y luego miro a Estrella de Serpiente charlando sobre ¡Otra vez! Aprendices ¡UGH!
Se contuvo para no rodar los ojos así que solo miro al frente a donde el claro del campamento, donde al poco rato llego una patrulla, la cachorra anaranjada se emocionó ¿Papá estaría ahí? Para su mala suerte no, no estaba ahí, que decepción.
Sin embargo, algo más llamo su atención ¿Más gatos cerca? Pequeña Bosque miro a donde la nueva integrante que se acercaba a la charla, parecía nerviosa y se mantenía muy cerca de Estrella de Serpiente, tenía curiosidad por la desconocida por lo cual inclino su cabeza a un lado y luego al otro mientras veía a la más joven.
Pero ni loca saldría de la maternidad, se mantendría en ese lugar como si su vida dependiera de ello.
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El macho tricolor estaba tan metido en la charla junto a los guerreros que no notaba la molestia de Pequeña Bosque, quizá hablaban más que las reinas o solamente el tema era muy aburrido para ella, Fronda sabía entablar una conversación con su carisma y entusiasmo juguetón y Estrella de Serpiente no podía negarle la palabra a la guerrera dorada, cada palabra que decía le parecía honesta y llena de empatía, mientras que el nerviosismo de Hoja Leopardina era difícil de pasar desapercibido, pronto notó que tarde o temprano el guerrero caería a los encantos de la hermosa felina, soltando una risa entre sus dientes y para sí mismo presenciando la escena.
De pronto, sintió un pequeño empujón en uno de sus costados, volviendo la cabeza para ver qué o quién era la causa de dicho movimiento, para su sorpresa era Zarpa de Ortiga, aunque le extrañaba verla armada de valor para sumarseles apreció que se les uniera. Especialmente porque hacía no tan sólo unos momentos estaba pensando dónde estaría, ¿Habrá salido de entrenamiento con otros aprendices? A lo mejor siempre estuvo en el campamento y no pudo notarla de tanto labor que le traía su rango de líder, o quizá necesitaba un poco de aire a solas.
Rápidamente la saludó con un pequeño pero cariñoso choque de narices así como apoyaba su cola cerca de ella, rodeándola en una muestra de afecto. –¡Oh, Zarpa de Ortiga! Qué alegría verte por aquí.– Ronroneó el líder con notoria felicidad y orgullo.
Las palabras de Hoja Leopardina captaron su atención regresándolo a la conversación casi de golpe. Sus palabras entorpecían a medida que Fronda hablaba con una elegancia fluida, tanto que le resultaba un poco chistoso de lo notable que era.
–Concuerdo contigo Fronda, Pequeña Bosque estará lista en su propio momento y, si el Clan Estelar lo permite, los próximos aprendices serán lo mejor que todo el bosque haya visto.– Esto último pudo haber sido una pizca de orgullo viniendo de él, le animaba ver lo próspero que era el Clan del Río, a pesar de alguno que otro dilema que se escabullía por ahí incluso debajo de sus propias narices.
De pronto, sintió un pequeño empujón en uno de sus costados, volviendo la cabeza para ver qué o quién era la causa de dicho movimiento, para su sorpresa era Zarpa de Ortiga, aunque le extrañaba verla armada de valor para sumarseles apreció que se les uniera. Especialmente porque hacía no tan sólo unos momentos estaba pensando dónde estaría, ¿Habrá salido de entrenamiento con otros aprendices? A lo mejor siempre estuvo en el campamento y no pudo notarla de tanto labor que le traía su rango de líder, o quizá necesitaba un poco de aire a solas.
Rápidamente la saludó con un pequeño pero cariñoso choque de narices así como apoyaba su cola cerca de ella, rodeándola en una muestra de afecto. –¡Oh, Zarpa de Ortiga! Qué alegría verte por aquí.– Ronroneó el líder con notoria felicidad y orgullo.
Las palabras de Hoja Leopardina captaron su atención regresándolo a la conversación casi de golpe. Sus palabras entorpecían a medida que Fronda hablaba con una elegancia fluida, tanto que le resultaba un poco chistoso de lo notable que era.
–Concuerdo contigo Fronda, Pequeña Bosque estará lista en su propio momento y, si el Clan Estelar lo permite, los próximos aprendices serán lo mejor que todo el bosque haya visto.– Esto último pudo haber sido una pizca de orgullo viniendo de él, le animaba ver lo próspero que era el Clan del Río, a pesar de alguno que otro dilema que se escabullía por ahí incluso debajo de sus propias narices.
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